Quién controla Afganistán controla el mundo, o eso pensaban varios teóricos geopolíticos, como Zbigniew Brzezinski en su libro El Gran Tablero de Ajedrez (The Great Chessboard) y hasta el mismo Rudyard Kipling. Todos ellos influyentes en esa percepción estratégica anglosajona. Esa teoría se basa en la idea de que Eurasia es La ‘Isla del mundo’.
Cuando en el siglo XIX, el Imperio Británico, como mayor potencia marítima, asediaba el contorno del Imperio Ruso sin atreverse a atacarlo, porque desde 1870 Bismarck había estabilizado al mundo con una alianza entre Rusia y Alemenia; fue un tiempo en que florecieron las artes y las ciencias y se recuerda como la Belle Epoque.
Afganistán está en el centro entre China e Irán; sólo eso ya es elocuente sobre la relevancia que tiene la fuga del ejército norteamericano de ese país que martirizó por 20 años. Afganistán tiene un aspecto desértico, pero es fértil para algo más que amapolas y como ‘premio’ adicional, ofrece recursos como tierras raras y minerales, que Estados Unidos no tiene y que son indispensables a una nación industrial moderna si espera convertirse en un poder mundial.
Esto es parte de la lógica detrás de la perseverancia aparentemente suicida de los EE.UU. 20 años intentando subyugar al gobierno tribal de esa nación montañosa de topografía hostil, subyugarla sembrando el terror que inspira la muerte llovida del cielo que fulmina durante reuniones de familiares y amigos; como funerales y bodas inocuas.
También demostró Estados Unidos una onerosa arrogante ignorancia al embarcarse en una campaña de “construcción de la nación” para remplazar la milenaria organización política basada en pacíficos pactos de comunidades tribales, para intentar poner en su lugar el liberalismo democratoide (la gente vota y nada cambia) practicado en Estados Unidos y sus países vasallos. Parlamentos y gobiernos que no representan al pueblo norteamericano ni otra cosa que los intereses oligárquicos del mundo representado en Wall Street. Los ignorantes politólogos de los think tanks creían que podían retirarse después de haber instalado el sólito gobierno títere que sería sostenido por un ejército de 200.000 soldados y muchos drones; soldados y soldadas organizados y entrenados al estilo norteamericano (cuyo único éxito reciente fue la invasión de Grenada).
El régimen títere instalado allí debía ser un aliado estratégico permanente y confiable para subvertir las minorías musulmanas de China y Rusia.