A casi un largo año de las supuestas elecciones presidenciales el contexto expresa un profundo malestar político sobre el Gobierno – en particular en materia económica – que busca encontrar en un salto hacia adelante una salida alimentada por los fondos frescos del FMI para equilibrar las cuentas del Estado y alejar el fantasma de la cesación de pagos que ronda hace meses en el imaginario colectivo.

Su aprobación real ronda un 30 por ciento de intención de voto lo que le da resto todavía para continuar con un accionar reticente a los intereses generales y que apronta a la disciplina social y cultural – quizás más allá de lo económico como demostró el neoliberalismo ingles a partir de finales de la década de los 70 y con éxitos – donde la fuerza del capital transfigura la conciencia media del sentido común.

Por otra parte, la dispersión opositora y las incertidumbres acerca de un tercer mandato de CFK fermentan una sensación de sinsabor alternativo con respecto a las expectativas de cambio- o quizás de transformación – de la ya tan mentada realidad que es la que en efecto marca el ritmo de lo cotidiano.

Lo cierto es que a partir de los indicadores reales de la Balanza de Pagos y de la Balanza Comercial, asistimos desde el año 2010 aproximadamente a un descenso continuo en el flujo de dólares circulantes en el país – es decir aquellos que puede atesorar el Estado – que redunda en la llamada restricción externa cuya salida típica es la devaluación o el default, algo que la administración actual fondea gracias a los prestamos externos pero que según las ultimas estimaciones privadas la relación de la deuda externa sobre el producto bruto interno es mayor al 100 por ciento, siendo el pago de intereses la mayor carga del último presupuesto presentado ante el Congreso de la Nación.

La política aperturista y en favor del capital concentrado no hizo mas que ahondar dicho conflicto volcando la necesidad de ajuste sobre el resto de la población bajo argumentos que rozan el desprecio sobre la conciencia ciudadana.

Esta situación es muy factible de ser extendida por otro periodo más de gobierno – sea oficialista u opositor – restando margen de maniobrabilidad y asemejando su situación al desempeño económico griego cuyo pulmotor financiero hunde en la depresión su ciclo económico.

Por lo tanto, como dirimir entre demandas sociales expresas en materia de recomposición de poder adquisitivo y empleo a la par de suturar las urgencias de los mas desprotegidos de la sociedad y la muy certera negatividad de los sectores favorecidos a ceder parte de su renta al financiamiento del Estado.

El contexto externo no es favorable a precios extraordinarios de las materias primas – como otrora sucedió en la década pasada – asimismo de presenciar una guerra comercial y el cerramiento de los mercados externos por parte de las principales potencias geoeconómicas a lo que se suma el aumento de las tasas de interés en los EEUU capaces de fomentar el ingreso de capitales parar dar lugar a sus gastos de Estado.

Estas últimas semanas se trazó líneas de contacto con los responsables políticos de la región en busca de la revitalización de los acuerdos comerciales tendientes a la colocación de los excedentes de bienes, pero la realidad de la primera economía latinoamericana es de un gran interrogante político y de una austeridad económica que dista de considerar si serán exitosas dichas negociaciones a la par de que ambos países comercializan productos similares.

Una pregunta atinada podría ser si la Argentina con un periodo de gobierno alternativo podría desarrollar lo que se llamo la 2da etapa de la industrialización y con que divisas e insumos externos se podría alcanzar dicho estadio descontando que dicho proceso podría prolongarse a lo largo del tiempo.

Urge establecer un plan estratégico a largo plazo que entienda tanto las condiciones externas como internas para el desarrollo interno del país, de lo contrario la progresiva falta de expectativas generar el caldo de cultivo perfecto en aquellas voces que indican que el país no tiene retorno.

Ezequiel Beer

Ezequiel Beer: Geógrafo UBA / Analista Político.