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Benjamín Netanyahu en su berenjenal
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Global Research, noviembre 26, 2019
Rebelión
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Luego de las elecciones israelíes del 2015, se formó el Cuarto Gobierno de Benjamín Netanyahu. Este trigésimo cuarto gobierno de Israel lo conformó la coalición de los partidos Likud, Judaísmo de la Torá, Shas, Kulanu y la Casa Judía y lo encabezó el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, que también es miembro de la Knéset y presidente del partido Likud. Es la primera vez que ese puesto es ocupado por alguien nacido en Israel después de la creación de dicho Estado.

A lo largo de su vida formó parte de las Fuerzas de Defensa de Israel, en las que participó en numerosas combates y de las que salió con el grado de capitán. Es graduado en el Massachusetts Institute of Technology y luego de su retorno a Israel fundó el Instituto Antiterrorista Yonatan Netanyahu en honor a su hermano, que falleció en Uganda cuando encabezaba la operación Entebbe. También, desde 1984 hasta 1988, fue embajador de Israel en la ONU.

En 1993 se convirtió en caudillo del Likud y al ganar las elecciones de 1996 pasó a ser el primer ministro más joven de la historia de Israel. En 1999 dejó la política cuando Ehud Barak lo derrotó. Posteriormente retornó a la política con Ariel Sharón, del que fue Ministro de Relaciones Exteriores y de Finanzas. Los desacuerdos que tuvo con Sharón respecto a la franja de Gaza le alejaron de ese gobierno. Retomó el liderazgo del Likud y desde 2006 encabezó la oposición en la Knéset.

En las elecciones parlamentarias del 2009, el Likud quedó en el segundo lugar y pudo formar un gobierno de coalición. En el 2015 se convirtió en la segunda persona en ser elegida para el cargo de primer ministro por un cuarto mandato; sólo el fundador de Israel, David Ben Gurión, lo había sido antes, y desde julio del 2019 es el primer ministro que más tiempo ha ocupado ese cargo en Israel.

Sin embargo, y sin tomar en consideración tanta plusmarca, el Fiscal General de Israel, Avichai Mandelblit, el 21 de noviembre le acusó de varios delitos relacionados con soborno, fraude y violación de deberes como fideicomisario, o sea, abuso de poder. De esta manera, Netanyahu es también el único primer ministro de Israel que ha sido acusado de delitos comunes que fueron levantados luego de una investigación de tres años. Se le acusa de recibir regalos por valor de cientos de miles de dólares y de utilizar su influencia para favorecer a una empresa de telecomunicaciones a cambio de que la misma le prestara una cobertura informativa favorable.

Ahora, Netanyahu se enfrenta a una lucha legal para evitar que uno de esos cargos desemboque en un juicio político. El más grave es el llamado “caso 4000”, que le señala de haber promovido un reglamento favorable para la empresa Bezeq Telecom, a cambio de que la misma propagara una imagen positiva de su Gobierno; el “caso 1000” señala que Netayahu y su esposa recibieron regalos sospechosos de Arnon Milchan, productor de Hollywood, y del multimillonario australiano James Packer; en el “caso 2000” se acusa a Netanyahu de hacer favores a Shaul Elovitch, propietario del portal Walla, a cambio de que es t e órgano periodístico cubriera favorablemente las noticias sobre Netanyahu y su familia, lo que equivale a soborno.

Las acusaciones estallaron como bombas en la arena política de Israel. El mandatario, que por esa causa no tiene la obligación legal de renunciar, aseguró en un discurso televisivo: “Somos testigos de un intento de golpe de Estado contra el primer ministro con acusaciones falsas y una investigación corrupta y sesgada… Por lo que estoy pasando no es fácil, también soy un ser humano. Mi sangre, la sangre de mi esposa y la sangre de mis hijos se están derramando… No han estado persiguiendo la verdad, me han estado persiguiendo a mí… Exijo que se investigue a los investigadores”. Asimismo, ha insinuado que detrás de esta investigación hay “intereses extranjeros”, niega las acusaciones y afirma que “continuará liderando Israel”, pese a las consecuencias negativas que esto conlleva y genera más incertidumbre sobre quién liderará un país sumido en la inestabilidad política, después de que este año se realizaron dos comicios parlamentarios sin resultados concluyentes.

En tanto tiempo de gobernar, Netanyahu no había experimentado tantos problemas como los que actualmente tiene para mantenerse el poder. Él opina que ni el Estado de derecho de Israel ni sus medios de comunicación son fiables, mencionó muchos casos en que las instituciones básicas del Estado no funcionan y añadió que lo que ocurre en Israel no es compatible con lo que ocurre en las democracias de Occidente. Se cree víctima de un sistema corrupto, al que combate desde una posición de inferioridad, e hizo un llamamiento para extirparlo. “¡Finalmente, hay que investigar a los investigadores!”, exclamó al final izar su perorata. Según Yusuf Fernández, analista internacional, “ s u única oportunidad para no ir a la cárcel sería intentar mantenerse como primer ministro y buscar algún tipo de impunidad legal para estos cargos”.

En las pasadas elecciones parlamentarias de septiembre, el Likud obtuvo 31 de los 120 escaños que componen el parlamento israelí y fue derrotado por el partido Azul y Blanco de Benny Gantz, antiguo jefe del estado mayor del ejército de Israel, que obtuvo 33 escaños. De esta manera, por no contar con la mayoría necesaria de 61 escaños, Netanyahu no podía formar gobierno; sin embargo, el Presidente de Israel, Reuven Rivlin, le otorgó la responsabilidad de formarlo, lo que, para su desgracia, no pudo concretar porque Gantz ha repetido numerosas veces que no hará coalición con alguien acusado de corrupción y que, al ser su partido el ganador de la elección, la coalición se debería formar en su torno.

Independientemente de lo que se piense de Netanyahu, se trata del político con mayor supervivencia en la historia de Israel y con mucha experiencia. Gantz querría formar gobierno con el Likud siempre y cuando Netanyahu no lo liderara, lo que es misión imposible pues éste lo controla férreamente, por lo que lo más probable es que Israel se enfrente a una nueva elección, cuyo resultado es impredecible .

Hasta ahora, ni Netanyahu ni Gantz han sido capaces de formar una coalición que respalde la Knéset. Habrá que esperar hasta el 9 de abril para saber cuántos escaños gana Benny Gantz, con lo que en el Medio Oriente se abriría una pequeña posibilidad de diálogo de paz, no así con Netanyahu, que es partidario de la guerra y de la política de fuerza. Por algo, Gideon Levy escribe en el Haaretz, que el mayor peligro para el futuro de Israel no es Irán, sino Netanyahu, y según el historiador israelí Ilan Pappé, “ si Israel no es capaz de tejer amistades con sus vecinos, empezando por los palestinos, se arriesga a terminar como los cruzados, expulsados de una tierra que les considera un cuerpo extraño”.

Otro punto negativo contra Netanyahu lo puso el Presidente Donald Trump, al que no le gustan los fracasados, como le considera a él. “Los americanos están desanimados y frustrados con la política israelí y sobre todo con la presente crisis política que ha impedido que la Casa Blanca desvele la parte política del acuerdo del siglo”, escribió el diario israelí Yedioth Ahronot .

Este rotativo, citando fuentes de la Casa Blanca, indicó que el mandatario estadounidense se ha distanciado de Netanyahu después de que éste no ha logrado consolidar una alianza para conformar un ejecutivo tras las elecciones de abril, pues “no le gustan los perdedores”. Antes, Trump había reconocido la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, con lo que apoyaba a Netanyahu. Parece que la mula y la paciencia se agotan del mucho trajinar y que la fealdad y la derrota son muy difíciles de ocultar.

Rodolfo Bueno

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