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Capitalismo en regresión: Capitaloceno en el contexto de la competencia nuclear
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Global Research, septiembre 11, 2019

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El momento actual se define por una convergencia de crisis sistémicas que no tienen antecedente en la historia humana. Las crisis económicas y financieras en ciernes acrecientan los riesgos sistémicos que definen la historia contemporánea, especialmente en lo referente al desenfreno en materia ambiental y estratégico-nuclear.

En la primera esfera, es fundamental tener presente que el proceso de aceleramiento del calentamiento global al no lograr establecer los mecanismos que pongan freno al ascenso del límite de dos grados centígrados, es cada vez menos probable, a grado tal que científicos como Raymond Pierrehumbert, físico de la Universidad de Oxford y líder del tercer reporte del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (IPCC, por sus silgas en inglés), han planteado que ya nos encontramos más allá del borde del abismo climático, debido a que no existe un plan B para lidiar con la crisis climática mundial.

Su análisis es demoledor, ya que Pierrehumbert desarrolla la siguiente idea: “para reducir el calentamiento global y las consecuentes emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la producción de cemento y la deforestación, deben ser reducidas a prácticamente cero”.

Simultáneamente la falta de progreso en los procesos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un contexto de un sistema capitalista que no puede aceptar la falta de crecimiento económico, pone a la humanidad ante un predicamento, ya que para algunos funcionarios de la actual administración Trump, nos encontramos en la era post tratados ambientales, hecho que se caracteriza por una clara tendencia “negacionista” del calentamiento global.

Calentamiento global en curso

Esta lógica se describe con precisión por el concepto desarrollado por el geógrafo ambiental Jason Moore, quien ha acuñado el concepto de “capitaloceno” para describir la convergencia del tiempo histórico y el geológico en el actual marco de definición post moderna, donde se vuelve claro el impacto de las actividades económico-productivas sobre los sistemas ecológicos y de biodiversidad planetarios, como consecuencia de un sistema económico capitalista que impacta de forma profunda sobre las estructuras de formación de la vida misma.

En su reciente visita al Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, desarrolló las problemáticas que se derivan de la “extinción como desafío sistémico”, es decir los mecanismos de orden económico-imperial que golpean y desestabilizan los sistemas ecológicos y que se presentan en todas las actividades de producción-consumo, mismas que plantean un escenario de crecientes problemáticas que alimentan una intensificación en la destructividad de fenómenos climáticos, como recientemente se ha testificado en Bahamas tras el paso del huracán Dorian, el cual se mostró con un gran poder de destrucción, no solo de infraestructuras económicas, sino más importante aún de cientos de vidas humanas que nunca podrán ser recuperadas.

Es por esto que el momento actual lo debemos pensar en términos de la lucha política, la cual necesariamente tendrá que pasar de los conceptos a su aplicación concreta en los lugares y espacios geográficos que son impactados de forma violenta por alteraciones climáticas que tienen un origen antropogénico, el cual se muestra como una consecuencia de la lógica de producción y acumulación de capital.

Así, hechos como la reciente destrucción del Amazonas como producto de una política de deforestación favorable a los sectores empresariales ligados a los ganaderos brasileños, pone de manifiesto una devastación ambiental sin precedentes en uno de los “pulmones” más importantes del planeta, donde además se concentra cerca del 12% del agua dulce así como una de las zonas de mayor biodiversidad de todo el globo terrestre.

Estas acciones ponen de manifiesto no solo que la era del capitaloceno se encuentra en el centro de las acciones político-económicas con una gran capacidad de disrupción para la vida humana y toda especie animal y vegetal que habita éste planeta, ya que de forma simultanea plantea una serie de riesgos sistémicos que ponen en tela de juicio las posibilidades de habitabilidad y de reproducción de la vida.

Este escenario es importante concatenarlo con los elementos que son desarrollados desde el Ministerio de Defensa del Reino Unido, en su documento titulado: “tendencias estratégicas globales 2050”, el  cual afirma sin tapujos que, sin importar que acciones se tomen para mitigar la reducción de gases de efecto invernadero, será imposible en las próximas décadas llevar a cabo una reducción significativa de este tipo de gases y consecuentemente mitigar el calentamiento global, por tanto desarrolla que éstos procesos en conjunto con un incremento de la población mundial, a un poco más de 9 billones de personas, generarán un mayor estrés ambiental, especialmente en lo relacionado con el abastecimiento de agua y recursos necesarios para la vida.

Además de lo anterior, el reporte afirma que hacia el final del presente siglo será muy probable que la temperatura mundial halla ascendido a 3.5 grados Celsius, lo cual hará todavía más complicado el sistema climático mundial.

De forma simultánea resulta perturbador que las potencias militares en armas misilísticas y nucleares como son Estados Unidos y Rusia, se encuentren enfrascados en un proceso donde ambos países se manifiestan en un franco retiro del tratado de regulación del despliegue de misiles de corto y mediano alcance, conocido como INF por sus siglas en inglés.

El retiro tanto de Estados Unidos como de Rusia del acuerdo que regulaba las armas nucleares de mediano alcance, no solo hace más inseguro al mundo, ya que a partir del 2 de agosto pasado, fecha en que ambas partes acordaron dejar de lado el tratado, será posible llevar a cabo el despliegue de estos misiles en suelo europeo, lo cual solo alimentará una carrera armamentística nuclear entre ambas potencias.

Esta nueva carrera armamentística ya se encuentra en ciernes y empieza a producir impactos ambientales que de no ser atendidos es posible presagiar desastres nucleares de gran calado. Una muestra de lo anterior se presentó después de la extraña explosión en la ciudad de Arkhangelsk, en el complejo militar ruso Nyonoksa, donde el pasado 08 de agosto se registró una explosión radioactiva, presuntamente como resultado de las pruebas de un sistema de propulsión nuclear para un nuevo tipo de misiles con capacidades de desplazamiento supersónico.

Lo anterior es solo una muestra de los impactos que genera una lógica de competencia económica y militar que se presenta en una etapa de agonía del capitalismo, ya que este sistema de organización social y de la producción, empieza a manifestar señales claras de que está alcanzado límites a su proceso expansivo.

Es justo en este contexto donde se vuelve más aterradora la declaración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre su deseo de “comprar” Groenlandia, ya que a pesar de que inicialmente se consideró como un disparate, lo cierto es que ese deseo se circunscribe en el marco histórico estadounidense de compras e invasiones territoriales, como fue la compra de la Louisiana y Alaska en 1804 y 1867, respectivamente, ambos procesos de enmarcaron en el contexto de expansión capitalista que formó lo espacios de acumulación durante los siglos XIX y XX.

Carrera armentística entre la Federación rusa y Estados Unidos

Sin embargo en el actual contexto de calentamiento global y de carrera armamentística, el posicionamiento que Groenlandia le pude proveer a Estados Unidos es de primer orden, ya que ese territorio no solo le puede suministrar de una zona de abastecimiento de minerales estratégicos y críticos como las tierras raras, tan necesarias en el marco de la competencia tecnológica que Washington encara con China.

Desde el punto de vista geopolítico  lo acercaría a Rusia, al tiempo que le brinda un espacio para proyectar una estrategia militar misilística, solo basada en la disuasión sin tener ya que contar con elementos de política y diplomacia de desarme, lo cual de acuerdo con el ex embajador y negociador del tratado INF John Woodworth, es extreamadamente peligroso, ya que de no existir mecanismos diplomáticos y jurídicos que pongan freno al desarrollo de armamentos nucleares, es posible que la carrera armamentística se extienda hacia otras esferas, especialmente al ciber-espacio y el espacio ultraterrestre, hechos que se están materializando de forma acelerada con la puesta en marcha del comando espacial como una nueva rama militar del departamento de defensa de los Estados Unidos.

Así, las tendencias hacia una intensificación en el incremento de la temperatura del planeta, sumado a una profundización de los procesos de carrera armamentística, socaban los mecanismos de cooperación internacional en las esferas de seguridad y política climática.

Estas tendencias, son importantes de tener en cuenta, para llevar a cabo una actividad de lucha política que logre establecer mecanismos de contrarespuesta ante los escenarios de devastación que ya empezamos a vivir en el marco de la competencia estratégica del siglo XXI.

Abner Munguía Gaspar

Abner Munguía Gaspar: Doctorante en Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.

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