Carta Abierta al Papa Francisco desde Siria

Santo Padre,

Dentro de unos días el mundo entero celebrará, de una forma u otra, el aniversario de la Natividad de Jesús.

Me hubiera gustado presentarle mis mejores deseos en su calidad de Su Representante en la tierra, pero me detuve por una razón tan simple como grave.

Jesús se identificó frecuente y claramente con todo ser humano, especialmente con el que sufre, y estos son hoy miles de millones en todo el mundo, en particular en el mundo árabe, y más aún en Palestina, Yemen, Libia, Irak, Líbano, Sudán y Siria, mi patria.

¡Pero usted, deja creer, de hecho y de verdad, que ignora a todos estos que sufren!

¡Usted se contenta con animar a la gente a rezar por la paz! Ni una sola vez le he oído condenar a los potentados de este mundo, particularmente a los de los Estados Unidos y sus lacayos en Inglaterra, Canadá, Australia, Francia, Alemania, Italia y varios países árabes, que han estado persiguiendo durante décadas la sistemática destrucción de todos estos países, a sangre fría, ferocidad calculada y gastos astronómicos.

Si Jesús hubiera estado en su lugar, ¿habría alentado solamente a la oración?

Además, usted emprende viajes a muchos países, entre ellos Estados Unidos, a fines de septiembre de 2015 y a Canadá, hace casi dos meses para disculparse por los actos atroces cometidos hace mucho tiempo dentro de las instituciones educativas católicas. También usted ha viajado a países árabes, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, Irak y Bahréin, con el objetivo de recordar la importancia de la convivencia islámico-cristiana, cuando ve claramente, como todos, que hay un proyecto tenaz de vaciar, por todos los medios ilegales, el Oriente árabe de sus cristianos originales, empezando por Palestina, ¡por los lindos ojos de Israel!

Su Santidad,

Usted representa al mismo Jesús que literalmente se identificó con todas las personas sufridas en el mundo, ¿por qué este silencio absoluto, y que en consecuencia lo practican, junto a usted y como usted, todos los responsables de las Iglesias occidentales, con respecto a los potentados de este mundo, que pisotean todos los valores y sofocan todas las esperanzas entre los miles de millones de los hijos de Dios en todo el mundo? ¿Por qué?

Su Santidad, voy más allá.

Hace casi dos meses, una delegación internacional presidida por la Sra. Alena Duhan, visitó Siria durante doce días. Luego hizo una declaración de condena al embargo inhumano impuesto a Siria luego de una guerra injusta de diez años.

Una funcionaria de las Naciones Unidas condena las injustas sanciones internacionales tomadas contra mi país sabiendo que corre el riesgo de perder su trabajo, o incluso peor aún y el Representante de Jesús en la tierra guarda silencio, y con él y como él, lo hacen todos los responsables de las Iglesias occidentales, ante tantas y tantas otras injusticias que invaden el mundo, hasta el punto de amenazar la supervivencia de toda la existencia en nuestro espléndido planeta. Este es un hecho al que no encuentro ni explicación ni justificación.

Le ruego aceptar de mí, como un sacerdote católico de 90 años de edad, este nuevo reproche que le dirijo en forma de carta abierta, con el sufrimiento, la verdad, el respeto y la esperanza. Lo hago con mi sentido del deber, tanto hacia Jesús como hacia usted, su Representante en la tierra, como hacia mi patria crucificada y hacia cada persona que sufre.

Su Santidad,

Usted sabe perfectamente que Nuestro Señor Jesucristo visitó Damasco varias veces, entre 1984 y 2014, y en todas estas visitas pronunció mensajes de extrema importancia y peso, tocando a veces la injusta guerra librada contra Siria y todo su pueblo.

¿No merece Damasco que usted la visite también para rezar con todos sus hijos, tanto cristianos como musulmanes, y acelerar ‘su resurrección’ ante el mundo como prometió el mismo Señor?

Santo Padre, le ruego no subestimar mi deseo.

Padre Elias Zahlaoui

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