El reciente quiebre de los precios del petróleo dinamiza al mercado mundial hacia una dinámica de crisis no experimentada en los últimos 150 años. Al mismo tiempo pone de relieve las fragilidades que enfrentará el sistema económico mundial, ya que el desplome en poco más de 300 % del precio del petróleo presuponen que el valor de cambio de esta materia prima refleja las fricciones que no logra superar el actual sistema económico, detenido por la extensión de la pandemia por Covid-19 hacia todos los rincones del mundo. Es fundamental enfrentarlo: la expansión económica ha terminado.

Este proceso acelerará las discrepancias políticas especialmente hacia el interior de los países productores que son ampliamente dependientes de las exportaciones de petróleo para ajustar sus respectivos esquemas presupuestarios. Tales son los casos de la mayor parte de los países al interior de la OPEP Plus. Es posible visualizar una tendencia de una caída aún mayor de precios petroleros durante el mes de mayo, una caída de tal magnitud que podría llevar al precio del petróleo en el umbral de los – 100 dólares el barril de crudo, toda vez que se espera que hacia mediados del próximo mes las capacidades de almacenamiento de los países exportadores de petróleo se encuentren llenas a su total capacidad. Ante tal escenario se torna interesante observar como los principios económicos del neoliberalismo centrados en las libertades del mercado y la no intervención gubernamental no se cumplen, ni siquiera al interior de los Estados Unidos, ya que es el propio gobierno norteamericano quien se ofrece a comprar todo el petróleo excedente de sus productores de fracking locales, aun así, la reserva estratégica de petróleo alcanzará un límite de almacenamiento máximo.

Estos elementos se vuelven importantes en un contexto de año electoral, toda vez que la crisis de precios en el mercado petrolero es previsible que golpee con gran fuerza a los Estados Unidos, no solo por los poco más de 12 millones de desempleados que ha generado la crisis del Coronavirus al interior de la unión americana, sino especialmente porque la dinámica de conflicto político se focalizará en estados que resultarán claves en el próximo ejercicio electoral. El principal estado donde esta dinámica de conflicto político y económico será visible es el estado de Texas.

Texas se vuelve el territorio clave dentro de la estrategia política y electoral del presidente Trump. Texas es central debido a que en ese estado converge la dinámica de composición económica, así como epicentro de la revolución de la producción de petróleo de lutitas. Al momento de redactar estas líneas el estado de Texas se vislumbra como factor clave para que el presidente Trump pueda llevar a cabo su reelección, debido a que continúa siendo un ancla dentro de la estrategia electoral del partido Republicano, especialmente por el número de votos electorales que posee ese estado, ya que al totalizar un monto de 38 votos, resulta fundamental para la estrategia trumpista evitar a toda costa que Texas siga un patrón político y electoral similar al de California que con un peso de 55 votos electorales y que fue transitando hacia una política liberal y más proclive a los intereses de minorías así como de migrantes, situación que empezó a suceder desde los años de Richard Nixon.

Además, Texas desde la lógica electoral no solo tiene un peso fundamental, ya que adicionalmente se suma el papel demográfico que desempeñan los mexicanos ya que a pesar de que no ser contabilizados como mayoría, se espera que para las próximas elecciones presidenciales sean un factor clave en la definición de dichos comicios, lo cual pone a Trump de cara a una contradicción ideológica fundamental, ya que tendrá que satisfacer a sus bases populares de base étnica y racial blanca con los discursos antimexicanos y con un fuerte tono nacionalista, pero al mismo tiempo necesita que los mexicanos e hispanos de Texas no se dejen seducir por el discurso demócrata, proclive al globalismo, multiculturalismo y políticamente más cercano a los hispanos, aunque en la praxis política sean desechables por el propio partido demócrata.

Esta contradicción ya la enfrenta Trump al momento en que decidió nombrar a los trabajadores del campo como esenciales para la seguridad alimentaria de los Estados Unidos, se torna cada vez más evidente que Trump no podrá conciliar el discurso con la acción política, donde cada vez más la comunidad hispana y especialmente la mexicana desempeñarán un papel político activo y decisivo, el choque de civilizaciones como lo planteo Huntington en los años  90 se desarrollará al interior de Estados Unidos y particularmente al interior del estado de la estrella solitaria.

Asimismo, Texas es el epicentro de la conflictividad petrolera que se visualiza como un gran problema para los Estados Unidos, ya que se estima que al menos 50% de empresas orientadas hacia la fracturación hidráulica quiebren en los próximos meses, lo cual se acelerará por el esquema de flujos de capital de riesgo que las mantuvieron por años en funcionamiento, lo cual desnuda la inoperancia del modelo de negocio que plantearon dichas empresas y que se intentó vender al mundo como la panacea energética y que resolvería los problema de abastecimiento petrolero.

Esta dinámica marcada por desempleo, desaceleración de la industria petrolera y un ascenso demográfico con ejercicio de facultades políticas de población de origen mexicano, parecen ser claves para que Trump pueda ser derrotado en la próxima elección presidencial por su oponente demócrata Joe Biden. Las fracturas políticas y de discurso se han acelerado con la caída de los precios del petróleo, el colapso del mercado en un contexto de pandemia acelerará el colapso de los Estados Unidos.

Abner Munguía Gaspar

Abner Munguía Gaspar: Doctorante en Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.