Un Mercosur que mira al norte, lejos del sueño de la Patria Grande y orientado hoy bajo el mando del ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro, va ahora en busca de más tratados de libre comercio y por una alianza ”con menos ideologías”.

‘Queremos que cada país sea autónomo, democrático y que cada uno sea grande. Como está diciendo (Donald) Trump ‘queremos una América grande’, así se refirió el Bolsonaro a este Mercosur tras señalar que apuesta por trabajar en el comercio mundial ‘sin trabas ideológicas’.

Con un marcado giro hacia Estados Unidos y una visión promercado, Bolsonaro asumió la víspera de manos de su par argentino Mauricio Macri el martillo que acredita a esa nación como presidenta pro-témpore del bloque por los próximos seis meses con el acento en expandir las fronteras comerciales.

Los ecos del acuerdo con la Unión Europea, celebrado con algarabía por Macri, resonaron en la 54 Cumbre que tuvo como sede a la Estación Belgrano de esta ciudad y fue uno de los temas que marcó la agenda de de la cita, que apostó por abrir aún más las fronteras.

El ojo ahora será lograr otros tratados con el EFTA -que integran Suiza, Islandia, Noruega y Liechtenstein- y Canadá, mirando también a Asia e ir por más tratados de libre comercio con Estados Unidos.

Algunos analistas cuestionan cuánto pierde y cuáles son las desventajas de este convenio frente a los poderosos países de Europa, y sobre todo cómo beneficiará desmedidamente a los europeos y profundizará la dependencia económica de los países desde este lado del sur.

Esto es ‘una señal de que este es un bloque abierto, competitivo y dinámico, comprometido con la integración y el comercio’, consideró Macri durante la sesión plenaria de la cumbre de líderes, en la que participaron también en calidad de estados asociados los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Chile, Sebastián Piñera.

Mientras el mandatario paraguayo Mario Abdo Benítez confió en que el convenio con la UE abre oportunidades y citó como ejemplo el arancel cero a los productos del Mercosur, Bolsonaro manifestó que ayudará a modernizar las economías, estimular el crecimiento y generar puestos de trabajo.

Por su parte el presidente Evo Morales, cuyo país está en proceso de adhesión al Mercosur, insistió que cada tratado o convenio debe estar dirigido a atender las necesidades de los más humildes, los más pobres y olvidados.

Más allá de los bombos y platillos al convenio con la UE, los líderes del bloque coincidieron en fortalecer el Mercado Común del Sur con los retos actuales por delante, adaptándolo a los nuevos desafíos.

De lo celebrado, además de las varias declaraciones conjuntas rubricadas, estuvo el tratado al interior del bloque de eliminar para sus países fundadores (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), el cobro del roaming, un beneficio directo para sus ciudadanos.

Venezuela una vez más estuvo ausente por estar suspendida por ‘tiempo indefinido’ en 2017 tras una Reunión Extraordinaria a la cual no tuvo acceso este país, entonces en ejercicio del cargo, impedido de terminar su mandato bajo el argumento de incumplir con el Protocolo de Adhesión.

Como era de esperar, Macri y Bolsonaro no perdieron oportunidad para cargar contra ese país y volvieron a legitimar como única autoridad al autoproclamado presidente interno Juan Guaidó, visión que comparte con otros de sus pares del Mercosur. Al final emitieron unan declaración conjunta al respecto, que no fue rubricada por Bolivia.

La Cumbre transcurrió con repicar de tambores de fondo de organizaciones sociales y políticas que se concentraron cerca del lugar para rechazar ‘el plan de ajuste y entrega de los gobiernos de Argentina y de Brasil’ y lo que consideran un retroceso que proponen algunos mandatarios dentro del bloque.

Desde el Parque Alberdi, en el centro de la ciudad, y marcharon hasta la Estación Belgrano. Un día antes, representantes de distintos colectivos habían encabezado una contracumbre, la de los pueblos, para defender el el modelo que el movimiento obrero desea para la región.

Termina así otra Cumbre con un Mercosur en las manos de un Bolsonaro más orientado al norte, quien dejó claro ‘que no quiere una patria grande en Suramérica’.

Maylín Vidal