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Del «Black Power» al «Black Lives Matter» (III)
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Global Research, julio 08, 2020
La Jornada
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La histórica Conferencia que en julio de 1967 reunió por única vez a las cinco corrientes más representativas del Black Power en Newark (Nueva Jersey), tuvo lugar entre el asesinato de Malcolm X (21 de febrero de 1965) y la ley del derecho al voto promulgada por el presidente Lyndon Johnson seis meses después, así como el asesinato de Martin Luther King (4 de abril de 1968).

Tres años en que 100 ciudades de Estados Unidos (Los Ángeles, Chicago, Detroit, Cincinatti, Cleveland, Filadelfia), fueron pasto de las llamas, motines y saqueos, con cientos de asesinatos y miles de heridos. En México, un coletazo simbólico de aquella rebelión pudimos apreciarlo en los Juegos Olímpicos de 1968, cuando los atletas Tommie Smith y John Carlos (oro y bronce en 200 metros planos), realizaron desde lo alto del podio el saludo del Black Power, puño en alto enguantado en negro.

Las propuestas radicales de la Conferencia de Newark, quedaron en minoría. El SNCC (siglas en inglés del Comité Coordinador de Estudiantes No-violentos) proponía el control total de las comunidades en barrios y guetos para cooptar los intereses comerciales blancos, las cortes de justicia y la policía. Y representada por los Panteras Negras instaba a formar alianzas con radicales blancos y antirracistas, dando importancia a los lazos con el tercer mundo, en lucha contra del enemigo común: el imperialismo estadounidense.

Luego, alzaron vuelo las diferencias entre Huey P. Newton y Bobby Seale (fundadores del partido de los Panteras Negras) y el brutal choque ideológico y político entre Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver.

Stokely se exilió en Guinea junto con su esposa, la cantante Miram Makeba (la de Pata-pata), donde el presidente y líder anticolonialista Ahmed Sekou Touré (1922-84) lo nombró asesor y vicepresidente honorario del país. Allí murió de un cáncer de próstata, a los 51 años (Conakry, 1998).

Por su lado, Eldridge Cleaver (autor de Alma encadenada, libro extraordinario escrito en prisión y publicado por Siglo XXI en 1974), arrojó la toalla. Después de su exilio en Cuba, Argelia y Francia, regresó a Estados Unidos (1975) y se entregó a la FBI. Cleaver pasó una temporada en la cárcel y terminó defendiendo el sionismo israelí, atacando a los árabes por esclavistas, adhiriendo a la secta anticomunista Moon, y haciéndose mormón y republicano conservador hasta su muerte, a los 62 años (California, 1998).

Asimismo, Huey P. Newton tuvo un triste y desquiciado final. En 1977 regresó de su exilio en Cuba, se entregó a la FBI, fue juzgado y encarcelado varias veces, y asesinado en un confuso episodio de drogas, armado por la FBI (Oakland, 1989). Y Bobby Seale (84 años) vive en Oakland. En 1987, Seale publicó la autobiografía A lonely rage ( Rabia solitaria), escribe libros de cocina, es consejero de una fábrica de helados, trabaja en los barrios pobres y, posiblemente, quedó enterado de que el escritor chileno Roberto Bolaño (un commodity literario inflado por la industria editorial española) lo pintó con crueldad en la novela 2666, que mereció el calculado elogio de Oprah Winfrey, superstar negra de la tv estadounidense.

Volvamos a la Conferencia de Newark, y las tres corrientes opuestas a las Panteras Negras y el SNCC:

Capitalismo negro. Defendido por nacionalistas musulmanes que criticaban la caridad gubernamental y llamaba a los blancos a que proporcionaran capital y créditos a los hombres de negocios negros.

Participación electoral. Suerte de política étnica cuyo objetivo apuntaba a colocar a hombres negros, en cargos públicos.

Integración. Esfuerzo organizado, en lugar de individual, para entrar en el sistema (buscar posiciones altas en empresas, obispados, decanatos de catedrales, superintendencias de escuelas, bancos, tiendas, compañías de inversiones, bufetes jurídicos, agencias cívicas gubernamentales y fábricas).

En la campaña presidencial de 1968, Robert Kennedy (demócrata) y Richard Nixon (republicano), prestaron mucha atención a los puntos referidos. Kennedy logró que militantes negros de Indiana trabajaran en su equipo, pero fue asesinado en junio de aquel lóbrego año. Y Nixon pedía “más propiedad negra, orgullo negro, empleos negros… poder negro en el sentido más constructivo”.

Según Nixon, los militantes negros debían esforzarse por convertirse en capitalistas para participar en la riqueza. Una posición que la revista Ebony, dirigida a la clase media negra y orientada hacia la integración, sostenía desde inicios de 1968.

Roy Innis, director nacional del Congreso por la Igualdad Racial (CORE, por sus siglas en inglés), describió a Nixon como el único candidato que entendía las aspiraciones de los negros. Pero su gobierno frenó los progresos realizados, dando razón a los radicales: una cara negra en un cargo público, no es poder negro.

José Steinsleger

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