EE.UU. y la opción de un ataque nuclear "quirúrgico" contra Irán
Si el primer escenario, con un ataque demoledor sobre las instalaciones militares y nucleares iraníes, no se cumple, podría activarse un segundo escenario con una guerra irregular (o asimétrica) para la cual Washington y Tel Aviv no están preparados, dado que (y al margen de la supremacía abrumante de su poder aéreo y naval) carecen de capacidad para una ocupación terrestre generalizada en Irán y el Medio Oriente, donde deberían enfrentarse al aparato militar iraní (convencional e irregular) compuesto por dos millones de efectivos movilizados y en capacidad de combate.
La interactividad fluctuante de estos dos escenarios, hace que el éxito o el fracaso del ataque sionista se mida por el «factor tiempo».
Y es aquí, en el «factor tiempo» (de acuerdo con la lógica militar), donde ingresa la «opción nuclear» (como alternativa a la opción militar convencional) para asegurar un ataque sorpresa demoledor que deje sin capacidad de defensa al mando militar iraní, y desate una crisis política interna lo suficientemente fuerte, que posibilite el derrocamiento del régimen de los ayatolas, el objetivo político de máxima que guía a la operación militar planificada contra Irán.
Ni EE.UU. ni Israel, pueden poner en peligro el objetivo central de la operación contra Irán: El control militar estratégico del llamado «triángulo petrolero», que concentra más del 70% de las reservas energéticas mundiales, y va del Mediterráneo oriental vía el Medio Oriente y Asia Central hasta Asia Suroriental.
La «opción nuclear»
En abril de 2006, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, y respondiendo a un periodista que había preguntado si las opciones con Irán incluían la posibilidad de realizar un ataque nuclear, el presidente de EE.UU., George W. Bush, afirmó que todas las opciones, incluso el uso de la fuerza atómica, «están sobre la mesa» para impedir que Irán desarrolle armas nucleares.
Era la primera que Bush, ante la pregunta de si EE.UU. barajaba la posibilidad de un ataque nuclear contra Irán, respondía afirmativamente incluyéndolo tácitamente como parte del «uso de la fuerza».
Cuatro años después, en la cumbre nuclear celebrada en Washington, Obama y su administración recogen el legado de Bush y ponen al «terrorismo nuclear» en el centro de la amenaza contra EE.UU.U y Occidente.
«La doctrina nuclear contiene un serio llamamiento dirigido a Irán y Corea del Norte. Estamos haciendo una excepción a los países como Irán y Corea del Norte, que no acatan los principios del Tratado de No Proliferación», expresó Gates la semana al presentar el documento de la nueva doctrina estratégica nuclear estadounidense.
«La doctrina nuclear de EE.UU. de hecho no excluye la posibilidad de asestar un golpe contra Irán y Corea del Norte», añadió el jefe del Pentágono.
«Como el presidente ha dejado claro, el peligro más inmediato y extremo es el terrorismo nuclear, al-Qaeda y sus aliados extremistas están buscando armas nucleares. Debemos asumir que las usarán si logran obtenerlas», precisó Gates en la misma línea que Obama y la secretaria de Estado Hillary Clinton.
La postura de la Casa Blanca gerenciada por Obama coincide con diferentes proyectos presentados en el Congreso de EE.UU. por demócratas y republicanos, situando al «terrorismo nuclear» como nueva hipótesis de conflicto.
Desde hace cuatro años, la movida «antiterrorista nuclear» en el Congreso estadounidense coincide, con los informes periódicos de la 16 agencias de inteligencia USA que señalan que la red terrorista de Al Qaeda está en capacidad de usar armas «químicas, biológicas y nucleares» en un hipotético ataque contra EE.UU..
Los informes de la inteligencia estadounidense se complementan con los realizados por los servicios británicos, que advierten continuamente que Al Qaeda y algunas variantes del «terrorismo islámico» ya cuentan -o están en proceso de contar- con armmas nucleares capaces de activar explosiones limitadas, pero de efecto devastador, en ciudades claves de Europa o de EE.UU..
En estas hipótesis también coinciden el resto de los servicios de inteligencia de las potencias europeas embarcadas en planes comunes y en programas de intercambio para la «guerra contra el terrorismo», también ya han adoptado la tesis del «terrorismo nuclear» como nueva hipótesis de conflicto.
Pero, lo más sugestivo, es que todas las hipótesis coinciden en situar una presunta relación Irán-Al Qaeda como la base de despegue internacional del «terrorismo nuclear» a escala internacional.
En la opinión de muchos especialistas militares de EE.UU. la nueva hipótesis prendió con fuerza entre los funcionarios de primera línea de Washington y del Pentágono, a tal punto, que en las comisiones especiales del Congreso de EE.UU. ya se debate la asignación de recursos para las ojivas nucleares de misiles estratégicos.
Nancy Pelosi, líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, vienen señalando que las recomendaciones formuladas por la comisión sobre la prevención del «terrorismo nuclear» son prioritarias para su partido.
En un documento del Pentágono, difundido en el 2007, se señalaba que EE.UU. se prepara para actuar en dos guerras simultáneas contra el «terrorismo» , y en conflictos irregulares y prolongados como en Irak.
Asimismo se anunciaba un incremento de las fuerzas especiales, y reforzamiento de la CIA y de las fuerzas especiales del Pentágono en operaciones de rastreo y exterminio de «terroristas» en posesión de armamento nuclear.
El documento hablaba de una guerra de cuatro años contra el terrorismo y refleja la visión del Pentágono de que los futuros «desafíos» vendrán más probablemente de adversarios como la «red Al Qaeda» que de naciones armadas de manera convencional.
»Esta guerra requiere que las fuerzas armadas de Estados Unidos adopten enfoques indirectos y no convencionales», señala la denominada Quadrennial Defense Review difundida en febrero de 2007.
«Mini-bomba nuclear» camuflada
Según advierten expertos militares y medios estadounidenses y europeos, la nueva doctrina militar y los planes del Pentágono contemplan dar golpes demoledores y de extrema precisión al «terrorismo internacional» utilizando armas nucleares tácticas de «baja intensidad» (ataque nuclear «quirúrgico).
Rusia y sus expertos vienen denunciando una treta para incorporar a los «Trident», ojivas nucleares de «bajo rendimiento» («mini-bombas» nucleares), para ser utilizadas, por ejemplo, en objetivos situados en países del «eje del mal» que se encuentren en la mira de invasión de Washington, como es el caso de Irán.
Los informes rusos renovaron los temores y advertencias de los expertos respecto de planes del Pentágono para efectuar ataques nucleares de «extrema precisión» en blancos caracterizados como búnkeres del «terrorismo nuclear», un concepto que podría englobar -por ejemplo- a las usinas iraníes.
En 2007, el diario The Washington Post publicó la opinión de dos ex secretarios de Defensa de EE.UU., Harold Brown (1977-1981) y James R. Schlesinger (1973-1975) quienes proponian instalar ojivas no nucleares en misiles estratégicos norteamericanos, en primer lugar, en los SLBM lanzados desde submarinos Trident II D5.
Tras el revuelo que causaron esas opiniones, en los círculos militares estadounidenses comenzó a difundirse la idea de que tales ojivas resultan mucho más eficaces para eliminar «terroristas» que los misiles convencionales de crucero o bombas de aviación en uso.
Según algunos expertos del Pentágono, basta con obtener datos precisos sobre la ubicación de las bases «terroristas», sus coordenadas, para asestar, en cuestión de segundos, golpes demoledores y de extrema precisión contra éstas sin la necesidad de enviar bombarderos, o portaviones con escolta o submarinos.
El Comando Estratégico de Estados Unidos recibió la tarea de crear una sede de fuerzas «antiterroristas» conjuntas »para la eliminación de armas de destrucción masiva y el comando y control inmediato de fuerzas para ejecutar esas misiones», señala un informe del Pentágono.
Según información revelada por los ex secretarios de Defensa de EE.UU., Harold Brown y James Schlesinger, en cada dos misiles «Trident II D5» instalados en los submarinos estratégicos se proyecta sustituir las ojivas nucleares por cuatro ojivas no nucleares de guiado individual.
Al explicar en ferebrero de 2007 a los congresistas el motivo de desarrollar misiles intercontinentales no nucleares de alta velocidad, James Cartwright, comandante del Comando Estratégico de Estados Unidos, dijo: “Se podrá echar a perder en un abrir y cerrar de ojos la oportunidad de golpear el blanco. Por ejemplo, tenemos que aniquilar a los terroristas cuando éstos estén ensamblando sus armas nucleares, porque, de lo contrario, estas armas podrían hacer estragos en Nueva York o en Washington.”
Pero el proyecto, a cuatro años de su revelación, viene levnatando una oleada de críticas, principalmente del lado de Rusia, principal competidora de EE.UU. en el terreno del armamento táctico y estratégico nuclear.
Para los expertos rusos en temas militares, por ejemplo, ningún radar de aviso sobre el ataque nuclear es capaz de discriminar si las ojivas en vuelo son nucleares o convencionales.
Y en todo caso, señalan, ¿quién garantizaría qué el Pentágono utilizaría solo ojivas no nucleares contra objetivos «terroristas» utilizando misiles balísticos intercontinentales?, además de no estar precisado con claridad cuales serían esos objetivos «terroristas».
En general, los especialistas militares rusos expresan temor de que el Pentágono utilice el argumento de las ojivas convencionales insertadas en los sistemas balísticos Trident para eludir controles nucleares.
El principal peligro del anuncio de equipamiento de misiles Trident con ojivas no nucleares -señalan expertos militares rusos citados por la agencia RIA Novosti- es que «EE.UU. podría anunciar que en una determinada cantidad de sus submarinos atómicos están instalados misiles con ojivas convencionales, sin que sea posible comprobar si es así en realidad».
Rusia teme que EE.UU. esconda en misiles decenas o centenares de otras camufladas como «no nucleares», señalaron expertos citados por la agencia RIA Novosti.
Para el Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia, general Yuri Baliyevski, el lanzamiento de los renovados «Trident» es algo muy peligroso, ya que «podría provocar una reacción irreversible en los países que poseen armamento nuclear porque no conseguirán determinar el tipo de ojiva que lleva el misil balístico lanzado ni el blanco que debe batir».
El ataque nuclear «quirúrgico»
Según una decisión del Senado de EE.UU. en 2003, la nueva generación de armas nucleares tácticas o «mini-bombas» nucleares de “bajo rendimiento” con una capacidad explosiva de hasta 6 veces la de la bomba de Hiroshima, son consideradas ahora “seguras para civiles” por su precisión «quirúrgica» localizada orientada a impedir «daños colaterales».
Los manuales militares señalan que esta nueva generación de armas nucleares son «seguras» para el uso en el campo de batalla. Ya no son armas de último recurso. Ya no hay impedimentos u obstáculos políticos para su uso. En este contexto, el fallecido senador Edward Kennedy acusó a la administración Bush de desarrollar “una generación de armas nucleares más utilizables”.
Según el experto estadounidense, Michel Chossudovsky, un plan operativo para realizar «ataques convencionales y nucleares integrados» contra Irán ha estado en un “estado de disponibilidad” desde junio de 2005.
Todas las garantías de la era de la Guerra Fría, que categorizaban a la bomba nuclear como «un arma de último recurso» han sido dejadas de lado, y las acciones militares “ofensivas” utilizando ojivas nucleares son descritas ahora como actos de “autodefensa”, señala Chossudovsky.
En este contexto, las armas nucleares son presentadas como medios para consolidar la paz e impedir “daños colaterales”. El Pentágono ha sugerido, a este respecto, que las «mini-bombas» (con un rendimiento de menos de 5.000 toneladas) son inofensivas para civiles porque las explosiones «tienen lugar bajo tierra».
Como en el caso de la primera bomba atómica, que en boca del presidente Harry Truman “fue lanzada sobre Hiroshima, una base militar”, hoy se pregona que las “mini-bombas nucleares” son “seguras para la población civil adyacente”, afirma Chossudovsky.
De esta forma, las armas nucleares y convencionales son consideradas como «parte de la caja de herramientas», de la cual los comandantes militares pueden elegir y escoger los instrumentos que requieran de acuerdo con el “desarrollo de las circunstancias” en el escenario de la guerra.
Ninguna de estas armas en la “caja de herramientas” del Pentágono, incluyendo las bombas convencionales revienta-búnkeres, las bombas racimo, las mini-bombas nucleares, las armas químicas y biológicas son descriptas como «armas de destrucción masiva» cuando son utilizadas por EE.UU. y sus socios en la coalición, afirma el analista.
La nueva doctrina nuclear de EE.UU. no sólo niega los devastadores impactos de las armas nucleares, sino que no deja lugar a dudas, que las armas nucleares son “seguras” y que su uso en el campo de batalla asegurará un «mínimo daño colateral y reducirá la probabilidad de escalada».
En este escenario, nadie garantizar que las «mini-bombas» nucleares de bajo rendimiento, que han sido aprobadas para su “uso en el campo de batalla”, no estén en planes de ser utilizadas en operaciones futuras de exterminio de bases «terroristas» situadas en países comprendidos dentro del «eje del mal», como es el caso de Irán.
Funcionarios y asesores, tanto de la Casa Blanca como del Pentágono, arguyen constantemente que se necesitan armas nucleares de bajo rendimiento como «disuasivo verosímil» contra estados delincuentes o «protectores de terroristas» (Irán, Corea del Norte).
El «Objetivo Irán»
La especulación en torno a un ataque de EE.UU. contra Irán escaló desde que la revista New Yorker y el diario The Washington Post publicaran en el 2006 que Washington estaría considerando usar armas nucleares tácticas para destruir las instalaciones subterráneas iraníes.
Ambas publicaciones indicaban que los ataques «no se realizarían a corto plazo», pero que la administración Bush «los considera como una opción posible» y prevé usarlos como una amenaza «para convencer a Irán de que esto es algo cada vez más serio».
Una de las opciones para el ataque -según coincidieron las dos publicaciones- comprende la utilización de armas nucleares tácticas de destrucción de búnker, para destruir la principal planta de producción nuclear iraní situada en Natanz, en el centro de Irán, donde se concentran las actividades para el enriquecimiento de uranio.
Citando fuentes del Pentágono, los diarios británicos Sunday Telegraph yThe Times, vienne advirtiendo que ya está listo un plan de bombardeo a los centros atómicos con misiles lanzados desde submarinos y apoyados por oleadas de bombardeos aéreos.
El Pentágono ya está elaborando un plan de ataques devastadores como «último recurso» para bloquear los esfuerzos de Teherán de desarrollar una bomba atómica, señalaba el británico Sunday Telegraph.
Según el diario británico, que citaba a fuentes del Comando Central y Estratégico del Pentágono, EE.UU. está identificando blancos de ataque, en su mayoría plantas nucleares en el país persa, «para determinar cuáles serán bombardeados en una eventual operación».
Otro diario británico, el The Times en distintos informes, viene advirtiendo que el mando estadounidense «considera activamente el uso de la fuerza militar» para acabar con las actividades atómicas de Irán, pese a que sus autoridades aseguran realizar con fines civiles.
Expertos citados por The Times consideraron que Estados Unidos tiene la capacidad de destruir una docena de instalaciones en Irán, calificadas de sitios nucleares, incluso con la utilización de armamento táctico nuclear en los ataques.
Toda esta masa de información proveniente de expertos militares, divulgada desde hace cuatro años por la prensa europea y estadounidense, coincidió con la movida de demócratas y republicanos en el Congreso de EE.UU. señalando al «terrorismo nuclear» como nueva hipótesis de conflicto.
De ahí, a señalar a Irán como blanco del próximo ataque nuclear preventivo, hay un solo paso.
Este proceso, de cuatro años, desembocó finalmente en la cumbre nuclear convocada esta semana por Obama en Washington, que prepara el terreno y la justificación de operaciones militares contra Irán argumentadas bajo la amenaza del «terrorismo nuclear».
Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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