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El abismo gubernamental entre Correa y Moreno
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Global Research, septiembre 07, 2020
Rebelión 5 September, 2020
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El presidente ecuatoriano Lenín Moreno está empecinado en seguir el ejemplo del exmandatario argentino Mauricio Macri, quien para tratar de salvar al régimen cumplió todas las directrices impuestas por Estados Unidos y endeudó al país con el Fondo Monetario Internacional (FMI).  

Moreno, quien cuenta con solo un 18 % de aprobación, acaba de concluir un acuerdo con el FMI (el número 20) por 6 500 millones de dólares. Según la jefa del equipo técnico de ese organismo, Ecuador se compromete a una reducción del gasto relacionado con la crisis; la implantación de un paquete de reformas fiscales que incluya moderación del gasto corriente (salarios, bienes y servicios) y una mejor gobernanza del gasto público.

Los anteriores acuerdos, al igual que el recientemente suscrito con el FMI, exigen drásticos recortes y reformas fiscales, los que han motivado numerosas manifestaciones en el país.

Ante las multitudinarias protestas, que rechazaban las drásticas medidas económicas y sociales, Moreno decretó en octubre de 2019 el estado de emergencia. Los ajustes consistían en eliminar subsidios a los combustibles, bajar beneficios a los trabajadores, reducción del 20 % de los contratos ocasionales, recorte de vacaciones del sector público.

En mayo de este año, pese a la enorme proliferación en el país del nuevo coronavirus que ha colapsado los servicios sanitarios y funerarios, los estudiantes, sindicatos y trabajadores informales desafiaron la cuarentena para rechazar las drásticas medidas que nuevamente anunció el presidente, entre las que aparecían disminución salarial, eliminación de puestos en el sector público, reducción del dinero para las universidades y cierre de empresas estatales.

Pero no obstante su desgaste político, Moreno se aferra a continuar endeudando al país y a la par exprimiendo a sus coterráneos cuando ya se anuncia que la economía ecuatoriana se contraerá este año en un 11 %.

El nuevo empréstito le permitirá cerrar la renegociación de la deuda de bonos global que vencía el 31 de agosto y que en total asciende a 17 375 millones de dólares.

Moreno, bajo el disfraz de ser un fiel miembro del Partido Alianza País y que trabajaría por el bienestar de su pueblo como lo había hecho su antecesor, Rafael Correa, cambió completamente el rumbo tras ganar las elecciones en 2017.

Sus relaciones con Estados Unidos aparecieron de inmediato y se fortalecieron en 2019 con las visitas a Quito de Thomas Shannon, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, David Hale, viceministro para Asuntos Políticos, Mike Pence, vicepresidente, y Mike Pompeo, secretario de Estado. En febrero de 2020, Moreno viajó a Washington donde fue recibido con todos los honores por Donald Trump con quien firmó varios acuerdos.

La crisis económica, social-sanitaria, unida a una corrupción institucionalizada, han dejado a Ecuador en una situación lamentable, con elevados índices de pobreza, desempleo y problemas sociales en los ámbitos de la salud y la educación, todo lo contrario con lo que ocurrió con el Gobierno de Correa que llegó al poder en 2007.

Durante los 10 años del gobierno Alianza País se invirtieron 85 000 millones de dólares en educación, defensa, salud; salieron de la pobreza 2 000 000 de ecuatorianos; los trabajadores duplicaron sus salarios y los empresarios triplicaron sus ganancias; los campos y ciudades mejoraron y el desarrollo social creció.

La llamada Revolución Ciudadana realizó un cambio radical del sistema político, económico y social vigente hasta 2007, que había destruido la economía y la sociedad.

A partir de ese año el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 4,5 % como promedio y los aportes a la inversión pública alcanzaron 25 % para combatir la desigualdad y reducir los índices de pobreza mediante políticas económica-sociales.

Incidió directamente en los logros sociales la recuperación y fortalecimiento de la soberanía sobre los recursos de la nación y en específico la rama petrolera, lo cual permitió que el PIB pasara de 46 000 millones de dólares en 2007 a 110 000 millones de dólares en 2016.

El crecimiento económico unido a una consecuente política social facilitó construir decenas de escuelas, hospitales, miles de kilómetros de carreteras e hidroeléctricas.

En 2016, las familias ecuatorianas cubrían el 94 % de la canasta básica con sus ingresos, mientras que antes solo llegaba al 60 %.

Con una inversión en la salud pública de más del 700 %, y en educación del 400 %, se impulsó la gratuidad de esos sectores; creció la asistencia a los ancianos y el apoyo a madres solteras cabezas de familias, mediante el Bono de Desarrollo Humano. El desempleo se ubicó en 4,5 %, la pobreza se redujo al 7 %.

Se entregó un bono de 50 dólares mensuales a las madres para que enviaran a sus hijos a las escuelas (donde recibían además alimentación) con la consecuente disminución del trabajo infantil que en esos tiempos afectaba a cerca de 550 000 menores.

En fin, a grandes rasgos se pueden observar las enormes diferencias entre el régimen neoliberal reinstaurado en Ecuador por Moreno y el de Correa que durante 10 años trabajó por el bienestar de su pueblo.

Hedelberto López Blanch

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