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El ataque a Siria anuncia más terror y violencia
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Global Research, abril 08, 2017
Periodismo Libre 7 April, 2017
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El ataque de Estados Unidos a la base de la Fuerza Aérea de Siria en Al Shayrat, efectuado este jueves 6 de abril, favorece al terrorismo islámico y compromete la estabilidad internacional.

El bombardeo con 59 misiles Tomahawk ocurrió dos días después de que, según la prensa internacional -que es afín a los grupos que promueven la guerra en el mundo-, el régimen sirio de Bashar Al Asad utilizara gas sarín contra terroristas del Estado Islámico (también conocido como Daesh), en la provincia de Idlib.

El negro antecedente de Irak

Nuestra razón para afirmar lo anterior se sustenta en que el gobierno de los Estados Unidos, a cargo entonces del republicano George Walker Bush, utilizó el falso argumento de que Irak tenía armas químicas para poder derrocar a su antiguo aliado, Saddam Hussein. (Esto, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, contra las Torres Gemelas y el Pentágono)

Walker Bush fue sencundado en su mentira por el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y por José María Aznar, quien se desempeñaba como jefe de Gobierno de España. Otro cómplice fue Silvio Berlusconi, primer ministro italiano, en esa época.
En un discurso del 7 de octubre de 2002, Bush afirmó en Cincinnati, Ohio, que Irak poseía y producía armas químicas y biológicas y que Saddam Hussein estaba reconstruyendo su programa de armas nucleares. Con ese pretexto, inició la invasión a Irak el 20 de marzo de 2003.

El discurso de Bush en Cincinnati tuvo un importante antecedente en las declaraciones hechas por Blair el 24 de septiembre de 2002. Con la mayor desfachatez, aseguró que el programa de armas de destrucción masiva de Irak no estaba clausurado y que en ese momento, todavía estaba funcionando.

De manera simultánea a las declaraciones de Blair, el gobierno del Reino Unido divulgó un “informe” sobre el supuesto arsenal prohibido de Hussein, diciendo que estaba “más allá de toda duda”.

La mentira, sin embargo, quedó al descubierto.

El ahora expresidente George Walker Bush, en su libro Decision points (Puntos decisivos), publicado en noviembre de 2010, reconoció que envió a las tropas norteamericanas a luchar a Irak con base en información de inteligencia que, “en parte”, resultó ser falsa.

Cabe recordar que Walker Bush, quien gobernó a los Estados Unidos del 20 de enero de 2001 al 20 de enero de 2009, ordenó, previamente, la invasión de Afganistán y la elaboración de un ataque encubierto contra Siria. Desde entonces está amenazada la República Árabe de Siria.

Trump no ha exhibido pruebas contundentes contra Siria

El pasado martes 4 de abril, las agencias internacionales de noticias dieron cuenta de que el gobierno del presidente sirio Bashar Al Asad utilizó armas químicas (aparentemente gas sarín), contra “rebeldes” atrincherados en la ciudad de Jan Sheijun, de la provincia de Idlib. El hecho dejó 84 civiles muertos, entre ellos, 27 niños, así como 550 personas lesionadas.

Cuarenta y ocho horas después, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ordenó la ofensiva contra la base aérea siria desde el cual -según él- se lanzó el ataque químico contra Jan Sheijun.

Trump y los demás líderes mundiales que han condenado a Siria, no han dado pruebas contra el régimen de Asad. Esto es grave, si se toma en cuenta el antecedente de la guerra contra Irak, detallado líneas arriba.

Más guerra, más muertos, más heridos, más terror

En agosto de 2013, el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, contempló la posibilidad de un ataque militar directo contra Siria, luego del uso de armas químicas (gas sarín o cloro) que mató a mil 400 personas en el barrio de Guta Oriental, próximo a la capital, siria de Damasco.

Trump, en su calidad de magnate, rechazó, en ese momento, cualquier ofensiva contra Asad. Vía twitter dijo: “¡No ganamos nada, y sólo nos ocurrirán cosas malas!”

Siria, por su parte, se adhirió a la Convención sobre las Armas Químicas y permitió la supervisión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), la cual anunció la destrucción total de las armas químicas del gobierno sirio, el 5 de enero del año pasado.

El ataque químico del pasado martes contra la ciudad de Jan Sheijun pudo deberse a:

a) Que Al Asad haya ocultado algunos arsenales químicos y haya utilizado parte de ellos.

b) Que las armas químicas utilizadas el pasado martes hayan sido lanzadas por las fuerzas mercenarias que intentan derrocar a Asad, con la venia de Occidente.

Sea lo que fuere, los beneficiarios serán, otra vez, los señores de la guerra, porque si Asad cometió tal torpeza -lo que se ve poco probable- avanzarán en su proyecto de controlar el Medio Oriente, para ponerlo bajo su control.

Si el gobierno sirio es el culpable, la guerra se endurecerá, hasta que a Al Asad le pase lo que a Saddam Hussein o al ex líder libio, Muammar el Khadafi.

Por lógica, seguirá la venta de armas de todo tipo, para gozo de las empresas alineadas con Washington, París y Londres.

En cambio, si Asad y su régimen son inocentes, el Partido de la Guerra, que quiere seguir dominando en Estados Unidos, hará hasta lo ilegal, con tal de someter a Trump y hacerlo que guerree. Las cabezas visibles de ese gobierno secreto son los Bush, los Clinton y Obama.

¿Una nueva guerra fría?

El secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, llegará a Moscú el próximo 11 de abril, para reunirse con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov. En la agenda figuran temas como la crisis de Crimea y del sureste de Ucrania, el potencial nuclear norcoreano y… ¡la crisis de siria!

Tillerson llegará a la capital moscovita para defender la tesis del presidente Trump, en el sentido de que Siria cruzó la línea roja al atacar con armas químicas a gente inocente. Sus anfitriones piensan lo contrario. El presidente Vladimir Putin consideró que el bombardeo contra Siria es una agresión a un Estado soberano, que violó las normas del derecho internacional, bajo un “pretexto inventado”.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia dijo, por su parte, que la crisis de Siria pretende desviar la atención de lo ocurrido en la ciudad de Mosul, la segunda en importancia de Irak, donde la aviación aliada mató a más de cien civiles inocentes el 17 de marzo pasado, con el pretexto de atacar posiciones del Estado Islámico.

Trump y Putin, las figuras clave

El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, serán las figuras clave para el Medio Oriente y el mundo occidental.

Si Trump se somete al Partido de la Guerra, veremos que no sólo caerá Siria, sino que Europa y Estados Unidos serán sometidos a nuevos atentados de grandes dimensiones. ¿Por qué? Porque la Industria del Terror deja miles de millones de dólares en ganancias cada año y porque, además, favorece un intervencionismo descarado en la seguridad nacional de los países, bajo el argumento de que el terrorismo hace peligrar al mundo entero. El sofisma es muy sencillo:

  • El terrorismo es una amenaza global.
  • Ningún país debe proteger a terroristas.
  • La seguridad global está por encima de la soberanía nacional.

El combate al yihadismo, por lo tanto, permite controlar gobiernos.
Pero si Trump se resiste o, aun, da marcha atrás, entonces le fabricarán otro 11 de septiembre, que será replicado en las grandes capitales europeas.

Trump quiere reelegirse en 2020. Y sólo tiene dos opciones: volverse un operador del Partido de la Guerra o mantenerse en su postura de evitar un conflicto global con Rusia y China. De hecho, ordenó el ataque contra Siria antes de que el presidente chino Xi Jinping llegara a su casa de descanso en Florida, para discutir la situación la relación bilateral y la situación mundial.

Derrocar a Asad le significará romper con Putin quien, por otro lado, buscará la reelección el próximo año.

Los medios de comunicación del Partido de la Guerra atacan a Putin por el lado de la corrupción. Y estarían felices de que Rusia fuera expulsada de Siria (con lo estratégico que esto significa por las enormes reservas de gas y petróleo que tiene este país).
Una derrota rusa en Siria significaría para Putin perder cualquier posibilidad de reelección.

El Partido de la Guerra lo sabe muy bien y controla a los terroristas, con los que tratará de descarrilar tanto a Trump como a Putin.

Jorge Santa Cruz

Jorge Santa Cruz: Periodista mexicano.

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