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El choque de civilizaciones y la 4ª Transformación
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Global Research, marzo 26, 2019
La Jornada 26 March, 2019
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Debemos a los pensadores Guillermo Bonfil (1935-1991), de México, y Darcy Ribeiro (1922-1997), de Brasil, el haber reconocido a los pueblos indígenas de América como portadores de culturas milenarias bajo la categoría de civilizaciones. Para los intelectuales eurocéntricos, incluidos los más radicales, los pueblos originarios siempre fueron reminiscencias del pasado, sectores arcaicos o primitivos a los que habría que desarrollar.

Hoy esa aportación teórica se ha vuelto fundamental porque el mundo moderno e industrial es ya una civilización fatigada, que o se renueva o colapsa. Los pueblos indígenas del mundo son entonces las principales reservas civilizadoras del planeta. A mi juicio, reconocer o no esta premisa es determinante para construir una política verdaderamente emancipadora y liberadora. Hoy el reto mayor es superar la crisis ecológica y social que no es exclusiva de México, sino global, y cuya resolución se torna cada día más urgente. Hoy, un gobierno de izquierda que no contemple este desafío, que no enfrente esta encrucijada, está condenado al fracaso.

La Cuarta Transformación (4T) comienza a mostrar problemas, a revelar fisuras y contradicciones. No han pasado más que 100 días, y la 4T comienza ya a mostrar dientes de cobre, en franca contradicción con sus proyectos más nobles y esperanzadores. A la despiadada imposición del Proyecto Integral Morelos (la termoeléctrica de Huexca), parecen seguirle el del Tren Maya y el Proyecto Transístmico.

Hay otros, sin embargo, que me parecen más graves y emblemáticos: como los que amenazan a los pueblos nahuas, totonakús y mestizos que habitan en la Sierra Norte de Puebla. En México existen más de 500 conflictos socio-ambientales, y de todos ellos son los de esa región tropical los que han levantado la más formidable resistencia biocultural. Paradójicamente, ahí también se desarrollan y consolidan los proyectos de autogestión más esperanzadores del país, que deberían multiplicarse por todo el territorio.

Hasta 2016 en el estado de Puebla habían sido otorgadas 753 concesiones mineras. En la Sierra Norte de Puebla se concentran buena parte de esos proyectos: 189 títulos de 18 empresas que suman 372 mil hectáreas equivalentes a 38 por ciento de lo concesionado en la entidad. Las principales mineras son Almaden Minerals, Freeport-McMoRan, Autlán Holding e Industria Peñoles, además de inversionistas particulares. Por otro lado, existen ya 232 pozos para la extracción de gas y petróleo mediante la técnica del fracking y están en la mira de Petróleos Mexicanos 448 mil hectáreas de 35 municipios. Por su parte, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) contempla instalar fuentes de energía en apoyo a la minería y la extracción como la controvertida Subestación de Cuetzalan que fue rechazada masivamente. Toda una guerra de destrucción.

Ante ello, la resistencia de la civilización mesoamericana ha sido extraordinaria. En siete años se han ido agregando a la defensa del territorio decenas de pueblos de una veintena de municipios, logrando una poderosa organización regional: el Consejo Tiyat Tlalli que ensambla a casi 250 comunidades, y que ha realizado 28 asambleas multitudinarias de hasta 8 mil asistentes. Dos han sido las acciones del nuevo gobierno antineoliberal en esta región.

Por un lado, darle el apoyo total al mayor proyecto minero, el que intenta iniciar la empresa canadiense Almaden Minerals y sus empresas filiales en 56 mil hectáreas del municipio de Ixtacamaxtitlán, cuyo subsuelo encierra 1.35 millones de onzas probadas de oro. El apoyo fue corroborado ante los habitantes por Francisco Quiroga, subsecretario de minería en diciembre de 2018. El segundo, igualmente grave, fue la decisión de la oficina jurídica de la CFE, cuyo funcionario en el periodo de Peña Nieto fue ratificado por Manuel Bartlett, de mantener las acusaciones, completamente falsas, contra ocho dirigentes de la resistencia, lo cual ocurrió hace apenas una semana.

En esta zona, cientos de comunidades de decenas de municipios votaron masivamente por Morena. La región es además emblemática porque en Cuetzalan iniciamos el proyecto Morena Verde en 2011 con la presencia del hoy Presidente constitucional de México. Las acciones son, por tanto, inexplicables. En el choque de civilizaciones, la 4T se está poniendo del lado de los proyectos de muerte. Ello llevó a la última asamblea regional del 17 de marzo a declarar: “Nos lastiman las declaraciones del Presidente de la República, descalificando a organizaciones civiles y a defensores del territorio. Los dichos con los que generaliza, nos expone todavía más a la violencia de los poderes económicos… El discurso oficial no debe continuar menospreciando las distintas formas de vida arraigadas al territorio, privilegiando una política económica de despojo”. ¿Alguien puede ayudarle a la 4T a (re-)tomar el camino? ¿Quién le señala que está repitiendo ciegamente los mismos errores de los gobiernos progresista de Sudamérica? ¿Logrará abrir sus oídos? ¿Aceptará que debe leer el libro México profundo? ¿Aceptará que debe superar su visión equivocada e ingenua? ¿Quién le ayuda?

Víctor M. Toledo

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