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El oso ruso toma cartas en el asunto mientras el imperio estadounidense se desmorona en Oriente Próximo
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Global Research, diciembre 10, 2013
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El poder estadounidense en Oriente Medio está declinando y los aliados estadounidenses en la región están empezando a considerar nuevas alternativas a Washington.

La Guerra Fría nunca terminó para los dirigentes estadounidenses. No hay que hacerse ilusiones al respecto, Estados Unidos ha trabajado estratégicamente para contener y debilitar tanto a la Federación Rusa como a la República Popular China. La estrategia estadounidense en Oriente Próximo y las hostilidades de Washington contra iraníes y sirios han sido parte de la línea de ataque estadounidense contra Moscú y Beijing.

A pesar de los esfuerzos de Washington, el papel que este desempeñaba después de 1945 de incidir en las arenas del inestable Oriente Próximo, torturado por las constantes injerencias extranjeras y las amargas rivalidades de dinastías y potencias regionales, está volviendo a cambiar. Los vientos están borrando las viejas trazas mientras que los acontecimientos regionales y globales están dibujando otras nuevas para sustituirlas.

La Pax Americana, la llamada Paz Estadounidense, está muerta. De todos modos, nunca tuvo mucho de paz. En el contexto de Oriente Próximo este término significa un periodo de dominio estadounidense surgido tras la Segunda Guerra Mundial y que alcanzó su cénit en 1978. Entonces, en 1979, se produjo la Revolución Islámica Iraní. Unas pocas décadas después los monumentales errores del gobierno estadounidense de George W. Bush Jr. marcan el punto de no retorno en el constante declive de la influencia estadounidense.

El constante declive de Estados Unidos en Oriente Próximo

En 2006 la secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice estaba muy segura de que se iba a expandir la dominación estadounidense por el más amplio Oriente Próximo. En medio de la guerra israelí contra Líbano de 2006 declaró triunfalmente que el mapa de Oriente Próximo cambiaría para siempre a beneficio de Estados Unidos. No lo hizo e Israel perdió la guerra. La influencia estadounidense empezó a debilitarse mientras que la influencia de sus rivales empezaba a aumentar.

Hamas sería elegido democráticamente por el pueblo palestino para representarle. Hamas no solo obtendría el control de Gaza sino que lo mantendría después de que Estados Unidos conspirara con Israel, Arabia Saudí, el Egipto de Hosni Mubarak, el caudillo palestino Mohammed Dahlan y el carente de poder Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, para derrocar el gobierno de Hamas en Gaza.

Ni el bloqueo económico ni el sabotaje político ni una mini guerra contra Fatah ni tampoco la serie de guerras emprendidas por Israel han derrocado al gobierno dirigido por Hamas en Gaza.

En Líbano la influencia de Hizbola aumentaría de forma espectacular. La Alianza del 14 de Marzo, la entidad libanesa dirigida por Hariri y patrocinada por Estados Unidos y sus aliados en contra de Hizbola, ha demostrado ser impotente en su tarea de neutralizar a Hizbola y a sus aliados políticos de la Alianza 8 de Marzo en Líbano. Aunque varios informes motivados políticamente siguen alentando la idea de que la intervención de Hizbola en Siria le ha debilitado y minado su popularidad en Líbano, en realidad la situación es la contraria para este grupo libanés. Un informe de la inteligencia israelí firmado por el Mossad se ha visto obligado a admitir que en realidad Hizbola ha iniciado una edad de oro.

Teniendo todo esto en cuenta, todavía no se ve en ninguna parte el plan estadounidense de volver a trazar las fronteras de Oriente Próximo con el objetivo de crear Estados más pequeños y más fáciles de controlar por Washington para mantener su orden imperial. El “Nuevo Oriente Próximo” de Washington no se ha materializado. Con todo, no se puede negar que las llamas del proyecto siguen ardiendo en Iraq y Siria, y que ha hecho algunos avances sectarios, entre los que se incluyen la división de Sudán y la desestabilización en el norte de África.

Un imperio que se deshace

Estados Unidos no ha neutralizado a sus dos principales adversarios en Oriente Próximo. Ha fracasado el objetivo del cambio de régimen en Damasco y Washington no desató el poderío del Pentágono sobre Siria. En la ciudad suiza de Ginebra se ha logrado un acuerdo nuclear transitorio entre Estados Unidos e Irán.

La decisión de Estados Unidos de no emprender la guerra contra Siria o la de llegar finalmente a un acuerdo con los iraníes no son las razones del desmoronamiento del poder estadounidense. El poder estadounidense ya estaba en declive. Washington aceptó los acuerdos referentes a Siria e Irán como un medio de tratar de mantener su influencia en el más amplio Oriente Próximo y de aminorar la velocidad de su declive.

Los aliados y clientes de Estados Unidos, en cambio, están que echan chispas y asustados. A consecuencia del declinante poder de Estados Unidos, los aliados y clientes de Washington están diversificando sus relaciones poco a poco. Desde Tel Aviv a Riad los aliados regionales de Estados Unidos se dan cuenta de que se ha empezado a debilitar el paraguas imperial de Estados Unidos que había sobre ellos. Están buscando alternativas al patrocinio estadounidense.

¿Vuelve el oso ruso al delta del Nilo?

El 9 de octubre de 2013 Estados Unidos declaró que iba a recortar parcialmente su ayuda militar a Egipto. Este paso se ha considerado parte del nuevo “recalibrado” de Oriente Próximo. El ejército egipcio lo criticó por considerarlo un paso que obstaculizaría y debilitaría al ejército egipcio en el momento en que luchaba contra elementos desestabilizadores, especialmente en la Península del Sinaí.

La ayuda estadounidense al ejército egipcio ha disminuido. Se ha subcontratado de manera encubierta al reino de Arabia Saudí y a las petromonarquías del Golfo Persa para llevar a cabo esta tarea. Bien mirado, Washington ya no puede permitirse financiar al ejército egipcio. El Cairo también percibe que Estados Unidos está en un estado de decadencia y ha empezado a buscar alternativas al patrocinio estadounidense.

Aproximadamente un mes después de que el gobierno estadounidense suspendiera parcialmente su ayuda militar a Egipto, el 11 de noviembre de 2013, un barco de guerra ruso con misiles, el Varyag, hizo escala en el puerto mediterráneo de Alejandría. Días después a esta escala le siguió la de un barco auxiliar de la armada rusa que atracó en el puerto egipcio de Safaga. Este segundo barco ruso era el Boris Butoma, un barco de aprovisionamiento. Rusia no ha hecho escala en Egipto desde 1992 ni ha tenido una presencia militar significativa en Egipto desde la era soviética durante la Guerra Fría.

EL 13 de noviembre de 2013 el Kremlin añadió la diplomacia a las escalas de los barcos rusos. El ministro ruso de Exteriores Sergey Lavrov y el de Defensa Sergey Shoigu llegaron a Egipto acompañados de amplias delegaciones en lo que Lavrov describió como un acontecimiento “histórico”. El Kremlin envió a El Cairo a ambos ministros para que tomaran el pulso del estado de ánimo en Egipto.

Las intenciones del lado egipcio plantean varias preguntas. ¿Están los altos cargos egipcios tratando de tender la mano a Rusia como baza contra Estados Unidos o como una auténtica alternativa a este país? En otras palabras, ¿se está volviendo El Cairo hacia Moscú para regatear con Washington o como una respuesta al control y presión de Estados Unidos?

Después de la visita rusa a Egipto el secretario de Estado estadounidense John Kerry volvió a Egipto para proteger la influencia estadounidense. Parece que El Cairo quiere flexibilidad y ventajas frente a Estados Unidos como un medio de aminorar el control de Washington de modo que el régimen egipcio no se vea arrastrado junto con el hundimiento del orden imperialista estadounidense. La caída de los Hermanos Musulmanes y la disolución de la alianza regional en Siria han enviado un mensaje negativo a todos los aliados y clientes de Estados Unidos. Todo el mundo en la zona, tanto los corruptos como los justos, es más consciente que nunca de que Estados Unidos no les va a proteger. En cambio se han dado cuenta de que quienes están alineados con Irán y Rusia son los que permanecen en pie.

El resurgir de Rusia en Oriente Próximo

La Federación Rusa ya es el segundo suministrador de armas a Egipto después de que el gobierno estadounidense decidiera recortar parcialmente la ayuda militar estadounidense a El Cairo. Rusia simplemente se está aprovechando de la retirada de Estados Unidos para consolidar y mejorar la relación comercial que ya existe entre Rusia y Egipto. Egipto tampoco es el único lugar al que van a parar las armas rusas. En 2012 Iraq firmó un contrato de armas con Moscú que convirtió a Rusia en el segundo principal proveedor de armamento a Iraq después de Estados Unidos.

Las amistosas relaciones de Rusia con Irán y todo el Bloque de Resistencia le ha otorgado una cierta ventaja en Israel. La gran cantidad de emigrantes rusos y de hablantes de ruso en Israel ha contribuido a la influencia de Rusia. La presencia de una gran comunidad de hablantes de ruso en Israel es una de las razones de que los políticos israelíes visiten Rusia y acudan a los canales rusos durante las campañas electorales. Además, Moscú ha sido miembro del inepto Cuarteto de Oriente Próximo, que se supone media entre israelíes y palestinos desde su creación en 2002.

Desde 2011 Rusia ha hecho nuevos avances por todo Oriente Próximo y la influencia rusa en Levante se ha ido afianzando de forma constante. La Federación Rusa ha fortalecido sus relaciones con Líbano e iniciado un diálogo estratégico con Hizbola de Líbano.

Los sirios están críticamente agradecidos a Moscú por su apoyo. Junto con Irán Rusia ha sido una importante influencia en Damasco y ayudó a Siria resistir frente al intento de cambio de régimen. El ataque terrorista a la embajada rusa en Damasco en un testimonio de la importante influencia de Rusia.

Es erróneo considerar que el aumento del perfil ruso en Oriente Próximo signifique una reaparición de algún tipo de este país. Oriente Próximo siempre ha estado muy cerca de la Federación Rusa. Lo que está teniendo lugar es un renacer de la influencia rusa a medida que Estados Unidos va retrocediendo.

 Mahdi Darius Nazemroaya

 

Fuente: http://rt.com/op-edge/us-middle-east-russia-757/

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Mahdi Darius Nazemroaya es sociólogo, autor ganador de varios premios y analista geopolítico.

 

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