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¿El planeta necesita que lo salven?
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Global Research, mayo 24, 2021
Página 12
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Un vecino del barrio viene impulsando un proyecto muy interesante. Recicla cubiertas de auto viejas, las pinta con colores muy vistosos y las usa como canteros en los que cultiva alimentos. Empezó en su vereda y de a poco fue contagiando a toda cuadra. El proyecto se llama “Acción Huerta Urbana” y sigue creciendo. Es una iniciativa muy buena por varias razones.

Recicla las cubiertas viejas en lugar de tirarlas a la basura. Ayuda a que los habitantes de la gran ciudad vuelvan a conectarse con el mundo vegetal y la tierra. Enseña a la gente a cultivar sus propios alimentos.

Los vecinos suelen poner en los canteros de su vereda algún cartel pidiendo a los transeúntes que no dañen las plantas. Hace poco vi uno que decía: “Salvemos al planeta” y me quedé pensando. ¿Realmente el planeta necesita que lo salvemos? Creo que el planeta sabe cuidarse solo y no necesita que lo salven. Los que necesitamos salvación somos nosotros, los humanos. Y la necesitamos con urgencia.

Los humanos necesitamos de la Naturaleza para existir, pero la Naturaleza puede seguir existiendo sin nosotros. Si la humanidad desaparece, el planeta seguirá girando alrededor del sol y en pocos años recuperará el equilibrio natural. La misma soberbia que nos hizo creer que somos amos y señores de las demás formas de vida es la que nos hace pensar que el planeta necesita que lo salvemos. Lo que necesitamos salvar son las condiciones naturales que hacen posible la vida humana y que hace 200 años venimos rompiendo. Concretamente, necesitamos evitar que la temperatura del planeta siga subiendo.

Nuestro cuerpo está todo el tiempo en contacto con virus y bacterias peligrosos, pero el sistema inmunológico los mantiene a raya. Cuando esos virus y bacterias proliferan y rompen el equilibrio interno, el cuerpo desata mecanismos de defensa para restaurarlo, por ejemplo, la fiebre, los vómitos o la diarrea.

Como nuestro cuerpo, el planeta es también un organismo vivo y el coronavirus es un mecanismo de defensa ciego y brutal que la Naturaleza puso en marcha para restaurar el equilibrio perdido. Si a través de las vacunas lográramos detener la pandemia, pero seguimos con la misma conducta autodestructiva, otros microorganismos o desastres naturales aparecerán para continuar la tarea del coronavirus.

En los últimos 70 años la población mundial se triplicó, y los recursos, que están muy mal distribuidos, son cada vez más escasos. Estamos en un problema y hay dos soluciones posibles, una inclusiva y la otra exclusiva. La exclusiva es la que propone el ecofascismo. Consiste en negar la crisis global y al mismo tiempo garantizar recursos vitales y privilegios para la clase alta, exterminando o degradando las condiciones de vida del resto de la humanidad.

La solución inclusiva exige acuerdos sociales e internacionales para adoptar medidas que frenen la destrucción de las condiciones naturales que hacen posible nuestra existencia en la Tierra. Estas medidas abarcan cuatro áreas:

  1. Educación. Es el pilar fundamental de cualquier solución a la crisis climática. En todos los niveles hay que dejar de priorizar el egocentrismo y el hedonismo y generar una ética basada en la generosidad, la responsabilidad y la cooperación. En los países más desarrollados, en las clases sociales altas y en los medios de comunicación es necesario generar conciencia de la enorme responsabilidad que les cabe en la solución de la crisis.
  2. Reforestación. La desaparición de bosques y selvas aumenta las probabilidades de zoonosis y nuevas pandemias. Los bosques y selvas regulan el agua y ayudan a reducir el efecto invernadero.
  3. Reducción de la huella de carbono. Es necesario cambiar los irracionales hábitos de consumo actuales por hábitos de consumo responsables.
  4. Control de la natalidad a través de la educación y de incentivos a las mujeres que deciden no tener hijos.

La consigna de “Salvemos al planeta” se presta a malentendidos. Algunos podrán decir: “Ahora no puedo salvar al planeta; tengo asuntos más urgentes que atender”. Las tareas urgentes que mencionamos recién no son para salvar al planeta, son para salvarnos de la extinción. Y no hay que esperar a que los gobiernos y las grandes corporaciones tomen medidas; es fundamental tomar la iniciativa allí donde vivimos, con los recursos que tenemos, con la gente que conocemos, como lo hicieron los vecinos de “Acción Huerta Urbana”, contagiando con el ejemplo a todo el barrio.

Gracias por leer.

Daniel Fresno

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