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El racismo estructural aún deslustra a Brasil
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Global Research, noviembre 19, 2019
Prensa Latina
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Cuando el club de fútbol Santos salió al campo de juego el 16 de noviembre para enfrentar, en su estadio Vila Belmiro, al Sao Paulo, nuevamente puso en el tablero del debate social el tema del racismo en Brasil.

De manera sorpresiva, en las camisetas de los jugadores aparecieron impresos números que comprueban como el conflicto racial en este gigante país sudamericano solo cambia de bandos y comentarios algunas veces, pero sigue latente el prejuicio sobre el color de la piel.

A la vista se trató de un mensaje de concientización. En una nota, el Santos y el Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol, un grupo sin fines de lucro, explicaron que se unieron para una nueva acción de sensibilización, pues la desigualdad de razas todavía está muy enraizada en la vida cotidiana de los brasileños.

Tal obra respaldó además el inicio de la semana del Día de la Conciencia Negra, que se celebra el 20 de noviembre para recordar el asesinato en 1695 de Zumbi dos Palmares, un negro que gobernó una república de esclavos libres en el noreste del país, posteriormente fracasada.

Las espeluznantes cifras en las camisetas de los futbolistas del Santos para el clásico paulista mostraron cómo la población negra todavía sufre en Brasil, sea de forma encubierta o explícita, pese a ser mayoría (casi el 60 por ciento) en una nación de más de 200 millones de habitantes.

Guarismos que representan no solo como son minorías los negros en las profesiones, en la educación superior, en las remuneraciones salariales, entre otros aspectos de la vida, pero sí mayoría en las cárceles, en el desempleo, en la pobreza y en el porcentaje de víctimas de homicidio.

Para más curiosidad en ese cotejo deportivo estuvo presente el presidente Jair Bolsonaro, arropado con una camiseta y el número 10 en la espalda, en el palco VIP del recinto. Cuando entró y ocupó asiento en el estadio se escucharon a lo largo de la confrontación tímidos aplausos y varios abucheos. En más de ocasión la crítica ha disparado contra al político de extrema derecha por sus discursos racistas no solo contra los negros, sino contra los indígenas, las mujeres y la comunidad LGBT.

Fresco en la memoria está cuando Bolsonaro fue condenado por el Tribunal Federal de Río de Janeiro por declarar que los quilombolas (afrobrasileños) ‘no sirven para nada’, ni para procrear.

Por tal disparate, el Ministerio Público Federal interpuso una demanda contra el otrora diputado y exigió el pago de 300 mil reales (unos 75 mil dólares) en compensación a las comunidades quilombolas, pero la justicia terminó condenándolo a pagar solo 50 mil (12 mil 500 dólares), destinados al Fondo para la Defensa de los Derechos Difusos.

Otros ejemplos muestran el racismo público del exmilitar, como aquel cuando se le preguntó qué haría si su hijo se casara con una mujer negra y respondió que su descendiente ‘estaba bien criado’.

Recientemente Bolsonaro ganó el premio racista del año de Survival International, un movimiento global que defiende los derechos indígenas.

Unos 10 líderes nativos protestaron frente a la Embajada de Brasil en Londres contra las acciones del gobierno y las declaraciones del presidente ultraderechista que atacan a las comunidades.

Ante tales hechos, comentaristas políticos alertan sobre qué se puede esperar en una sociedad en la que fue elegido en las urnas y ostenta el poder un racista convencido.

Otra protesta en el fútbol

En octubre, los únicos dos técnicos negros en la primera división del fútbol nacional sumaron fuerzas para protestar contra el racismo en el deporte.

Dirigido por Marcao, el Fluminense derrotó 2-0 al Bahía, de Roger Machado, en el legendario estadio Maracaná, pero lo sobresaliente de la jornada resultó las camisetas idénticas lucidas por los entrenadores en respaldo a una campaña contra el racismo.

Ambos vistieron camisetas negras del Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol, diseñadas en su frente con una mano abierta en señal de pare.

Después del partido y ante interrogantes, Machado estableció su posición sobre los prejuicios en el fútbol y la sociedad.

‘Negar y silenciar es confirmar el racismo. Mi posición como negro en la élite del fútbol es confirmarlo. El mayor prejuicio que sentí no fue un insulto. Siento que hay racismo cuando voy a un restaurante y soy el único negro. Fui el único negro en mi graduación universitaria. Eso es una prueba para mí’, reafirmó el preparador de 44 años.

Alertó que ‘si no hay prejuicios en Brasil, ¿por qué los negros pasan menos tiempo en la escuela que los blancos? ¿Por qué a los negros se les paga menos? … Hay varias formas de prejuicio’, denunció.

Marcao se preguntó por su parte: ‘¿Hemos tenido alguna vez más de tres técnicos negros en las Series A y B del fútbol de Brasil al mismo tiempo? Lo dudo. Lo que hicimos hoy es muy poco, muy poco, pero tendremos que verlo como una marca para el cambio’.

Aumenta el racismo

De acuerdo con una encuesta realizada por el Instituto Brasileño de Opinión (Ibope), a pedido de la Rede Nossa São Paulo, siete de cada 10 personas creen que el racismo se ha mantenido al mismo nivel o ha aumentado en los últimos 10 años en la capital paulista.

La investigación mostró que para casi el 70 por ciento de los entrevistados, los centros comerciales y los supermercados son los lugares donde más se nota la diferencia de trato entre blancos y negros.

‘Tres cuartas partes de la población cree que los comentarios o chistes racistas y prejuiciosos estimulan el racismo. Este es un retrato de cómo el uso de las redes sociales debe ser mucho más responsable’, apuntó Carolina La Terza, asesora de proyectos de la Rede Nossa Sao Paulo, citada por el portal Rede Brasil Atual.

El lugar de trabajo es también un entorno en el que el racismo está presente. El 60 por ciento de los encuestados notó diferencias en el trato a blancos y negros.

El Ministerio Público del Trabajo reconoce que este prejuicio se debe a la apariencia, la diferencia salarial y la ausencia de negros en los puestos directivos.

‘Hemos tenido un avance importante en relación con el ingreso de jóvenes negros y negras a la universidad, pero hemos identificado que todavía existe una barrera invisible para el acceso al mercado laboral, incluso con profesionales calificados que no pueden avanzar en sus carreras’, afirmó Elisiane Santos, fiscal del trabajo.

Los entrevistados afirmaron que es necesario admitir el racismo presente en la sociedad para poder combatir los prejuicios.

El escritor y productor cultural Thata Alves refuerza que no basta con que la gente se considere antirracista. ‘Tienes que tener prácticas antirracistas… No es un problema de negros. El racismo es un problema de la sociedad brasileña’, subrayó.

Osvaldo Cardosa Samón

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