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En Chile una navidad sin mucho que celebrar
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Global Research, diciembre 25, 2019
Prensa Latina 24 diciembre, 2019
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En medio de una crisis social y política y con una economía a la baja, Chile celebra unas navidades diferentes, carentes de fuegos artificiales o fiestas públicas y sin el desenfreno consumista de años anteriores.

Los festejos están marcados por el estallido social del 18 de octubre último que generó un movimiento social de enormes proporciones y reclamos de cambios profundos que al cierre del año no hallan respuestas efectivas del gobierno de Sebastián Piñera.

Por el contrario, en el último trimestre la economía, que ya venía desde principios del año dando traspiés y reportando un crecimiento menor de lo esperado, se resintió aún más en medio del desbarajuste causado por las justas protestas populares.

Como las perspectivas para el próximo año no son mejores, las autoridades anuncian cifras de dos dígitos en el desempleo e incluso aumentos de precios en productos y servicios, lo que podría evaporar las leves mejoras ofrecidas en materia de salarios y pensiones para tratar de calmar el descontento popular.

Panorama desalentador en un ambiente en el cual las violaciones de derechos humanos denunciadas por organizaciones locales e internacionales como resultado de la desmedida represión policial que ha dejado más de tres mil heridos, muchos de ellos de gravedad, no dejan espacio a muchas familias chilenas para grandes celebraciones.

El malestar y la incertidumbre se aprecian a simple vista en centros comerciales con menos clientes y vitrinas escondidas tras gruesas planchas de metal para proteger los comercios de los saqueos de bandas delictivas casi impunes ante la escasa presencia de efectivos policiales.

Desde la administración, tanto para reducir gastos, como para evitar las grandes concentraciones de personas en un país donde las manifestaciones están en el orden del día, muchas alcaldías optaron por suspender las celebraciones públicas.

Incluso la municipalidad de Santiago prescindió de erigir el tradicional árbol de navidad en la Plaza de Armas y del espectáculo de fuegos artificiales en la emblemática torre Entel, que cada 31 de diciembre concentra a cientos de miles de personas en sus alrededores.

El mensaje implícito incluso en los comerciales de televisión es a celebrar en casa, con los más allegados, y sin estridencias.

Mientras, el sector comercial mira con pesimismo que las ventas han mermado en alrededor del 50 por ciento en una temporada que le aporta el grueso de las ganancias anuales, porque muchos se han limitado a comprar lo estrictamente necesario y nada de lujos.

Pero hasta en las compras se aprecia el ambiente de efervescencia, pues no son pocos los vendedores callejeros que, junto a juguetes baratos y los característicos adornos de navidad, ofrecen pañuelos y camisetas con consignas reivindicativas, espejuelos para protegerse los ojos de los perdigones de la policía y hasta máscaras antigases.

Rafael Calcines Armas

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