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Entre la línea y el muro
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Global Research, enero 20, 2019
La Jornada 20 January, 2019
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En el norte de México a la frontera le llaman popularmente la línea. Posiblemente haga referencia a los mapas, dónde efectivamente, se trata de una línea. En la práctica era una línea imaginaria, que dividía a los dos países, porque no habían muros, ni divisiones, salvo algunas mojoneras que marcaban hitos fronterizos.

El muro se empieza a construir a comienzos de la década de 1990, con las planchas metálicas que sirvieron para la guerra del Golfo, para que los carros de combate no se quedaran atascados en las arenas del desierto.

En aquella época se hizo famoso el Cañón Zapata, que colindaba con la colonia Libertad en Tijuana. Allí se reunían los migrantes al atardecer para cruzar con la oscuridad hacia San Ysidro, de ahí a San Diego y finalmente a Los Ángeles y otros destinos, 70 por ciento de la población migrante cruzaba por ese lugar. Luego con la construcción del muro en la zona urbana se movieron los flujos hacia El Bordo y allí también se construyeron muros y se implementaron otros programas como el de Light up the border, de iluminar la frontera en los lugares de cruce. En esa época se popularizaron varias iniciativas para donar ladrillos para la construcción del muro, algunos iban pintados con leyendas como good fences make good neighbords, buenas vallas hacen buenos vecinos y otras de tenor diferente.

El año de 1993 marcó un hito fundamental en la política fronteriza, con los programas Bloqueo en El Paso, Texas, luego Guardián en San Diego, California, después la operación Salvaguarda, en Arizona y muchos otros. La construcción del muro a lo largo de más de mil kilómetros fue proseguida por el presidente Clinton, él también es el responsable de la ley migratoria de 1996 (IIRAIRA) que criminalizó la migración indocumentada y dio pie a las leyes antimigrantes de los estados, como la de Arizona en 2010.

La política migratoria fue definida como preventiont-through-detterrence prevención a través de la disuasión. Se trataba de disuadir al migrante incrementando los costos y los riesgos del cruce subrepticio. El muro y el control fronterizo desviaron las rutas de cruce migratorio hacia el desierto de Sonora y Altar y esto incrementó notablemente los riesgos. Y las muertes, en 1999 Néstor Rodríguez y otros colegas de la Universidad de Houston reportaron un incremento notable de migrantes fallecidos en su intento por cruzar el desierto o las zonas montañosas.

También se incrementaron los costos, sí en la década de 1990 cruzar la frontera con coyote costaba 200 dólares, el precio fue subiendo de manera exponencial. Para el año 2000 los precios habían llegado a los cinco mil dólares. Y ha ido en incremento, dependiendo de la modalidad de cruce, la seguridad, las garantías y el ingreso de las mafias y organizaciones criminales en el tráfico de personas.

Pero la política migratoria disuasiva no dio el resultado esperado. Entonces se procedió a fichar a los migrantes indocumentados que fueran capturados en la frontera e incrementar las penas a los reincidentes. Se privatizaron los centros de detención a migrantes y floreció el negocio. Luego se empezó a aplicar la disposición de comunidades seguras que venía con la ley de 1996 y las policías de muchos estados acordaron con el ICE la deportación de migrantes residentes indocumentados y a la separación de familias. Con Obama aumentó notablemente el encarcelamiento y la deportación de los llamados migrantes criminales. Algunos de ellos con penas mayores y otros con faltas menores de tráfico. El lema de la política migratoria cambió de disuasión a desgaste: atrittion, en otras palabras hacerles la vida imposible.

Pero en 2007 se llegó al pico máximo de migrantes indocumentados y a lo largo de toda una década ha ido bajando la cifra. Ahora son más los deportados mexicanos que los que llegan a ingresar de manera subrepticia. Muchos factores han entrado en juego para que este proceso centenario llegue a su fin: se terminó el bono demográfico, se prefiere la migración legal, ya no sale a cuenta ir al norte dado el incremento de costos, riesgos y penas.

Pero no es el caso para los migrantes centroamericanos donde todavía opera el bono demográfico, se ha incrementado la pobreza y la violencia como causas expulsoras y está quebrado y corrompido el precario aparato institucional y electoral.

El muro y las políticas migratorias fueron efectivas para desalentar la migración laboral, pero no a los centroamericanos que encontraron el resquicio del refugio para familias y menores de edad. Ellos sólo tienen que saltar el muro o cruzar por algún lado la frontera y llamar a la migra para que los atrapen.

Luego viene un largo proceso legal, pero ya están al interior de Estados Unidos en un centro de detención o trabajando. Como se dice en el otro lado is the law, es la ley. A estos migrantes no se les puede llamar ilegales, se ajustan a la norma y el muro no sirve de nada.

Jorge Durand 
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