Vídeos y noticias abundantes en las redes sociales muestran que Estados Unidos tiene más despliegue de tropas en el norte de Siria a pesar de las continuas declaraciones desde Washington de que ocurre lo contrario.

Sitios web como Al Masdar indicaron que militares estadounidenses están acantonados en Jalal Goule, una base nueva que habilitaron a unos 40 kilómetros al noreste de la provincia siria de Hasaka y anunciaron planes para establecer otra al oriente de la vecina región de Deir Ezzor.

Según las más diversas fuentes, entre ellas de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y los grupos kurdos de autodefensa, todo ocurre en medio de una temporalmente detenida, por acuerdo con Rusia, de la operación militar de Turquía denominada Fuente de Paz, iniciada el pasado nueve de octubre.

Para analistas de la situación, Washington dejó abierto espacios en el ilegalmente ocupado territorio del norte de Siria, para las operaciones turcas, las cuales desalojaron a las FDS y otras agrupaciones kurdas del norte de la provincia de Alepo y una parte de la de Hasaka.

Esas acciones, calificadas por Damasco de violación del derecho internacional y flagrante agresión, no han logrado hasta el momento neutralizar el respaldo estadounidense y de la coalición internacional que encabeza, a los efectivos kurdos a quienes continuaron entregando armamento y vehículos blindados, con quienes además, patrullan pozos petroleros en territorio sirio al sur de Hasaka, el norte de Raqqa y al noreste de Deir Ezzor.

La complejidad del panorama actual tiene una escalada de Estados Unidos y sus aliados y para expertos y analistas, llegan al colmo de ‘proteger’ los verdaderos intereses de Washington en cuanto a los recursos naturales sirios, según expresión del presidente Donald Trump.

A todo esto se une la acción contra Abu Bakr Al Baghdadi, cabecilla del Estado Islámico, Daesh en árabe, ‘liquidado’ por una operación estadounidense en el norte de la provincia siria de Idleb, último bastión organizado de los terroristas en esta nación del Levante.

Valoraciones y artículos publicados por ejemplo en la Red Voltaire, señalan las extrañas coincidencias de la presencia del otrora califa del Daesh en una zona donde aparentemente nunca estuvieron sus partidarios y sí el Partido del Turkestán, integrado mayormente por miembros de la etnia china de los uigures o del Ejército Libre Sirio, ahora Ejército Nacional, respaldado por Ankara.

Asimismo, la zona donde presuntamente se hallaba Baghdadi, es una región con presencia dominante del grupo extremista Junta para la Salvación del Levante, otrora Frente Al Nusra.

Casi nueve años de guerra impuesta a Siria permiten suponer, sobre la base de las presentes evidencias, que el objetivo de desmembrar al país sigue presente, toma otras formas y métodos y bloquea las múltiples vías de negociación que intentan hallar una solución a una crisis de amplia participación internacional y un sinnúmero de factores a favor y en contra.

Pedro García Hernández