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Frentes migratorios
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Global Research, febrero 02, 2020
La Jornada
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El tema migratorio se ha convertido en un dolor de cabeza para el gobierno, que no sabe qué hacer, improvisa, da bandazos y se contradice.

En realidad son varios frentes que hay que resolver si se quiere hacer algo que vaya más allá de la coyuntura, la llegada de la siguiente caravana o la enésima amenaza por parte del vecino incómodo.

En primer lugar hay un problema estructural, me refiero a la arquitectura organizacional del gobierno en relación con el tema de migración y población. El problema es grave. Las adecuaciones de la 4T de crear una Subsecretaría de Derechos Humanos, Migración y Población no han dado resultados. Derechos Humanos es un asunto transversal y en ese campo Encinas está haciendo un buen trabajo, pero los asuntos de migración y población requieren de cuadros políticos con gran conocimiento científico de la problemática. Es más, debería haber una Subsecretaría de Migración, ubicada en Gobernación, pero con personal de varias dependencias adscritas a ella, que realicen el nexo intersecretarial.

Migración y población son problemáticas muy específicas que requieren manejo político y profesional, léase políticos que sepan de sociología, demografía y antropología. Más allá de la emergencia migratoria el asunto va para largo, México no sólo es una nación de tránsito, es último país de tránsito lo que marca una diferencia geopolítica fundamental, comparado, por ejemplo, con Guatemala.

El segundo frente es coyuntural, más allá de la contención, que llegó para quedarse, hay brotes continuos de urgencias y emergencias con el arribo de nuevos migrantes, tanto en la frontera sur del país como en la norte, recordar el nefasto acuerdo de Quédate en México. Y para atender esta problemática, con muchas aristas, se requiere de coordinación con niveles muy altos de decisión, el Inami es operativo, no puede tomar ese tipo de decisiones.

Por otra parte, se requiere de formación y capacitación en la Guardia Nacional y el personal migratorio. Respetar los derechos humanos y al mismo tiempo aplicar medidas de contención, control o deportación implica que se apliquen y respeten protocolos muy bien establecidos.

El tercer frente es el multilateral. Las relaciones con Estados Unidos se mantienen estratégicamente en nivel de baja intensidad, con la táctica de esquivar losgolpes y evitar contragolpear, para lo cual se requiere de mucho aguante y mucha cintura. No es fácil, especialmente en tiempos de campaña electoral.

Las relaciones con los países emisores de migrantes, especialmente los centroamericanos, requieren también de mucha muñeca. Por lo general nadan de muertito y no les preocupa para nada la crisis que generan en México y Estados Unidos. El problema más agudo radica en Honduras, con un gobierno espurio, represivo y vinculado directamente al narcotráfico. Curiosamente con apoyo total por parte de Estados Unidos. Los programas promovidos por México, son paliativos y con recursos limitados, que provienen del llamado Fondo Yucatán de la Iniciativa Mérida, destinados al desarrollo en Centroamérica y que estaban sin utilizarse desde la época de Felipe Calderón.

Las importancia de Centroamérica es crucial para México y no basta con el Plan de desarrollo integral propuesto por la Cepal, y tampoco con los progra-mas de siembra o trabajo para los jóve-nes. Y un indicador claro del poco inte-rés de México en la región se puede apreciar con los embajadores nombrados por la Cuarta Transformación, todos políticos, ex diputados, sin experiencia en la región y en las lides diplomáticas.

Un cuarto frente, y éste es gratuito, se da en la relación con la sociedad civil y religiosa comprometida con la defensa de los migrantes, que durante décadas han atendido, de manera voluntaria y desinteresada a la migración que retorna y a la que va en tránsito. Los que han dado la cara por México son los voluntarios de las casas de migrantes que día a día apoyan a una población extremamente vulnerable y que el Estado no ha podido ni ha querido atender.

Las organizaciones civiles y religiosas forman parte fundamental en la atención, hospitalidad, asesoría y defensoría de la población migrante. Deberían ser considerados como aliados estratégicos del gobierno, pero son tratados con desdén y en ocasiones agredidos. La última medida ha sido negarles temporalmente el acceso a los centros de detención de migrantes, donde muchos desempeñan labores importantes de asesoría y trámite. Obviamente, también fiscalizan, lo que claro no deja de ser necesario y pertinente.

El último frente viene a ser consecuencia de la política migratoria de contención. La prohibición de las caravanas y el libre tránsito a migrantes irregulares, acarrea corrupción, extorsión, tráfico y trata de personas. Mucho más, de la que ya existe. Hay reportes de migrantes rescatados, de que se desmantelan casas de seguridad, se atrapan traficantes y se detienen a tráileres que transportan migrantes indocumentados. Pero nohay estrategias específicas para combatir este tipo de crimen ni tampoco personal especializado.

Son muchos frentes abiertos y hay que pensar más allá de la coyuntura.

Jorge Durand 

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