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Guerra de color en curso: Trump contra el Estado profundo (I)
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Global Research, junio 13, 2020

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El actual contexto de protestas anti raciales en Estados Unidos no responde a una verdadera lucha para reivindicar los derechos de la población afroamericana. El asesinato de George Floyd fue una terrible muestra de las prácticas de uso extremo de fuerza policial, no obstante, estos hechos no son ajenos a las prácticas sociales estadounidenses.

Es fundamental tener presente que los disturbios se han presentado como telón de fondo de una guerra de color que ahora toma lugar en el territorio de los Estados Unidos. El desmontaje estadounidense como potencia mundial ya ha iniciado, lo cual se circunscribe como parte de las estrategias de imposición de un nuevo orden internacional, el cual responde a los intereses de poder del sector banquero-financista.

Trump representa un desafío para los intereses banqueros no porque sea un político tildado de xenófobo y machista, su peligrosidad radica en que sus planteamientos económicos se orientan en consolidar las bases productivas al interior del espacio territorial estadounidense. Muchos criticaron sus reformas fiscales, las cuales benefician al sector más rico de su país, no obstante, la búsqueda por relocalizar la base productiva en un contexto de crisis económica global es una alternativa para salvaguardarse en medio de la gran crisis en puerta, misma que se aceleró como consecuencia de la actual pandemia causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.

La quiebra del modelo financiero y de especulación en mercados de futuro y derivados terminará por destruir a la economía global; tal como como lo describió el especialista en mercados de inversión de futuros y derivados Warren Buffett, “los hedge founds (fondos de cobertura de riesgo), son las armas de destrucción masiva que pueden destruir al sistema capitalista”.

De acuerdo con Warren Buffett, los derivados financieros constituyen “armas de destrucción masiva”

Por esta razón a pesar de que es posible encontrar multitud de contradicciones en el pensamiento de Trump, el presidente no. 45 ha mantenido uniformidad en cómo comprende el mundo. En una entrevista para la revista Playboy llevada a cabo en 1990, enunciaba de forma clara el mismo pensamiento que mantiene hoy en día, cuando se le cuestionó sobre qué pensaba de países aliados de Estados Unidos, como Alemania, Japón, Corea del Sur, etc., Trump fue directo en mencionar que eran naciones que recibían un gran subsidio militar por parte de Estados Unidos, asegurando que “son países que se enfocan en desarrollar productos con aplicaciones comerciales directas, mientras que los estadounidenses tenemos que hacer misiles para brindarles protección”.

Este enunciado por extraño que pueda parecer se engarza en la misma dirección de los análisis del importante economista e ingeniero industrial estadounidense Seymour Melman, quien durante los años de Guerra Fría denunció como la economía de Estados Unidos perdía competitividad debido a que tenía que dedicar cada vez más recursos humanos y materiales de alto nivel en ciencias básicas, aplicadas e ingeniería hacia el complejo militar industrial. En este sentido, el pensamiento económico de Trump desde que llegó a la presidencia se focalizó en establecer las bases productivas que permitieran al sector industrial volver a ser protagónico, desconectando a Estados Unidos como el principal suministrador de seguridad para los clásicos aliados europeos.

Este tipo de acciones le ha supuesto a Trump una gran cantidad de críticas y quejas de los aliados europeos, ya que le permite, al menos por el momento, un respiro estratégico a Rusia en el frente de Europa del este, sin embargo, para el sector globalista y financista, cuya cara visible se estableció en las pasadas elecciones en Hillary Clinton, no deseaba que existiera ningún proyecto de corte nacionalista, toda vez que las acciones de Trump pueden tener una repercusión profunda, especialmente en las grandes economías tanto europeas así como asiáticas. El velar por el desarrollo de un proyecto económico nacional supone el bienestar de las clases medias, las cuales son un estorbo para los proyectos financieros globales, toda vez que éste sector social ha peleado en las guerras, servido de base productiva y ha sido el sostén de la sociedad, es el sector que separa a la clase financiera de reimponer la esclavitud. Esta clase es la que William Engdahl, el gran analista germano-estadounidense denomina como los dioses del dinero.

Así, Trump a pesar de ser tildado como un xenófobo, es importante no perder de vista que todos los apelativos que lo señalan, provienen precisamente del Estado profundo, es decir, la élite que conglomera a los tres sectores que el sociólogo estadounidense C. Wright Mills había descrito con brillantez en su obra “la élite del poder”, en ella Mills describe tres sectores fundamentales: el complejo militar industrial-sector banquero, las élites de la clase política y los militares de mayor rango (a los que faltó agregar a los servicios de inteligencia como el mayor poder en la sombra de cualquier presidente desde John F. Kennedy).

Con el advenimiento de la globalización financiera, fue especialmente el sector bancario-financista el que se consolidó en el poder como la máxima fuerza política del mundo y ha sido precisamente desde los centros financieros como Goldman Sachs, donde representantes del poder político en turno como Hillary Clinton dieron informes sobre las repercusiones militares de imponer zonas de prohibición de vuelo en lugares como Siria durante las fases más álgidas de la guerra contra el Estado Islámico durante los años 2015-2016, lo que hubiera supuesto un escenario de confrontación militar directa contra Rusia.

La posibilidad de llegar a una guerra contra Rusia era altamente probable si los planes militares-financistas se hubiesen llevado a cabo, una Tercera Guerra Mundial abría muchas posibilidades de negocio, pero sobre todo eliminaría a más de la tercera parte de la población mundial, cálculos que el físico estadounidense Hermann Kahn ya había desarrollado desde los años de Guerra Fría como aceptables en su imprescindible libro titulado “on thermonuclear war”.

Asesinato del afroamericano George Floyd provoca indignación nacional

Afortunadamente, los militares estadounidenses fueron más sensatos en no desatar un conflicto nuclear con Rusia en el verano de 2016. El general del cuerpo de infantería de marina John Dunford, quien en aquel año se desempeñaba como Jefe del Estado Mayor Conjunto, tuvo la suficiente sensatez en no llevar a Estados Unidos a una guerra con Rusia.

No obstante, desde que Trump asumió la presidencia se ha tenido que someter a un continuo enfrentamiento con el Estado profundo, quien desde que llegó a la Casa Blanca no tardó en pedir su cabeza en una bandeja, ya que los medios de comunicación de masa altamente controlados por el sector financiero se han encargado de arremeter contra Trump en un continuo ataque que busca desestabilizar la figura presidencial, utilizando discursos como el Russiagate, el Ukrainegate, etc.

Los ataques contra Trump se han centrado fundamentalmente en la supremacismo. Estos ataques son exacerbados por los medios, ya que todos los deslegitimación política, enfocándose especialmente en símbolos centrales del discurso académico posmoderno como es el racismo, machismo y el presidentes estadounidenses han mostrado estos mismos síntomas, pero ninguno ha sido atacado como Trump y la razón de ello se centra en el juego económico, el cual como hemos mencionado no se direcciona bajo una directriz estrictamente financiera, sino que busca reorientar a Estados Unidos a un enfoque productivo con base industrial nacional, es precisamente este punto el que es inaceptable para el sector financiero.

Lo anterior no quiere decir que Trump sea un adalid de la virtud, todo lo contrario, lo fundamental es comprender que los conflictos mundiales se están territorializando en una lógica no lineal, donde los enemigos de ayer hoy pueden ser aliados y la dinámica del conflicto no se está gestando entre unidades territoriales estatales sino entre facciones y elites globales-financieras y aquellas de orden productivo industrialista que buscan reterritorializar su base de producción, ya que de fondo se disputa el control territorial del nuevo paradigma tecno-económico de las tecnologías de convergencia como la nanotecnología, biotecnología, tecnologías de la información y ciencias cognitivas.

Finalmente, los ataques contra Trump han pasado a una nueva fase, la cual se desarrolla en un contexto de guerra híbrida dinamizada por un conflicto racial que solo acelera el contexto de guerra civil. Ya en 2018 habíamos planteado la dinámica resaltada por el Coronel Lawrence Wilkerson, quien alertaba sobre la forma en que se agudizaba la división política al interior de Washington. Los recientes disturbios son una muestra de que la guerra civil se ha desatado contra un proyecto nacionalista que, a pesar de estar en pie de guerra comercial con China, busca fortalecer sus bases productivas, lo que veremos a continuación serán los disturbios de las diversas minorías, todas lanzadas en contra de Trump, la guerra híbrida 5.0 ya inició en las calles de Estados Unidos.

Abner Munguía Gaspar

Abner Munguía Gaspar: Doctorante en Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.

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