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Julio Chávez: “Venezuela está en el centro de una gran transición mundial”
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Global Research, julio 23, 2020
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Al observar la larga militancia de figuras como la de Julio Rafael Chávez Meléndez, uno puede darse cuenta de lo complejo que es para el imperialismo eliminar el socialismo bolivariano de la sociedad venezolana. Nacido en 1966, miembro de la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Julio es uno de los cuadros más completos de la revolución, aceptado tanto en las calles como en los órganos de gobierno, atento, inclusivo y creativo.

Dirigente estudiantil y universitario en los años de la IV República. En los gobiernos de Chávez y luego de Nicolás Maduro, desempeñó cargos de elección popular, siempre llevando a cabo experiencias de poder popular como el de la Asamblea municipal constituyente, cuando, entre 2004 y 2008, fue elegido alcalde de Carora, capital del estado de Lara, su región de origen. En el mismo espíritu, continuó como miembro del Parlamento y luego en la Asamblea Nacional Constituyente, donde dirige la comisión dedicada a las Comunas.

¿Qué tan importante fue para usted el movimiento cívico-militar dirigido por Hugo Chávez, qué recuerdos tiene del Comandante?

Para nosotros los estudiantes, que participamos directamente en las protestas de aquellos años, en que se conectaron la rebelión popular conocida como el Caracazo en febrero de 1989 contra el segundo gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez,  con la rebelión cívico militar del 4F de Chávez convergieron en la unidad de las ideas, más que de signo partidista. Tuvimos contactos como civiles con oficiales del MBR200 que llevaron a cabo la rebelión cívico-militar el 4 de febrero de 1992. Nuestros partidos de referencia fueron Causa R y Patria Para Todos, donde estaban Alí Rodríguez Araque, Aristóbulo Isturiz y otros importantes referentes, no obstante, compartíamos los mismos ideales de libertad, justicia social, soberanía nacional, lucha contra la corrupción y por los derechos de trabajadores, expresados en el Libro Azul. Después de la derrota del 4 de febrero y antes de la rebelión cívico-militar del 27 de noviembre del mismo año, como dirigente estudiantil de la Universidad Experimental Politécnica Barquisimeto, tuve la tarea de visitar a los oficiales detenidos en la prisión de Yare y mantenerme en contacto con los que quedaron en los puestos de mando de los principales batallones del occidente del país. Aunque todas las garantías constitucionales habían sido suspendidas, mantuvimos reuniones clandestinas con los líderes populares de la región, y logramos organizar la primera asamblea nacional del movimiento bolivariano en el auditorio universitario, en la que participaron delegados de 17 estados del país.

Cuando Chávez fue liberado de la prisión, durante la primera visita a mi ciudad natal, lo recibimos clandestinamente en la casa de un conocido médico y líder comunista, el Dr. Luis Rojas. En 2004, la coalición con la que me presenté para aspirar la alcaldía de Carora, estado Lara, compuesta por PCV, PPT, MEP, Abre Brecha y otros, derrotamos el candidato del MVR su partido, razón por la cual se evidencia que dicha relación obedecía más a elementos de carácter ideológico que partidista. Uno de los mejores recuerdos fue cuando Chávez respondió a mi carta para juramentar a los constituyentes municipales, enviando al gobernador del Estado como su representante. En representación de todos los Alcaldes del país, fui llamado por el mismísimo Presidente Chávez para formar parte del primer consejo presidencial del poder comunal que a su vez redactó la primera ley de los Consejos Comunales de la República Bolivariana de Venezuela.

Luego de la transición de pequeños partidos electoralmente hablando al gran partido de la revolución que soñó el Comandante Chávez, fuimos los primeros en inscribirnos en el PSUV en nuestro estado, respondiendo a su llamado. Tengo muchos recuerdos imborrables de Chávez, de su naturaleza visionaria y de su profunda humanidad, capaz de plantar firmemente la bandera del socialismo, pero también de unir, de reconocer, el trabajo político de los cuadros como lo hizo conmigo, con palabras motivadoras. Sus consejos y reflexiones, en primer lugar, la invitación a no abandonar los principios y la ética revolucionarias, que me acompañan.

¿Por qué coyuntura pasa el proceso bolivariano?

En estos primeros 20 años, hemos pasado por varias etapas: la refundación de los primeros años, con la aprobación de la primera Constitución de la Quinta República, luego un proceso de discusión extensa sobre la agudización de las contradicciones del proceso. Ahora estamos en un momento más complejo que debe llevarnos a profundizar el proceso revolucionario bolivariano, entendiendo que estamos en la víspera de la transición entre un sistema hegemónico unipolar decadente, liderado por los EE. UU. y Europa, y el surgimiento de un mundo multicéntrico y multipolar, en el que la revolución se ubica junto con China, Rusia, Irán … En este contexto, la forma en que venceremos la agresión multifacética del imperialismo que intenta borrarnos del mapa y la forma en que venceremos la pandemia de Covid-19 junto a los que están construyendo esta nueva multipolaridad, será decisiva. Lo que sucederá en Venezuela en el futuro cercano afectará el destino de la región y también de la humanidad.

Usted jugó un papel decisivo en el proceso de diálogo con la oposición moderada y dentro del Parlamento “en desacato”. ¿Cuáles son las perspectivas?

En las elecciones parlamentarias de 2015, la oposición llegó a obtener una mayoría importante. Pero había tanta ansiedad por acabar la revolución bolivariana, que no pudieron aprovechar ese resultado, al actuar con arrogancia, cometieron errores tras errores y terminaron enfrentados entre ellos por cuotas de poder, desperdiciando la oportunidad, descomponiéndose y permitiendo que el grupo de 54 diputados chavistas que representan al Bloque de la Patria de un total de 165 parlamentarios que conforman el Poder Legislativo Nacional, construyera un muro de contención para evitar males mayores.

En la primera fase, con Ramos Allup y Acción Democrática en la presidencia, la oposición prometió sacar en seis meses, al Presidente de la República y persistió en ultrajar al Tribunal Supremo de Justicia, vulnerando a un poder tan importante como el legislativo. Todo esto impulsado por la arrogancia de los EE. UU., la oposición impidió la aprobación de un conjunto de leyes importantes para la inclusión social, trató de debilitar al estado, obstaculizando todos los procesos administrativos y poniendo en peligro la estabilidad democracia.

Una estrategia que resultó ser perdedora, porque terminó exacerbando las contradicciones internas de los partidos de la oposición, y le hizo perder la brújula. Las contradicciones empeoraron con la presidencia de Julio Borges y luego con Juan Guaidó, o sea con la gestión de los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular, que eligieron el camino del golpismo y el terrorismo y no el de la dialéctica democrática. Esto, sin embargo, condujo al secuestro del poder por parte de un grupo reducido de partidos llamados G4 y execró al resto de los partidos minoritarios, también frente a los numerosos escándalos de corrupción que definitivamente socavaron la credibilidad de la derecha y erosionaron su capital político inicial.

La situación se precipitó cuando estos miembros decidieron pisotear la constitución, aprobando ese “estatuto de transición” aberrante que habría entregado la soberanía nacional al imperialismo estadounidense. Cuando Voluntad Popular quería continuar presidiendo el Parlamento “en desacato”, incluso sin tener una mayoría, hubo una especie de rebelión interna de quienes no estaban de acuerdo con esa política antidemocrática. Con el apoyo de los votos chavistas del Bloque de la Patria, la Asamblea Nacional, por lo tanto, desvió esa dirección vinculada al terrorismo y eligió una nueva mayoría, en la que el proceso de diálogo ha tomado forma con los que, a pesar de estar en contra de Maduro, son, aunque más ligados a los principios patrióticos y nacionalistas, rechazan la invasión militar de nuestro país y el saqueo de nuestros recursos.

Por lo tanto, se han creado condiciones favorables para la elección de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), como en efecto ocurrió para prepararse para las elecciones del 6 de diciembre. Las nuevas normas prevén la participación de un mayor número de partidos, más cantidad de parlamentarios (as) a elegir y más garantías. Estamos convencidos de que el bloque chavista obtendrá una nueva mayoría para 2021-2026, lo que permitirá cerrar esta mala página y dar un nuevo impulso al poder legislativo: un poder que debe controlar, revisar, propiciar nuevos instrumentos legales que le permitan abordar adecuadamente los problemas de la post pandemia, respetando la autonomía de los otros poderes.

¿En este énfasis en el diálogo y la mediación no hay el riesgo de hacer retroceder la revolución o de reintroducir mecanismos parecido a los de la IV República o de la democracia representativa?

El concepto innovador de democracia participativa y protagónica introducido por Chávez está separado de otros sistemas existentes en el continente o en Europa, donde predominan las democracias parlamentarias representativas o las monarquías. Dicho esto, la nuestra es una revolución sitiada, y el riesgo siempre está presente. Somos un “mal ejemplo” para los gobiernos neoliberales de la región que quieren perpetuar el sistema de acumulación capitalista a expensas del trabajo y la vida del planeta mismo. Sin embargo, nuestro pueblo ha experimentado los tiempos de los gobiernos neoliberales, de la Democracia Cristiana, durante más de 40 años ha sufrido las consecuencias de una economía subordinada a la voracidad industrial de los países “desarrollados” y al tutelaje de los Estados Unidos. Nuestro pueblo puede constatar las enormes diferencia entre las políticas de inclusión social obtenidas a través del ejercicio de la democracia participativa y protagónica y el oscuro pasado neoliberal. Teniendo que defenderse de múltiples ataques en todos estos años, ha aumentado su conciencia de clase y continuará luchando por el despertar del continente y por su liberación.

Las elecciones del 6 de diciembre se están organizando en medio de una pandemia. ¿Cuál es la situación del PSUV internamente y con respecto a los partidos aliados del Gran Polo Patriótico?

Después de la derrota en 2015, cuando perdimos la mayoría en el Parlamento, en todas las estructuras del partido, desde las estructuras de dirección hasta las de las comunidades, tuvo lugar un profundo debate. Durante el Cuarto Congreso del PSUV, se hicieron cambios importantes en la estructura, en el estatuto y en el Libro Rojo para profundizar el nivel de participación y organización. Un importante debate político que permitió un diagnóstico preciso de las causas de la derrota del 2015 y las correcciones necesarias en nuestra organización que, además de una formidable maquinaria electoral, es portadora de un proyecto estratégico para la transformación de la sociedad.

Gracias a nuestras estructuras territoriales, podemos acercarnos a nuestro pueblo, entender los problemas y dar las soluciones requeridas. Sabemos exactamente el número de nuestros militantes y el tipo de electorado que existe. Elevamos el nivel de formación de nuestros cuadros con una política de formación adecuada y también gracias al intercambio con otros partidos y movimientos del mundo. La política es una ciencia y un arte, no se puede improvisar. Según nuestros cálculos, que no permiten el triunfalismo o la subestimación, llegamos a más del 60% del patrón electoral. Mientras la oposición está dividida, nuestro partido está unido y cohesionado, en armonía con los hermanos del Gran Polo Patriótico. Por supuesto, sabemos que nuestros enemigos son poderosos y que el imperialismo aportará mucho dinero a la campaña de la derecha. Sin embargo, estamos convencidos de que, a nuestra victoria, también se unirá a un cambio de la correlación de fuerzas en la región y que presenciaremos un renacimiento de los pueblos en Bolivia, Ecuador, Chile, Perú y Colombia para de esta  manera evitar la recolonización de América Latina y el Caribe.

¿Qué estrategias está implementando el gobierno bolivariano para enfrentar el Covid-19 y la post-pandemia?

Sin duda, el Covid-19 marcará profundamente a Venezuela y al resto de la región, enfrentándonos con la necesidad de cambios profundos, también desde un punto de vista relacional, en el uso de nuevas tecnologías en el sector educativo, de la información y las telecomunicaciones, al repensar todo este proceso de ralentizar la vida cotidiana. Vamos a enfrentar una profunda recesión mundial en un sistema capitalista que hará más grande la creciente brecha entre los más ricos y los más pobres.

Aumentará el peso de la deuda externa en la economía, los intereses de los trabajadores y trabajadoras se verán seriamente afectados. Ante esto, Venezuela está fortaleciendo las políticas de inclusión, con especial atención a la salud, confiando en la plataforma del Sistema Patria, lo que permite una gran investigación de la población, sus necesidades y las respuestas más adecuadas para enfrentar este terrible virus y bajar la curva de contagio. La decisión del presidente Maduro para una cuarentena social radical y voluntaria ha permitido aislar ciudades enteras, hemos promovido el distanciamiento social a través de campañas de concientización.

Estamos planteando la necesidad de cambiar los modos y costumbres con respecto a las reglas de prevención, la higiene y exigir el uso obligatorio de mascarillas. La pandemia hizo que la humanidad reflexionara sobre el peligro del capitalismo para los humanos y la pacha mama, pero ¿qué viene después? En primer lugar, desde el punto de vista sociopolítico es necesario reconocer el fracaso de los gobiernos que llevan a cabo políticas neoliberales, como Chile, Perú, Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia, etc., que han preservado el aumento de riqueza por pocos y no la vida de las personas.

Ante la superioridad mostrada por el sistema cubano o venezolano que se mueven hasta objetivos opuestos, se debe construir un amplio frente de lucha para desplazar del poder por la vía electoral a estos gobiernos neoliberales y serviles . Para nosotros al capitalismo, se trata de enfrentarlo desde las fuente inagotable de inspiración que es el socialismo bolivariano, retomar la idea original de Chávez y reiniciar los procesos de integración económica de la región basado no en la competencia si no en la complementariedad y la solidaridad. Y aquí, los partidos y los movimientos sociales juegan un gran papel, porque deben canalizar la rebelión popular volcánica que vemos, por ejemplo, en Chile, Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia sobre la base de una plataforma unitaria de lucha por un nuevo modelo de producción en la nueva normalidad.

¿Qué consecuencias pueden tener los ataques de Estados Unidos y Europa?

Desde que el pueblo eligió a Hugo Chávez como presidente en 1998, nuestros enemigos históricos se han convencido de que no podían “domesticarlo” o comprarlo y que tenían que elegir otras formas. El punto de inflexión llegó en el 2000, cuando Bill Clinton y Andrés Pastrana firmaron el Plan Colombia con el pretexto de combatir el narcotráfico y el terrorismo. De hecho, el objetivo era utilizar el gobierno servil de Colombia para crear una infraestructura y atacar nuestro territorio con diferentes formas, aprovechando la proximidad geográfica. Ataques permanentes contra la soberanía y la economía que han tenido un impacto negativo en el alto índice de desarrollo humano alcanzado, en el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras. Sabemos que no se detendrán porque Venezuela tiene inmensos recursos energéticos, recursos naturales, minerales estratégicos que son tentadores y que nos convierten en un objetivo muy apetecible a sus intereses . Además, probar que se puede construir un sistema alternativo es, como Elliott Abrams repitió recientemente en el Senado, un mal ejemplo que debe ser destruido.

El imperialismo quiere volver a colonizar América Latina y el Caribe para traerlo nuevamente bajo la doctrina Monroe, al servicio de los intereses de las grandes multinacionales, sus burocracias y el estado profundo que guía la política de los Estados Unidos de Norte América. Siempre inventarán nuevas agresiones, pero el tiempo ha demostrado que esto sólo ha aumentado nuestra capacidad de resiliencia y ha elevado la conciencia del pueblo, y que ahora está acompañando con sus inmensos recursos economías emergentes como China, Rusia e Irán, que se sienten igualmente atacadas. Una alianza emergente que está fortaleciendo un nuevo poder financiero cuyo centro de gravedad se mueve del Atlántico al Pacífico.

Venezuela, con sus grandes recursos, ayudará a inclinar la balanza en este sentido. Por esta razón, el año pasado, junto con Cuba, organizamos las reuniones mundiales seguidas al Foro de Sao Paulo. Hemos convocado, en el continente y más allá, la primera Internacional Antimperialista del siglo XXI para el año 2021 bicentenario de la Batalla de Carabobo que selló la independencia de Venezuela del otrora imperio español a las fuerzas de izquierda, los movimientos sociales para acordar un programa de lucha común que nos permita construir un bloque revolucionario basado en la diplomacia de paz, la complementariedad y la solidaridad de los pueblos.

Una plataforma de lucha que logre cambiar la correlación de fuerzas en el continente a favor de los procesos de liberación nacional desplazando del poder a gobiernos neoliberales por la vía electoral, fortaleciendo y compartiendo las políticas sociales de inclusión con estados fuertes, impulsar un nuevo modelo económico de producción sobre la base de la verdadera integración y entre tantas tareas, rescatar el espíritu anfictiónico del Congreso de Panamá convocado por el padre Bolívar en 1826 para defender a América Latina de futuras agresiones multiformes, bloqueos económicos e intentos de incursiones militares por parte de EEUU, la UE y cualquier otra nación que invoque doctrinas supremacistas e injerencistas. Un proyecto que se reanudará con más fuerza en esta etapa post pandemia 2019.

Geraldina Colotti

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