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La elección rusa de Estados Unidos. La intromisión montada en la “gran mentira” no termina
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Global Research, julio 26, 2018

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La propaganda funciona, demostró ser efectiva una y otra vez: es una herramienta clave en el recetario utilizado por el Estado Profundo (‘Deep State’) de Estados Unidos.

Prácticamente todo aquello que se repite suficientes veces, especialmente a través del gran megáfono de los medios de comunicación, hace que la mayoría de la gente lo crea, sin importar cuán absurda sea la afirmación.

No hay ni una pizca de evidencia sugiere que Rusia se haya inmiscuido el proceso electoral de Estados Unidos: no hay nada.

Sin embargo, una encuesta realizada por NBC News / The Wall Street Journal mostró que la mayoría de los estadounidenses cree que Rusia es responsable. Un mes antes, la encuesta de Gallup mostraba que tres de cada cuatro estadounidenses tienen una mala percepción del presidente ruso, Vladímir Putin.

Los estadounidenses son fáciles de engañar. No importa cuántas veces hayan sido engañados antes, son fácilmente manipulables pues todavía creen todo aquello que deriva de la propaganda repetitiva (alimentada a través del megáfono de los medios de comunicación) que, dicho sea de paso, actúa en sincronía con la narrativa oficial llena de falsedades.

Los medios de comunicación dominantes de Estados Unidos sirven como una plataforma de propaganda para los intereses imperiales y adinerados de Washington: actúan como agentes del engaño, traicionando a sus lectores y televidentes una y otra vez en lugar de informarles de forma responsable.

Poppy Harlow, periodista prostituida (‘presstitute’) de CNN, emitió un video del periodista de Reuters, Jeff Mason, que en Helsinki le hizo a Putin la siguiente pregunta:

“¿Quería que el presidente Trump ganara las elecciones y mandó a alguno de sus funcionarios para que contribuyera en ello?”

Putin dijo: “Sí”, quería que Trump ganara “porque había hablado de lograr que la relación entre Estados Unidos y Rusia volviera a la normalidad”, una respuesta que fue traducida a partir del ruso.

Aquí está la traducción exacta de su señalamiento:

“Sí, quería que ganara, porque habló sobre la necesidad de normalizar las relaciones entre Rusia y Estados Unidos”, y agregó:

“¿No es natural simpatizar con un hombre que quiere reestablecer las relaciones con tu país? Eso es normal”.

Putin en ningún momento afirmó, como sostiene la narrativa oficial, de que hubiera instruido a alguno de sus funcionarios para que ayudara a Trump a ganar [la elección]. Sin embargo, Harlow de CNN afirmó lo contrario, sosteniendo falsamente que Putin había ordenado a los funcionarios del Kremlin que hicieran que Trump triunfara sobre Hillary.

Él no hizo nada por el estilo ni lo dijo, ni tampoco ningún otro funcionario del Kremlin. No hay pruebas que demuestren lo contrario, no son más que acusaciones infundadas respaldadas únicamente por el poder de la propaganda mentirosa.

Una y otra vez, la CNN, The New York Times y el resto de los medios de comunicación dominantes de Estados Unidos demuestran que no son dignos de confianza.

Abandonan los valores del periodismo de manera frecuente, especialmente en cuestiones geopolíticas, especialmente en la guerra y la paz, y todo aquello relacionado con Rusia.

Después de rechazar, o al menos dudar, de la versión de la narrativa oficial sobre la presunta interferencia rusa en el proceso político de Estados Unidos para ayudar a su triunfo, Trump retrocedió después de Helsinki, capitulando ante el poder del Estado Profundo (‘Deep State’).

Primero en la Casa Blanca, dijo que se había equivocado al hablar en el extranjero, y luego en CBS News el miércoles por la noche, dijo que era “cierto”, añadiendo de forma lamentable:

Rusia se inmiscuyó en las elecciones presidenciales de 2016, por lo tanto, “haría” al presidente ruso, Vladímir Putin, responsable de haber intervenido; eso no ocurrió, no insistió.

Aquí está su intercambio textual con el presentador de CBS, Jeff Glor:

GLOR: “Dice que está de acuerdo con la inteligencia estadounidense en que Rusia participó en las elecciones de 2016”.

TRUMP: “Sí, y he dicho eso antes, Jeff. Lo he dicho muchas veces antes, y diría que es verdad, sí”.

GLOR: “Pero no has condenado a Putin, específicamente. ¿Lo considera personalmente responsable?

TRUMP: “Bueno, lo haría, porque él está a cargo del país. Al igual que me considero responsable de las cosas que suceden en este país. Así que ciertamente, como líder de un país, tendrías que responsabilizarlo, sí”.

GLOR: “¿Qué le dijiste?”

TRUMP: “Muy contundente en el hecho de que no podemos entrometernos. No puede haber nada de eso, ahora mira. También vivimos en un mundo de adultos”.

“Será una declaración fuerte, ya sabes, el presidente Obama supuestamente hizo una declaración fuerte. Nadie lo escuchó”.

“Lo que oyeron fue una declaración que hizo al amigo más cercano de Putin. Y esa declaración no era aceptable. No tuve mucho juego en términos relativos. Pero esa declaración no era aceptable “.

“Pero le hago saber que no podemos tener esto. No lo vamos a tener, y así será”.

Ahí lo tiene – Trump capitulando ante el Estado Profundo (‘Deep State’) de Estados Unidos sobre Rusia en televisión nacional.

Ya desde el primer día en el poder, había capitulado ante el Estado de seguridad nacional, Wall Street, y otros intereses adinerados que se imponen sobre el pueblo.

La única parte redentora de su agenda era su deseo de mejorar las relaciones con Rusia y, de manera personal, con Vladímir Putin, prefiriendo la paz a una posible confrontación, con la intención de desactivar la amenaza de una guerra nuclear.

A pesar de tuitear después de Helsinki de que él y Putin “se llevaban bien, provocando la molestia de muchos enemigos que querían ver un combate de boxeo”, sus comentarios en CBS News demostraron que continuará haciendo maniobras sucias en contra de Rusia.

Cualquier cosa positiva derivada de las conversaciones de la Cumbre queda eclipsada una vez que Trump terminó capitulando ante el Estado Profundo (‘Deep State’), que lo controla tanto a él como a su agenda.

Tanto la normalización de las relaciones con Rusia como la paz mundial son conceptos anatema en Washington.

Los neoconservadores del bipartidismo que controlan el establishment político de Estados Unidos no quieren nada de eso. Los objetivos hegemónicos de Estados Unidos son los más importantes: el dominio sobre el planeta Tierra, sus recursos naturales y pueblos.

Guerras interminables de agresión, revoluciones de color y otras prácticas ilegales que atentan contra los derechos humanos y el bienestar son sus estrategias predilectas.

¿Aceptarán los estadounidenses el sacrificio de sus libertades vitales con tal de protegerse de sus enemigos inventados?

¿Seguirá la confrontación beligerante de Estados Unidos con Rusia de manera inevitable? ¿Nos terminará aniquilando una guerra nuclear?

Stephen Lendman

Stephen Lendman: Investigador asociado del Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research), es también corresponsal en Chicago.

Artículo original en inglés:

The Russian US Election Meddling Big Lie Won’t Die, publicado el 19 de julio de 2018.

Traducido por Ariel Noyola Rodríguez para el Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research).

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