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La fiesta de Macrilandia
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Global Research, septiembre 25, 2018
Página 12 24 September, 2018
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El contraste de la semana pasada, entre las expectativas favorables del Gobierno y los números horripilantes de la economía real, fue quizás el más fuerte desde el avance de la corrida cambiaria que comenzó en mayo y después se propagó hasta dejar esta foto activa de país a la deriva. 

Quienes frecuentan Casa Rosada y despachos oficiales, reflejados en todos los medios macristas, citan un clima que saltó de la desazón al optimismo. En algunos casos manifiesto, en otros módico, pero optimismo al fin.

El acuerdo con el FMI está al caer. Los “mercados” dan cuenta de eso a través de la baja en la cotización del dólar y la compra de títulos en pesos. El Presupuesto 2019 tiene altas chances de ser aprobado gracias al apoyo pusilánime del opoficialismo. Argentina podrá exhibir respaldo internacional. Los dólares para financiar pago a acreedores y calma cambiaria el año próximo permitirán que después nos veamos en Disney. De eso se trata.

“Imperdible para especuladores”, como el viernes fue encabezado en PáginaI12 un artículo impecable sobre el retorno de los fondos bicicleteros gracias a las tasas de interés más altas del mundo. Y a la probabilidad de que la ayuda del Fondo Monetario frene la corrida, para dejarle al gobierno que venga –del signo que fuere– una bomba sin antecedentes.

Son, como de costumbre, dólares sin el origen genuino que proveen exportaciones o la radicación de inversión extranjera directa. Son un cambio provisorio de cartera inversora, tras la ganancia descomunal que los grandes jugadores obtuvieron al dolarizar sus activos. “Hace apenas cuatro meses se pagaban menos de 25 pesos por la divisa estadounidense, y regresan ahora vendiendo sus tenencias en dólares a un precio 50 por ciento más caro en pesos. En los próximos meses, podrán obtener una ganancia extra cercana al 4 por ciento mensual por los rendimientos que ofrecen los títulos de deuda en pesos”.

Eso es lo que viene a ser un mundo que sigue confiando en la Argentina porque el cambio ya está. Sí. El tipo de cambio. “Se fueron con el dólar a 23, vuelven cuando les pagan 38”. Qué fantástica esta fiesta.

Al tratarse de un Gobierno de récords permanentes para todos los gustos, no podía faltar que la tasa de desocupación es la más alta de los últimos doce años. Al agregarse los subocupados, se llega a casi 4 millones de personas con problemas de empleo y –dato mayormente ignorado– no se cuentan quienes debieron mudar al incierto monotributismo por haber pedido el trabajo.

Es probable que el 9,6 de desempleo pueda estar dibujado, a fin de que el promedio nacional no atraviese la barrera psicológica de los dos dígitos. Pero, así fuere, basta con registrar que la cifra abarca abril, mayo y junio. Significa un período sin alcance de la tormenta que según Macri nos cayó de Turquía y adyacencias meteorológicas semejantes.

Noviembre y diciembre, según cualquier fuente pública y privada que se releve, serán los meses del pico recesivo porque entonces sí desembocará el grueso del impacto provocado por la megadevaluación, los tarifazos y esta ya desgarradora crisis laboral.

Solamente en la industria automotriz hay 6900 suspendidos, sumados  trabajadores de Renault, Fiat, General Motors y Volkswagen.

En el rubro textil, la actividad se derrumbó un 30 por ciento desde que llegó la revolución de la alegría y la perspectiva es que caiga hasta un porcentual de 40. Referentes del área avisan que por lo menos la mitad de sus empresarios piensa en cerrar.

La provincia de Santa Fe, donde predomina el sector metalúrgico, está virtualmente en emergencia productiva. En lo que va de este año cerraron allí 240 industrias –400 a partir de 2015– y hay alrededor de 200 empresas en proceso preventivo de crisis.

Son apenas tres ejemplos concurrentes, que dan testimonio de la calamidad macrista como podrían ofrecerlo tantos otros.

La pregunta de si este derrumbe de lo poco, bastante o mucho que se había conseguido es un efecto buscado para a) beneficiar a las minorías asociadas al Gobierno, b) la consecuencia de una impericia fenomenal, o c) la articulación entre ambos factores, vuelve a no tener mayor profundidad en cuanto al resultado objetivo de quiénes se favorecen, quiénes quedan con la soga al cuello y quiénes arrasados hasta el límite de la subsistencia.

Pero sí sirve contemplar si la interpretación no será capaz, aún y aunque resulte increíble, de concederle al oficialismo un nuevo crédito.

De hecho, en efecto resulta muy probable que el Congreso sancione una aprobación presupuestaria que literalmente es un suicidio.

Todo en pos de un déficit cero ordenado por el FMI y que nada tiene que ver con el problema estructural argentino de la falta de dólares para sostener la economía y el pago de las acreencias externas. Grecia a la vista.

También en este diario, lo resumió perfectamente el último panorama económico semanal de David Cufré al resaltar que el auxilio financiero de Estados Unidos, y del establishment internacional, sólo demuestran el sostén a las importaciones y la libre circulación de capitales especulativos. Las corporaciones de los países prestamistas, a través del endeudamiento masivo del Estado, se quedan con la última palabra sobre lo que la política económica puede o no hacer.

El plano electoral, por mucho que a un año de las presidenciales parezca una especulación irresponsable, tampoco ofrece garantías de conciencia masiva sobre el borde del abismo.

Tal lo señalado reiteradamente por el brasileño Emir Sader, entre otros cientistas, la derecha se impone cuando logra desarticular el consenso mayoritario de que los problemas fundamentales son de carácter social.

La derecha gana cuando convence de que el gasto del Estado, la corrupción y el populismo son los dramas prioritarios.

Dispone para eso de un aparato mediático y jurídico formidable, es cierto. Asimismo, compra o se vale de traidores y de quienes no se animan a proyectar más allá de su aldea. También se provee de los egos y taras de unas fuerzas de combatividad persistente, resaltable, necesaria; pero de construcción nula si es que hablamos de aportar, en las urnas, al bloque requerido para enfrentarse a la solidez del reaccionario.

Ninguno de esos aspectos supone extraviar que la resistencia social tiene entre nosotros un tamaño enorme. Incluso desperdigada, su acción permitió que el ajuste no sea más brutal todavía.

El paro general del martes próximo es fruto de lo impulsado por esa resistencia y nunca por la enjundia orgánica de la CGT, salvadas sus excepciones.

Cuando las imágenes del paro sean todo lo categóricas que serán, habrá dos miradas expresivas de esta dialéctica reinante.

Una dirá que sin colectivos ni trenes ni subtes es obvia la repercusión exitosa, y que la auténtica medida de adhesión debería verse con esos servicios no afectados. Tiene lógica.

La otra, con razón igual o mayor, advertirá que no es por arte de magia que no haya transporte público sino porque –nueva y precisamente– el aguachentismo cegetista, más la dirigencia díscola, más la que pelea siempre, deben dar alguna respuesta al descontento y la bronca.

Mientas tanto, y adherido a la confianza de los mercados y de “la gente” si llega el acuerdo con el Fondo, seguirá avanzando la causa de las fotocopias de los cuadernos de la plata que se robaron y que jamás encuentran ni en la estepa patagónica, ni en el exterior, ni en bóvedas, ni en paredes aparentes, ni en lugar alguno.

Llegado el momento, y como previene Za-ffaroni, esa farsa son las Malvinas de Macri. ¿Les puede salir bien?

Eduardo Aliverti

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