La plaga de langosta (saltamonte del desierto) que ha afectado grandes extensiones en África y arrasado con toda la vegetación que encuentra a su paso, ahora se expande por varios países de Asia y Latinoamérica, como también lo ha hecho en los últimos meses la pandemia de la Covid-19, dejando una estela de desolación y de miedo entre la población debido a la pérdida de alimentos.
La ONU declaró que esas plagas son un gran peligro para la seguridad alimentaria y la capacidad de las personas de mantenerse por sí mismas en grandes zonas de África Oriental, el sudoeste asiático y ahora parte de Latinoamérica, un peligro que se está exacerbando por el cambio climático.
Resulta que esos insectos han afectado a Somalia, Etiopía, Sudán, Kenia, en África; Pakistán e India, en Asia; Paraguay y Argentina, en Sudamérica.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señala que el cambio climático es una de las consecuencias del aumento de las temperaturas, lo que provoca el impulso a la reproducción de insectos y la aceleración de sus metabolismos lo cual implica una mayor voracidad de las plagas de langostas.
La FAO indica que Somalia y Etiopía desde hacía 25 años no se enfrentaban a un brote de langostas de esta dimensión y en Kenia, Uganda y Sudán, adonde llegó más tarde pero con más fuerza, no se veía algo igual en los últimos 75 años.
A finales de diciembre de 2019, varios enjambres de langostas invadieron la región del Cuerno de África, la FAO predijo que surgiría una segunda ola, lo que ocurrió en abril de 2020 y se extendió el noreste de Kenia, siguió a Uganda y Sudán del Sur en mayo y después pasó a Pakistán, India y hoy atacan parte de Paraguay y Argentina.
Las langostas del desierto viven durante unos tres meses y sus huevos eclosionan dos semanas después de haber sido puestos, por lo que desde diciembre la población de langostas se ha multiplicado por tres, con consecuencias potencialmente desastrosas.
La ONU explica que una langosta del desierto puede comer su propio peso en alimentos frescos en un solo día. Esto quiere decir que enjambre de un kilómetro cuadrado, con 80 millones de ejemplares, consume la misma cantidad de cultivos en un día que 35 000 personas. Por tanto, si no se contiene el número de langostas, el impacto en los cultivos y la vegetación aumentará el hambre en regiones que ya luchan con altos niveles de inseguridad alimentaria.
Pakistán declaró el estado de emergencia nacionalante la llegada de la mayor plaga de langostas de los últimos 20 años, la cual devora toda cosecha a su paso.
Las langostas llegaron al país asiático en junio, procedentes de Irán y arrasaron con los campos de trigo, maíz y algodón en el suroeste del país, antes de desplazarse a lo largo del estado de Sindh, en el sur, hasta la provincia noroccidental de Jíber-Pajtunjwa.
La Universidad de Agricultura de Faisalabad, organizó un equipo de investigación para abordar la crisis más grave que se recuerda desde la plaga de langostas de 1993. Estos enjambres de entre 30 y 50 millones de langostas pueden cubrir 150 kilómetros y devorar hasta 200 toneladas de comida al día y ponen en peligro la producción de trigo.
En India los saltamontes del desierto desde su aparición en abril procedentes de Pakistán, han destruido cerca de 50 000 hectáreas de cultivos en el estado de Rasjastán.
Otras nubes de estos insectos también están activas en los Estados de Maharastra, Gujarat, Punjab y Uttar Pradesh y amenazan numerosos cultivos, agravando la situación de los agricultores ya fragilizados por el confinamiento decretado para luchar contra la pandemia de covid-19.
En el continente americano, una plaga proveniente de Paraguay se está monitoreando desde fines de mayo por el servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina.
La alerta decretada asegura que la plaga va bajando principalmente por Formosa y Chaco (Argentina), con la particularidad de que lo hace desde el este, principalmente en Formosa, donde hay una gran cantidad de maíz y caña de azúcar.
La institución señaló que la manga de 40 millones de insectos estuvo dando vueltas, bajó por las palmeras, en una zona difícil de detectar, cruzó el río Bermejo y entró en Chaco, pasó la ruta 11 y a partir del fin de semana se movió casi 100 kilómetros en un día debido a las altas temperaturas y el viento.
La ONU enfatizó que desde hace unas décadas, el cambio climático ha estado acelerando la frecuencia y la virulencia de estas plagas, ya que los cambios en las precipitaciones permiten a estos invertebrados reproducirse a mayor velocidad, cuyos huevos puestos por los insectos adultos enterrados a pocos milímetros debajo de la tierra esperan las aguas para eclosionar.
Varias técnicas son usadas para controlar las plagas como arar las tierras para que los huevos se sequen con el sol o sean comidos por las aves pero una vez que brotan con las aguas se hace difícil su control.
Los gobiernos, la FAO y otras Organizaciones se unen para controlar el enjambre y rociar insecticida desde el aire, pero también la pandemia de coronavirus ha evitado el control de plagas al frenar la importación de pesticidas y restringir el movimiento del personal terrestre.
Además, este método tiene efectos devastadores en insectos beneficiosos como abejas, mariposas, mariquitas o lombrices de tierra al dañar la salud del ecosistema.
Como enfatiza la FAO, las langostas son una gran amenaza para la seguridad alimentaria y la capacidad de las personas de mantenerse por sí mismas,una amenaza que se está exacerbando por el cambio climático.
Hedelberto López Blanch
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