Creíamos haberlo visto todo de la parte de la extrema derecha venezolana (disfrazada de «combatiente de la democracia» por los medios de comunicación franceses): formación por los paramilitares colombianos, terrorismo, atentados con explosivos, destrucciones de centros de salud y maternidades, subcontratación de violencias por el hampa, utilización de menores mercenarios, asesinatos y torturas[1]. Pero no. Siempre existe la posibilidad de mejorar en la barbarie.
Tener la piel demasiado morena no es aconsejable si se quiere participar en las manifestaciones de los hijos de los barrios altos de Altamira o de Chacao (Este de Caracas): puede ser tomado por un « chaviste infiltrado»[2]. Estas fotografías y este vídeo muestran uno de los manifestantes alejar a sus compinches (comparsas) para prenderle fuego a Orlando José Figuera (21 años) después de haberlo golpeado, arrojado al suelo y haberle rociado de combustible. Estos hechos tuvieron lugar el 20 de mayo de 2017. Imágenes desaconsejadas a las personas sensibles.
Para los historiadores Mario Sanoja e Iraida Vargas Arenas: “Hoy, en las peluquerías de los barrios elegantes de Caracas, las clientes que menosprecian en voz alta el « gorila Chávez» y los gorilas bolivarianos en general olvidan que las cosas negras que lavan su cabello, les arreglan los pies, les barnizan las unas, viven en barrios populares como Santa Cruz o La Minas, al igual que las «cachifas»” (criadas) que se ocupan de sus niños, les hacen la cocina, lavan su ropa y se ocupan de sus jardines. »
Después de haber huido de la miseria de su Europa original, convertidas en élite social por la negación del Otro, estas comunidades de origen europeo (minoritarias sociológicamente ya que el 95% de la población venezolana está mezclada de sangre africana) vieron su estatus trivializarse por los esfuerzos de inclusión social de la revolución bolivariana, y alimentan una rabia racista colosal decuplicada contra los chavistas.
Video: El grupo de cantantes afrodescendientes “Eleggua”
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