“La reacción del crimen se debe a la presión del gobierno, pero el Estado Mexicano debe tener cuidado para no repetir escenarios de guerra”

Entrevista a Norberto Emmerich sobre el ataque al secretario de seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch

Norberto Emmerich se ha dedicado durante años a analizar temas como narcotráfico, geopolítica y seguridad. Actualmente preside el Centro de Estudios en Estrategia y Políticas Públicas (CEEYPP) con sede en Buenos Aires, Argentina. Su más reciente libro «Geopolítica de la seguridad en América Latina» debe ser una consulta obligada para los analistas y tomadores de decisión en la materia desde una óptica integral.

Por eso buscamos su opinión sobre los hechos del pasado viernes 26 de junio en la céntrica zona de Paseo de la Reforma, en los cuales el Jefe de la Policía de la Ciudad de México sufrió un ataque armado atribuido a un grupo de la delincuencia y tres personas perdieron la vida.

Durante la charla, el especialista argentino aborda los motivos que tendría el grupo delincuencial señalado de haber perpetrado el atentado, los peligros que enfrenta el Estado Mexicano a la hora de responder y hasta la forma en la que la pandemia ha cambiado el escenario y la geopolítica del narcotráfico en México.

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Edgar A. Valenzuela: Doctor Emmerich, gusto en saludarlo. Nos gustaría conocer su lectura sobre los hechos del pasado viernes 26 junio en la CDMX. 

Norberto Emmerich: El ataque al secretario García Harfuch fue planeado y ejecutado en forma muy planificada y coordinada, de acuerdo a lo que mencionan muchas notas periodísticas, algunas de ellas muy bien informadas. En líneas generales hay suficiente conocimiento al respecto, aunque es importante mencionar la falta de un adiestramiento sofisticado por parte de los atacantes.

El ataque no tiene dimensiones mayores a las circunscriptas al mismo hecho, carece de aspectos oscuros o ramificaciones corruptas. Es totalmente contraproducente el tipo de reacciones que tipifican el hecho como un ataque de la oposición mediática y/o política o quienes consideran que esto es una reacción contra la 4T o cuestiones similares.

El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) lleva largo tiempo penetrando el corazón geopolítico del país, siendo el único cartel con estrategias tan claramente geopolíticas en su accionar. No es la violencia el principal rasgo distintivo del CJNG sino la concepción estratégica arriesgada que lo guía en dirección al heartland (corazón) del país.

Por lo tanto es importante ser cuidadosos al analizar el ataque al secretario García Harfuch, un profesional destacado en el área de la seguridad, con una tradición familiar de alto nivel. Si se considera el ataque como una «vendetta» de grandes dimensiones por la política concreta llevada adelante en la Ciudad de México, no se entiende las dimensiones del asunto.

Como dijo Manelich Castilla, el secretario García Harfuch es «uno de los activos más valiosos que tiene el Estado mexicano», pudiéndose deducir que el ataque del CJNG se dirige contra la política que la 4T lleva adelante contra algunas organizaciones específicas del narcotráfico, no más allá ni más acá de eso.

Omar García Harfuch, secretario de Seguridad de la Ciudad de México

El ataque apuntó más arriba de la línea de flotación de dicha política a fin de dar señales de lo que estarían dispuestos a hacer para parar esa ofensiva. La intención es crear miedo en la sociedad y el gobierno, lo cual ha sido logrado con claridad. Pero la ofensiva del gobierno no se va a detener, todo lo contrario. Y allí radica el peligro para ambas partes. Para el CJNG porque lo lleva a la extinción, sin acuerdo político. Y al gobierno porque lo lleva a la guerra, con acuerdo de Estados Unidos.

Edgar A. Valenzuela: Los hechos en cuestión justamente han puesto de nueva cuenta en tela de juicio la estrategia de seguridad que ha implementado la 4T. Incluso el presidente mismo ha reconocido que ése es el mayor pendiente de su administración. ¿Qué podría decirnos usted al respecto? 

Norberto Emmerich: Una lectura sobre la política de seguridad implementada en México en relación con los cárteles (tanto el CJNG como su principal rival, el de Santa Rosa de Lima) indica que es más una estrategia de seguridad de Estados Unidos que de México, con trabajo de inteligencia y fuerzas de seguridad operando en el país dentro de la Operación Python. En ese contexto ampliado también debe entenderse la importancia de la visita de López Obrador a Estados Unidos.

Por otro lado la política de atarse a las decisiones de Estados Unidos respecto a la seguridad en México tiene altos costos de todo tipo:

  1. Reproduce escenarios de «guerra» contra el narcotráfico propios de la política de la Iniciativa Mérida, con despliegue de inteligencia militar propia para atender los movimientos de los grupos criminales.
  2. Auto-obliga al gobierno a otorgar mayor despliegue territorial a las fuerzas armadas, tal como ya estaba previsto en la creación de la Guardia Nacional pero que se hizo efectivo el 11 de mayo pasado. Esta adaptación militar no es una iniciativa de seguridad sino una respuesta política a las demandas de Estados Unidos. Los argumentos y noticias que destacan el mayor nivel de armamento del CJNG alimentan la idea de que sólo las Fuerzas Armadas pueden hacerles frente.
  3. El CJNG, incluso con los indicadores de crisis que se mencionan en los medios periodísticos (600 detenidos en Estados Unidos, incautamiento de fondos, enfermedad o muerte de su líder), cobra impulso con mayor velocidad hacia el centro del país y en dirección al Estado, quizás en forma reactiva, quizás en forma estratégica.

En este sentido el ataque al secretario García Harfuch y la amenaza a otros altos funcionarios de gobierno sólo tiene sentido para golpear y retroceder, no para ser efectivas. Porque los ataques reiterados al Estado (al estilo de Pablo Escobar) ya no son viables ni geopolíticamente sustentables en las circunstancias presentes.

Sin embargo la retirada estratégica (se se produjera) del CJNG puede corresponderse con una reacción antiestratégica de avance del Estado en un escenario de guerra y un principio de «embriaguez de la victoria», justamente lo que el CJNG (y Estados Unidos) busca. O sea, un ingreso a una guerra abierta.

Si por el contrario el CJNG no estuviera comportándose estratégicamente sino reactivamente (por la crisis de dirección política que presuntamente sufre) sus días están contados en México.

  1. Más allá de la política de «guerra» contra los grupos criminales como el CJNG y el de Santa Rosa de Lima, a la hora de impulsar políticas de seguridad establecidas por mano propia, la 4T carece de una dirección estratégica hábil y cohesionada. Se reproduce un discurso académico de bajo nivel sobre la seguridad, antipolítico y desempoderado.

Este elemento es hábilmente utilizado por los estrategas americanos que aconsejan al presidente Trump, cuya personalidad encaja muy bien en estos escenarios caóticos. Ello le permite a Estados Unidos descargar sobre México las responsabilidades de solución de la problemática del narcotráfico.

El resto de las cuestiones de seguridad no le interesan a Estados Unidos, y tampoco parecen interesarle a México.

Edgar A. Valenzuela: Es interesante escuchar que usted ha utilizado algunos conceptos geopolíticos para referirse al actuar de algunos grupos delincuenciales. Por ello, nos gustaría saber: ¿cuáles son las perspectivas en materia de seguridad para México desde la óptica de la geopolítica de la seguridad? 

Norberto Emmerich: La pandemia de coronavirus obliga a una reconfiguración de las organizaciones criminales en México, una reconfiguración esencialmente geopolítica que responde a la pregunta de cómo ejercerá el narcotráfico a partir de ahora su estatalidad. Dicho de otra manera, cómo ejercerá su control territorial, su monopolio, su estabilidad, su violencia y su legitimidad.

El Cártel Jalisco Nueva Generación, detrás del atentado

Se puede esperar una transformación radical en el concepto de narcotráfico, que ahora será local, cercano y casi doméstico por el cierre de fronteras, la dificultad en el tránsito de personas, el bloqueo del mercado mundial de cocaína y el confinamiento mundial.

La presión geográfica por la cohabitación de una gran producción en un mercado más chico, más la aparición necesaria de nuevos productos (fentanilo, cristal), consumos (caída de la cocaína) y mercados (interno) es en sí misma una revolución generalizada del narcotráfico mexicano y explica la presión sufrida por el CJNG en un contexto donde su geopolítica anterior queda en entredicho y reclama una administración más pausada de su propio tiempo político, lo que no ha sucedido.

En términos geopolíticos, la actividad apta para el narcotráfico en períodos de cuarentena nacional y pandemia es el ingreso a una lucha más abierta por la resolución de los conflictos territoriales en curso, en algunos casos con auspicio político. Con la opinión pública y la Guardia Nacional relativamente involucradas en el control sanitario, algunas de estas disputas territoriales pasarán inadvertidas, excepto las más grandes y señaladas por Estados Unidos, como es el caso del CJNG.

Las siguientes actividades alternativas pueden ser llevadas a cabo por los carteles aunque con grandes limitaciones:

  • El tráfico de personas, dificultado por el cierre de fronteras. Las fronteras del norte continúan cerradas y el tránsito migratorio está impedido en el sur del país. En ambos casos la capacidad decisoria está muy volcada en manos de Estados Unidos.
  • El huachicoleo, dificultado por la caída del precio de la gasolina y el control militar del Gobierno, aunque la estrategia de 2019 contra el huachicoleo fue inefectiva y contraproducente.
  • El secuestro y extorsión, dificultado por el cierre de comercios y la ausencia de personas en tránsito. Sin embargo el aumento de la violencia doméstica es una preocupación importante en términos de seguridad.

Las dificultades de los grandes grupos por desarrollarse en el nuevo contexto (la experiencia del Cártel de Santa Rosa de Lima es un buen ejemplo) facilita el ingreso de bandas y pandillas que desarrollan su negocio (con extrema violencia) en entornos más pequeños donde hacerse un lugar es costoso y la competencia es elevada. Los grandes cárteles siguen operando aunque su formato está devaluado. Por otro lado, para cualquier organización pequeña la adhesión a una franquicia es una opción válida.

Hay otros ingredientes geopolíticos en los roles del narcotráfico mexicano, que hacen al control territorial y a su legitimidad. En el caso de las despensas o «ayudas» que se han difundido sobre los apoyos que el narcotráfico otorga a las familias mexicanas de vecindades pobres, tales movimientos se dan en un entorno de presión política contra el Gobierno de López Obrador. Estas ‘ayudas’ del narcotráfico también pueden ser parte de los juegos políticos locales, que mediante la denuncia de la falta de políticas públicas federales de sostenimiento de las economías interiores del país, buscan reposicionarse en el liderazgo de la oposición, usando a los grupos del narcotráfico como soportes adyacentes.

Edgar A. Valenzuela: Finalmente, en su opinión: ¿cómo podría el Estado Mexicano desarrollar una estrategia de seguridad efectiva que nos lleve a disminuir la violencia que aqueja al país desde hace más de una década? 

Norberto Emmerich: Una estrategia de seguridad efectiva debe hacer varios cambios importantes, entre los cuales destaco 5:

En primera, el discurso de seguridad. Las palabras, imágenes y mensajes de todo tipo emitidos por el gobierno deben dar seguridad a la población, deben hacerla sentir que hay una diferencia y distancia entre quienes cometen delitos y quienes cumplen con la ley. Deben destacar el hecho de que el gobierno valora el cumplimiento de la ley y le disgusta la violación de las leyes. Eso incluye los feminicidios, la violencia doméstica y los líderes narcos. Y sobretodo incluye a los líderes claramente corruptos del país, enfatizando los presentes más que los pasados. Eso nuclea y agrupa apoyos, mientras dispersa las oposiciones.

México, rebasado por la inseguridad y la violencia

En segundo lugar, debe hacer un uso estratégico, abierto y transparente de la fuerza pública, con menor énfasis en las fuerzas armadas (excepto para los grandes casos) y mayor importancia a las policías municipales, que deben estar dotadas de presupuesto, jerarquía institucional y sobre todo formación de calidad. Esto implica implementar el Modelo Homologado de Justicia Cívica, Buen Gobierno y Cultura de la Legalidad para los Municipios de México, que no está siendo llevado adelante. La población deber sentirse custodiada y resguardada por la fuerza pública.

En tercer lugar, deben hacerse acuerdos institucionales antimafia, con una legislación robusta que incluya la transparencia en los procedimientos de contratación pública, instrumentos de gobierno abierto y controles ciudadanos.

Cuarta, las políticas de seguridad deben tender a ser diseñadas en formatos profesionales de políticas públicas, lo que incluye accountability vertical y horizontal, evaluación y actualización. No pueden estar impulsadas por decisionismo político, sino por rutinas políticas de resolución de problemas de la agenda pública.

Por último, el objetivo de la política de seguridad debe ser la recuperación y uso ciudadano de los espacios públicos del país. El aseguramiento, empoderamiento y democratización del espacio público es la principal herramienta de seguridad a nivel municipal y local, el territorio donde se resuelven los dilemas de seguridad del país.

Edgar A. Valenzuela

Norberto Emmerich

Edgar A. Valenzuela: Politólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Norberto Emmerich: Doctor en Ciencia Política y Licenciado en Relaciones Internacionales.

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