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López Obrador y la casta de los malditos
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Global Research, agosto 01, 2020
La Jornada
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Por primera vez en muchos años, me siento orgulloso de que nuestro país tenga un presidente como Andrés Manuel Lopez Obrador, hombre sencillo y culto, surgido del pueblo, patriota y ejemplo de honestidad para sus colaboradores, quien pudo acceder a la máxima investidura de la nación mediante su tesón y con la capacidad de liderazgo que hoy necesitamos.

Muchos hay que piensan en él como el mejor Presidente que ha tenido nuestro país desde la revolución mexicana. Difiero de ellos, en tanto cada presidente lo es en condiciones económicas y sociales distintas, al igual que en las del contexto internacional, a veces en periodos de violencia, de recesión o de pandemias como es hoy el caso, para el cual, ciertamente podríamos pensar en la diferencia que estaríamos viviendo si en esta profunda crisis tuviésemos al frente del país a un personaje como Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa o Vicente Fox Quesada, por mencionar a los tres anteriores más inmediatos.

Por ello, después de haber observado el video que ha circulado en días recientes sobre el Boeing 787 utilizado por Peña Nieto para sus viajes, me sentí indignado, pues si bien sus inclinaciones absurdas por el lujo y la ostentación han sido del dominio público desde hace varios años, el pensar que se hubiesen gastado cerca de 10 mil millones de pesos para que el señor lo utilizara en unos cuantos viajes, sin pensar que esos recursos, aportados por el pueblo, podrían haber cambiado la vida de varios miles de familias mexicanas que hoy viven en la miseria, me pareció un acto irresponsable y criminal. Peña Nieto nunca debió haber llegado a la Presidencia. El lugar apropiado para él debió ser un hospital siquiátrico para débiles mentales. Bastante daño habían ya hecho él y su pandilla en el estado de México, entidad cuyo gobierno maneja la mayor cantidad de recursos públicos de toda la República, los cuales fueron utilizados por él para llegar a la Presidencia.

Pero no me refiero a ellos con el título de este artículo, sino a otro grupo bastante peor (si bien admito que puedo estar equivocado), dirigido por un sicópata que, entre otras cosas, fue el principal responsable de miles de muertes, causadas por su ocurrencia de hacerle la guerra al crimen organizado, la cual terminó siendo sólo una estrategia para apoyar al más poderoso y terrible cártel de la droga en ese entonces, personaje que después de ganar unas elecciones haiga sido como haiga sido, fue capaz, entre otras cosas, de permitir que los gringos le vendieran a ese cártel (y también a otros) armas de alto poder para combatir al propio Ejército mexicano y asesinar a miles de compatriotas, constituyendo así un delito de traición a la patria, por el cual debió y debiera ahora ser juzgado.

¡Sí! Me refiero a Felipe Calderón Hinojosa, cuyos actos de corrupción y genocidio fueron ignorados por el gobierno de Enrique Peña Nieto, como pago por los servicios del susodicho personaje, que además de comprarle (por supuesto con recursos públicos) el avioncito al cual me he referido en este artículo, le facilitó el acceso al poder, no obstante que Peña Nieto no había ganado las elecciones de 2012, sino que las había comprado con recursos de la delincuencia organizada (Javier Duarte de Ochoa, César Duarte Jáquez, Odebrecht y seguramente otros).

Por ahora, ignoro si las declaraciones de este personaje siniestro se deban a la idea de que la mejor defensa es el ataque o sean simplemente producto de su cinismo o de su estado etílico, al plantearle a Andrés Manuel López Obrador que debería utilizar ese avión para visitar a las familias que han perdido sus viviendas a causa del huracán Hanna, en Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila.

Declaraciones que por sí mismas confirman el nivel ético de quien en su tiempo se refirió a las víctimas civiles de su guerra al narcotráfico como simples daños colaterales. Sin embargo, lo más lamentable es pensar que este individuo haya llegado a contar con el apoyo político no sólo de organizaciones criminales, sino también de un partido político, que alguna vez aglutinó a personas cuyas ideas, siendo contrarias a las mías, sin la menor duda las puedo calificar de honestas y honorables.

Por otra parte, en semanas recientes los mexicanos hemos tenido que soportar insultos y señalamientos sin lógica y sin contenido, que un buen número de individuos, ¿o serán robots?, han lanzado al ciberespacio en apoyo a este personaje. Y por si esto fuera poco, pululan en el horizonte un buen número de mafiosos integrantes de los últimos gobiernos, afanados en saquear al país y decididos a bloquear y a destruir el actual proyecto de rescate nacional que, en la difícil situación creada por la pandemia, encabeza nuestro presidente Andrés Manuel Lopez Obrador.

Buscando un nombre adecuado para hacer referencia a este grupo de individuos, fue que me encontré con el título de una película realizada por el famoso cineasta Stanley Kubrick.

Enrique Calderón Alzati

Enrique Calderón Alzati: Director del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa.

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