Alejado de cualquier ley internacional, la licencia del Juez Stark autoriza al antiguo Parlamento derechista del período 2016-2021 (que concluyó ese último año tras ganar las elecciones legislativas una mayoría chavista) a efectuar «transacciones en relación con alguna deuda del gobierno de Venezuela, Pdvsa o cualquier entidad en la que la estatal posea una participación del 50 % o más.
La justificación del Departamento del Tesoro fue que la acción contra Citgo se tomó para compensar a la canadiense Crystallex por habérsele revocado en 2011, durante el gobierno de Hugo Chávez, derechos de explotación de una mina de oro en Venezuela.
En 2018, el juez Leonard Stark falló a favor de la empresa canadiense, y autorizaba la venta de Citgo, pero el momento crítico llegó en 2019 cuando Guaidó, con el total apoyo de Estados Unidos, asumió la gestión de Citgo y otros activos en el exterior. Ese mismo año, el Gobierno de Maduro intentó recuperar el control de la compañía y llevó el caso a la Corte de Delaware, pero la “justicia” estadounidense respaldó al fantoche de Guaidó.
Actualmente, Citgo se dedica a refinar, comercializar y transportar combustibles y productos industriales a base de petróleo.
La compañía posee además tres refinerías de crudo altamente complejas ubicadas en los estados de Luisiana, Illinois y Texas, con una capacidad productiva de 425 000, 167 000 y 157 000 barriles diarios, respectivamente.
El presidente Nicolás Maduro en una alocución pública, catalogó la acción como “robo descarado de una empresa estimada en más de 8 000 millones de dólares y alrededor de 10 000 bombas de gasolina en Estados Unidos; es el robo descarado de una empresa que genera al año más de 1 000 millones de dólares. El gobierno de Estados Unidos toma esta decisión repudiable contra el pueblo y la soberanía de Venezuela”.
En estrecha alianza con Washington y con el firme propósito de tratar de derrocar a la Revolución Bolivariana, Inglaterra le ha congelado a Venezuela el equivalente a 30 000 millones de dólares en oro guardados en el banco de esa nación europea.
En cuanto a los robos de capitales depositados por diferentes países en bancos de Estados Unidos y de Europa, estos se han sucedido desde hace varias décadas. Por ejemplo, en 1979, tras el triunfo de la revolución en Irán, los activos de la nación persa fueron cortados por Washington, y le congeló unos 30 000 millonesde dólares en activos.
En violación de todas las leyes internacionales, un tribunal de Nueva York ordenó que los activos iraníes se utilizaran para indemnizar a las víctimas del 11 de septiembre de 2001, pese a que la República Islámica no estuvo involucrada en los ataques terroristas.
Después de la invasión y ocupación de Irak, Estados Unidos en 2004 destinó 15 000 millones de dólares de Teherán a la supuesta reconstrucción de esa nación árabe, mientras que de las arcas de Bagdad desaparecieron miles de millones de dólares de las reservas del país.
Lo mismo sucedió con los 7 000 millones de dólares del Banco Central de Afganistán colocados en instituciones financieras estadounidenses. La Casa Blanca, en febrero de 2022 ordenó disponer de esos fondos para “ayudar” a las víctimas del 11 de septiembre.
En Libia, tras la invasión de la OTAN, 13 000 millones de dólares fueron congelados en un banco belga, otros 2 000 millones en instituciones financieras de Italia, 12 500 millones en sedes británicas y 30 000 millones en las de Estados Unidos, y todas desaparecieron.
A Cuba se le han bloqueado desde 1963 alrededor de 1 000 millones de dólares los cuales han sido entregados a miembros de la mafia cubanoamericana radicada en Miami mediante juicios fraudulentos.
Otro hecho reciente ocurrió cuando Washington acudió a la Asamblea General de la ONU en aras de buscar el apoyo internacional necesario para quedarse con 300 000 millones de dólares que Rusia posee en bancos de esa nación y que le han sido congelados desde que Moscú inició la operación militar especial en Ucrania con el objetivo de desmilitarizar y desnazificar al país vecino.
Esa cantidad representa cerca de la mitad de las reservas internacionales del gigante euroasiático y ha sido abonado por los países occidentales durante años por el cobro de las importaciones de gas ruso.
El hurto contra Citgo vuelve a evidenciar que ningún país puede estar tranquilo si deposita capitales en bancos de Estados Unidos o realiza inversiones en ese decadente pero aun peligroso imperio.
Hedelberto López Blanch