Frescos todavía los resultados de las elecciones presidenciales de diciembre y en el umbral de la visita del Papa Francisco, un terremoto político-económico remece hoy a Chile.
Se trata del escándalo desatado a partir de declaraciones de un alto directivo del Banco Mundial (BM), en el sentido de que la entidad financiera perjudicó a Chile en sus informes de los últimos años por intereses políticos.
Aunque el escándalo creció como bola de nieve el sábado, horas después el BM emitió un comunicado prometiendo una minuciosa investigación del caso, mientras el funcionario encargado desmintió haber errado intencionalmente.
En entrevista con The Wall Street Journal, el economista jefe del Banco Mundial, Paul Romer, reconoció que la institución había cambiado constantemente de manera ‘injusta y engañosa’ la metodología de medición del Doing Business.
Lo hizo con la idea de mostrar un indicador más bajo durante la administración de Michelle Bachelet, según afirmó Romer.
Una situación incómoda que estremeció el ámbito político, que hasta ahora parecía aceptar de modo tranquilo la vuelta al Palacio de La Moneda del conservador Sebastián Piñera en sustitución de la socialista Bachelet.
Del comando del mandatario electo surgieron de inmediato comentarios críticos al hecho, aunque con cautela a la espera de aclaraciones detalles del propio BM, mientras Piñera guardaba silencio.
Sin embargo, no se hizo esperar la reacción del Gobierno. El ministro de Economía y Turismo, Jorge Rodríguez Grossi, calificó el sábado de inmoral la manipulación de datos de competitividad del BM y que afectó la posición del país en los últimos años.
‘Esto es de una inmoralidad pocas veces vista. Esperamos que la corrección del índice sea rápida, pero el daño ya está hecho’, sentenció Rodríguez Grossi.
Hubo incluso una precisión señalada por Romer, al indicar que durante el período de Bachelet los datos de alteraban negativamente mientras se hacía lo contrario en la estancia en La Moneda de Piñera.
Sin ambages, la dignataria pidió en su cuenta de Twitter una investigación completa.
‘Más allá del impacto negativo en la ubicación de Chile, la alteración daña la credibilidad de una institución que debe contar con la confianza de la comunidad internacional’, recalcó.
Precisamente el asunto económico fue el talón de Aquiles de este último lapso de cuatro años y flanco favorito de críticas de la derecha y, en particular, de Piñera.
La presunta debacle del desarrollo chileno, varias veces puesto en tela de juicio por entidades internacionales, en especial estadounidenses, apuntaba al eventual fracaso de las reformas emprendidas por Bachelet.
Este dislate del Banco Mundial, hecho público ahora, resulta bastante significativo y refuerza la idea de que las denuncias al respecto, lanzadas por varios países latinoamericanos en el pasado, tenían fundamento.
En su nota explicativa, el BM dijo que realizaría una revisión externa de los indicadores de Chile tras las recientes denuncias.
Doing Business es uno de los informes más importantes y destacados del BM, que clasifica a los países de todo el mundo por la competitividad de su entorno empresarial.
‘Con el tiempo, el personal del Banco Mundial puso un gran pulgar en la balanza de su informe al cambiar repetidamente la metodología que se utilizó para calcular los rankings del país (Chile)’, anotó Romer.
‘Quiero disculparme personalmente ante Chile y cualquier otro país en el que hayamos transmitido la impresión equivocada’, comentó el alto funcionario del BM.
Por su lado, el director a cargo del informe acusado de manipular datos para afectar la posición de Chile, desestimó los cuestionamientos.
En una entrevista con el conservador diario El Mercurio, Augusto López-Claros, responsable del caso, defendió el estudio al justificar que los indicadores del Doing Business han estado sujetos a cambios sustanciales en los últimos años.
Fausto Triana
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