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Más allá de las élites
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Global Research, julio 14, 2020
La Jornada
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El neoliberalismo es, antes que todo, una gigantesca maquinaria dirigida exclusivamente a generar ganancias económicas, orientada a lucrar. Llevado a su extremo, busca convertirlo todo en mercancía, no sólo los bienes y servicios, sino conocimientos científicos, tecnologías, cultura.

El país que dejaron tres décadas de neoliberalismo, no sólo fue una sociedad injusta, devastada, fracturada, enferma y con un entorno natural y ambiental deplorable; también heredaron élites de todo tipo dotados de un enorme poder, castas que se fueron creando en todos los ámbitos de la vida social: en los medios de comunicación (prensa, radio y tv), entre gremios de profesionistas, grupos de científicos e intelectuales, y en enclaves religiosos. Las élites acumularon poder en cada campo y se fueron inventando una ideología para justificar sus roles y sobre todo para convalidar sus actitudes clasistas y racistas hacia las mayorías marginadas, explotadas, castigadas, las que el 1º de julio de 2018 salieron a votar masivamente por un proyecto que por lo menos les dotaba de esperanza. Lo que el ahora Presidente levantó como su mayor y principal emblema, el primero los pobres, las élites lo registraron como mera consigna electoral sin mayor significado.

Hoy que se lleva a la práctica les irrita sobremanera, porque su solidaridad con los más necesitados, aunque fuera mínima, está fuera de sus objetivos vitales. Estas son las élites que hoy vociferan desesperadas y hacen campañas de ­desprestigio.

Más allá de las élites se está construyendo, paso a paso, un país diferente. Ello es el resultado de una real reorientación de las acciones del Estado hacia objetivos supremos. Más allá de las élites están los 650 mil millones de pesos invertidos en programas sociales, incluyendo los apoyos a 8 millones de adultos mayores, a los niños con discapacidad (745 mil), las becas a jóvenes y niños de bajos recursos (700 mil), a la reconstrucción de 50 mil escuelas, a la construcción y puesta en marcha de 140 universidades ubicadas en los lugares más necesitados, al rescate de 32 hospitales, a la contratación de 47 mil trabajadores de la salud, los 4 millones de créditos, los 75 mil millones de pesos para las microempresas afectadas por la pandemia, y los apoyos para un millón de Jóvenes Construyendo el Futuro.

Hoy, al menos un estímulo o apoyo llega a 25 millones de hogares, es decir, ¡70 por ciento del total de las familias mexicanas!

De especial importancia es la atención que se está dando a la tríada salud-alimentación-ambiente, dado que como lo ha mostrado el Covid-19, en ello radica la generación de zoonosis convertidas después en temibles pandemias. Hay que cambiar los dañinos sistemas agroindustriales de producción de alimentos a sistemas agroecológicos, y ello supone eliminar los plaguicidas (80 altamente peligrosos), los cultivos transgénicos y el uso abusivo del agua. El programa Sembrando Vida ya triplicó la superficie con agricultura orgánica. Hoy 408 mil productores pertenecientes a 39 pueblos originarios de 20 estados trabajan sistemas agroforestales en un millón de hectáreas, organizados en 17 mil 200 Comunidades de Aprendizaje Campesino que apoyan 4 mil 300 técnicos y 51 mil 600 jóvenes becarios, cada una con un vivero comunitario y una biofábrica. A ello se agrega el programa Producción para el Bienestar de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que apoya a las pequeñas y medianas unidades productivas agropecuarias del país (unas 2.8 millones de las cuales 657 mil pertenecen a productores indígenas) dedicadas a producir maíz, frijol, trigo, arroz, amaranto, chía, azúcar, café y milpa, otra vez mediante prácticas agroecológicas y respetando sus saberes ancestrales. No hay nada similar en la historia reciente del campo en México, y eso sin contar los programas de apoyo a comunidades que hacen la Comisión Nacional Forestal y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas para preservar bosques, selvas y biodiversidad.

Conectando lo anterior con la salud y los alimentos, se ha creado un programa especial formado por seis secretarías y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología dedicado a reorientar el sistema alimentario nacional. Sus primeras acciones ya lograron un nuevo etiquetado, detener el uso del glifosato (el plaguicida más peligroso del mundo) y del maíz transgénico, y va por una nueva ley de plaguicidas, un programa educativo para las escuelas primarias, y especialmente una ambiciosa campaña masiva de concientización para una alimentación sana (consumo responsable).

Todo ello, más allá de los gritos desbocados de las élites, de sus caravanas automotrices, de sus desplantes televisivos, radiofónicos y editoriales, y de sus reclamos impregnados de soberbia y de rabia. En suma, más allá de las élites se están sembrando los cimientos de un México nuevo y está naciendo una nueva conciencia que ya llega a millones. La tarea es descomunal y llevará tiempo, pero el camino está trazado y hay que seguirlo caminando.

Víctor M. Toledo

Víctor M. Toledo: Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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