La reacción del gobierno mexicano, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, sobre los recientes actos terroristas en El Paso, Texas, es algo digno de aplaudirse, ya que no había ocurrido algo así antes bajo ningún otro gobierno.
Primero, el catalogar ese ataque como lo que es, como un acto terrorista. Y segundo, explorar la posibilidad de extraditar al atacante para ser juzgado en México.
El ultraconservadurismo blanco hoy se lanza más a la ofensiva, como intentando mandar un mensaje al actual ocupante de la Casa Blanca, esperando que éste les dé una señal, en otras palabras, luz verde y garantías de impunidad, para iniciar así con su cometido de perpetrar atrocidades al por mayor por todo Estados Unidos.
Con recursos, con armas, con la libertad que tienen para hacer propaganda y, sobre todo, con la garantía de protección, los grupos terroristas blancos se encargarían del resto sin ningún problema ya que estos, según su ideología, a través de métodos violentos, buscan iniciar un “levantamiento blanco” y desatar “una guerra racial” en Estados Unidos.
Y es que, de acuerdo al modo de pensar de los ultraconservadores, la inmigración (documentada o indocumentada), “planea” comerse a la “Norteamérica blanca”.
Qué mejor que con actos que causen terror en las comunidades para crear un gran impacto psicológico y hacerlo ver como que los grupos de odio son “muy grandes” e “influyentes”.
Algo que hoy los ubica en un nivel más alto de peligrosidad es que, ya sea sólo en apariencia o secretamente y en los hechos, en la Casa Blanca parece que contasen con un simpatizante más.
El terrorismo blanco, muy convenientemente, ha encontrado hoy en el mexicano a uno de sus principales “objetivos”. Cosa que, como mexicanos (y latinos en general) en Estados Unidos, nos obliga a preguntarnos ¿qué hacer?, ¿cómo defendernos?
Mi propuesta es muy sencilla: ¡organizarnos! para que llegado el momento no estemos totalmente desprevenidos.
Marco I. Dávila
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