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México – El primer debate presidencial a debate
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Global Research, abril 23, 2018

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Anoche e efectuó el primero de los tres debates pactados entre los aspirantes presidenciales en México y sus resultados no están muy lejanos de lo que se esperaba: los cuatro candidatos pro régimen salieron a contrastar y polemizar con el opositor de izquierda y puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Y aunque al final del evento todos se hayan declarado ganadores, el desempeño de cada uno debe medirse acorde a sus objetivos particulares. Es decir, resulta necesario evaluar la estrategia (dónde, cuándo y bajo qué circunstancias pelear) y la táctica (métodos de combate) elegida por los candidatos a la luz de los objetivos de su campaña.

Aclarado lo anterior, a continuación una evaluación del desempeño de cada uno.

AMLO: Administrar la ventaja

De antemano se sabía que su posición era la más compleja pues al ser el único oponente al régimen e ir liderando las encuestas sería el receptor de la mayoría de los ataques de los otros cuatro contendientes, por lo que decidió salir a defender su ventaja. Pese a ser uno de los políticos que mayor facilidad tienen para conectar con el mexicano promedio, su inicio fue bastante flojo, notándose disperso y en ocasiones hasta falto de preparación, lo cual le llevó a calcular mal sus respuestas y terminando de forma prematura su tiempo. Quizá para evitar darle reflector a sus contendientes más próximos (el panista Ricardo Anaya y el priísta José Antonio Meade), no respondió la mayoría de los señalamientos en su contra, aunque cuando contraatacó lo hizo con precisión: presumió la encuesta que lo pone en las nubes; hirió al panista cuando recordó que él (AMLO) fue el único político de peso que no participó en el Pacto por México (a diferencia del hoy declarado opositor Anaya que avaló todas las reformas derivadas de ese acuerdo); y desacreditó indirectamente al candidato del PRI cuando recordó que el escándalo Odebrecht no se ha aclarado en México porque una parte de los sobornos se usaron para financiar la campaña de Peña Nieto en 2012.

Andrés Manuel López Obrador, puntero en todas las encuestas

En contraste, su peor momento lo vivió durante el bloque seguridad cuando fue acechado por los otros participantes en torno a su propuesta de amnistía. Ahí, pese a llevar las de ganar por dos motivos: 1. Sus contrarios han defendido en distintos momentos la política de seguridad que ha generado miles de muertos y ganado el rechazo de amplios sectores sociales; y 2. Significaba una oportunidad inmejorable para aclarar los pormenores de la polémica medida que ha sido utilizada para montar una campaña de miedo en su contra; AMLO optó por brindar una respuesta vaga, limitándose a aclarar “amnistía no significa impunidad”.

Mención aparte su cierre. Ya sin la presión de responder ataques, se vio suelto y claro. Hizo lo que mejor sabe: conectar con los olvidados del actual régimen. De sus palabras emanó esperanza y cercanía, justo las cualidades que lo hacen más atractivo ante una buena parte del electorado mexicano que se dice deseoso de un cambio profundo.

En resumen, salió como llegó: con la ventaja intacta. Si bien sigue sólido en el primer lugar, parece que desperdició una oportunidad dorada para mandar a la lona a sus rivales más de dos meses antes de la elección… A menos que el cálculo haya sido dejarse golpear para mantener abierta la contienda por un tiempo más para a fin de sortear los choques financieros que siempre prometen los grandes capitales afines al sistema.

Anaya: Afianzarse como el retador

El panista llegó con una meta clara: afianzarse en el segundo lugar a través del contraste máximo con AMLO, a fin de ir sembrando la idea de que él es el único capaz de vencerle. Buen orador como usualmente lo ha sido, no desperdició oportunidad alguna para atacar al tabasqueño, y ante la falta de respuestas a sus golpes se esforzó por no parecer ignorado sino agrandado, como aquel que se pavonea frente a otros después de hacerlos trastabillar con sus palabras.

Sin embargo, en su afán de mostrarse como el candidato de los mejores reflejos olvidó que la mayoría de los electores no votan por razones sino por sentimientos, y ahí su principal defecto: no logró transmitir uno que le haga atractivo ante grandes sectores sociales. Al centrar su principal apuesta en el voto del miedo, pareció no comprender que en la sociedad mexicana actual priva el hartazgo ante la corrupción e impunidad mostrada por la clase política tradicional. Y aunque gasta mucho tiempo y esfuerzo en mostrarse como el candidato joven, la percepción no gira en torno a la edad sino a la honestidad, rubro en el que su reputación ha sido notablemente mancillada tras los escándalos en los que ha estado envuelto.

Ricardo Anaya, abanderado presidencial por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano

Así que cumplió al registrar frases que podrían traducirse en spots, pero falló en lo más básico: hacer que el indeciso olvide sus escándalos y lo piense como una opción de cambio.

Meade: Esconder al PRI

Todos tienen estigmas y el de Meade es el partido que lo postula. Por más esfuerzos que su war room ha hecho por anteponer su supuesta honestidad al descrédito del PRI, su campaña parece hundirse arrastrada por la imagen de EPN y los escándalos de los gobernadores del nuevo PRI. De esta forma, si la encomienda para el cinco veces secretario de Estado era desmarcarse del Revolucionario Institucional y mostrarse como un rival “intelectualmente formidable” (León Krauze dixit), fracasó estrepitosamente. Al hablar de corrupción y haber participado en primera línea en dos de las más corruptas administraciones de la historia, sus palabras parecían caer bajo el peso de sus propias contradicciones, llegando a recordar a Labastida en 2000 y Madrazo en 2006. Además, no sólo fue incapaz de poner un tema en la agenda de discusión, sino que resultó hasta fácilmente revirado en algunos de sus ataques: AMLO con los departamentos que le imputó; Anaya con el tema Borge.

José Antonio Meade, candidato presidencial por el partido oficial, sumido en el descrédito

De no ser porque lo sostiene el aparato federal y la red de contactos que ha tejido Videgaray en el entorno más cercano de Trump, sus posibilidades estarían prácticamente descartadas. Pero con dos meses por delante y la experiencia del Estado de México en 2017 aún no es tiempo para ello.

Margarita: Ser la piedra en el zapato de Anaya

Su labor era relativamente sencilla: pelearle a Anaya el voto panista que se siente traicionado con la alianza PAN-PRD.MC. Pero su actuar fue el peor de todos. No hilvanó una sola respuesta y la descolocaron hasta al ser cuestionada respecto a sus diferencias con su esposo, Felipe Calderón, uno de los temas más previsibles con los que la atacarían. Es decir, ni para el anecdotario.

Bronco: mantenerse vigente

El autodenominado Bronco sólo tenía por delante una misión: hacer que le recordara el electorado no sólo por su fraudulenta forma de llegar a la contienda, y parece que lo logró. Su propuesta de cortarle las manos a aquel que robe es una verdadera locura, pero seguro bastará para que su figura permanezca presente y hasta se vuelva atractiva para algunos sectores que ante el hartazgo por la inseguridad imaginan las soluciones más extremas.

“El Bronco” y Margarita Zavala, los candidatos independientes

Consideraciones finales:

Más allá de nuestras opiniones, el verdadero ganador del debate lo sabremos el lunes 23 con la cotización del peso: si en el Olimpo perciben que AMLO ganó, el dólar se habrá encarecido; si no, su precio se mantendrá o hasta recuperará terreno. Ya veremos.

Edgar A. Valenzuela

Edgar A. Valenzuela: Politólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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