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¿Nakba? Ahora basta: Queremos Marwun Barghuti
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Global Research, mayo 15, 2021

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En la Palestina israelizada, después de que la ONU, en 1948, sancionara una división injusta del territorio entre presencia histórica y presencia entrante, estaba la Nakba, la “catástrofe”. Sólo el primer paso hacia la erradicación casi total de los palestinos, después de la guerra de 1967, al menos de sus derechos, así como de la mayor parte del territorio que les dejó la ONU.

Nakba en estos días recordada por los palestinos y celebrada por los israelíes y por todas las justificaciones de un “estado judío” (los otros, 5 millones, son fantasmas) como sancionado recientemente por una ley constitucional.

Las autoridades israelíes, en marcado contraste con el historiador israelí Ilan Pappè y su “La limpieza étnica de Palestina”, afirman que la salida de ese millón de palestinos (el 80% de la población) fue espontánea, un éxodo, no una fuga de las aldeas y las masacres de Deir Yassin. Afirman que no hay documentos que den fe de una estrategia de expulsión predeterminada por Ben Gurion y los demás responsables del nuevo Estado sionista. Que curioso: los que cuestionan el exterminio en los campos de concentración alemanes, o al menos el alcance de la Shoah, dicen lo mismo: no hay documentos que acrediten la normativa gubernamental pertinente.

Es esta eternización de la culpa, cualquiera que sea su fundamento y extensión, la que ha servido para cubrir 73 años de genocidio progresivo, acoso improbable, represión sangrienta, robo, colonización, expropiación. Desde toda Palestina hasta lo que queda: las casas de Sheikh Jarrah en Jerusalén este, el campo de exterminio en Gaza y algunas parcelas de tierra en Cisjordania, apretujadas entre fuertes e incursiones de colonos.

Intifada hasta la victoria

¿Quién podría haber resistido tanto abuso, dolor, pérdidas? Con las únicas formaciones palestinas que siguen en la lucha, entre estas, el Frente Popular por la liberación de Palestina (FPLP), luchando junto a Hamas y la Jihad, estas últimas dos, que se encuentran aislados en la Franja de Gaza y asociados con la cuestionable y ambigua Hermandad Musulmana (Turquía, Catar, Trípoli de Libia), bajo la férula opresiva y corrupta de los colaboradores de Fatah y Abu Mazen, con Barghuti y el mejor liderazgo palestino encarcelados y sepultados vivos en las cárceles sionistas de los ocupantes, el asunto palestino parecía haber terminado.

Cuántas veces se nos había parecido así en el transcurso de la historia, pero como tantas veces, la Resistencia es una flor que nunca muere en Palestina, demostrando su tremenda capacidad de poner a toda la entidad sionista de Israel en crisis.

Estos últimos 15 años en los que el ese entonces presidente ilegítimo de la Autoridad Palestina y Fatah suprimieron la libre expresión de la voluntad popular, en perfecta simbiosis política y práctica represiva con Tel Aviv, en muchos pensaron que jamás hubiera vuelto una Resistencia en contra del ocupante sionista en Palestina. Salvo los escasos episodios de reacción individual, o la obstinada respuesta en Gaza de un Hamas en el que, sin embargo, la población nunca ha negado la confianza y sus inmensos sacrificios.

En estos días vemos las mismas escenas de la primera y segunda Intifada. Y la enormidad del abuso (instrumental, a la vista de un Netanyahu inestable que se aferra al enemigo “externo”) está sacudiendo las fibras y las conciencias de esos millones de palestinos que descendieron de la Nakba y se multiplicaron en chozas y en la discriminación de países anfitriones. Los encontramos en las fronteras y frente a las vallas. Y ahí está – en su carácter invicto y monumental- Hezbollah, que ganó dos veces a Tsahal y también está Irán; pero, no encontramos al neo-sultán sionista Erdogan.

La izquierda tiene memoria corta: Erdogan y el grande califato del ISIS

Los famosos ladri di Pisa (rateros de Pisa), cuya historia cuenta de unos rateros en la ciudad italiana de Pisa, aquí estos bandidos hacían finta de pelear en el día y en la noche iban a robar juntos, esta leyenda no solo vale para Biden y Trump, sino que en esta perspectiva encontramos también, a nada menos que, al Hermano Musulman a la cabeza del neo- sultanato turco de Al Nussra y los crimínales grupos paramilitares neofascistas turcos de los “Lobos Grises”, siguiendo asesinando con operativos terroristas a nuestro hermano pueblo sirio, en su intento de concretar el plan de guerra sin límites de EEUU-OTAN, Tel Aviv y las petromonarquias árabes de Arabia Saudita, Catar y Emiratos Árabes Unidos, de destrucción de la grande nación Árabe Siria.

La Turquía de Erdogan, que sigue siendo parte de la OTAN, que ni siquiera rompe las relaciones bilaterales con Tel Aviv y que reconoce a la entidad sionista de Israel dando espacio hasta a una embajada israelí en territorio turco; que lucha con Hamas por su afiliación común y a quién le importa que no surja ningún protagonista regional patriota y secular (como Gaddafi, Assad, Saddam Hussein o Marwan Barghuti), ha recibido elogios por haber condenado a los israelíes, pogromos intelectuales de una izquierda posmoderna que, diversamente del pueblo palestino, de los pueblos árabes, de ese tremendo eje de la Resistencia que enfrenta el imperialismo y el sionismo de EEUU e Israel, han perdido definitivamente la lucha de la conciencia y de clase.

Aquel Erdogan – recordamos – que nunca levantó una ceja ante los bombardeos recurrentes de Israel en Siria (y, recientemente, en los campos de refugiados palestinos en ese país) y junto con Israel y muchos otros alimentó y manejó a la chusma yihadista que hace carne de cerdo en Siria. ¿Y quién, si no Tel Aviv, ha proporcionado a Turquía, en su asalto a Armenia, las mejores tecnologías, fuerzas especiales, servicios de inteligencia, drones?

Esta es la imagen de actores, apariciones y de extras no protagonistas en un contexto que, a partir de una antigua opresión y un conflicto que nunca ha amainado entre los verdaderos sujetos de la historia, encuentra la oportunidad para una aceleración local de la guerra sin límites y del fascismo neoliberal. La apisonadora. ¿Qué saldrá de eso?

Libertad para Barghuti y todos los presos palestinos en las cárceles sionistas

Durante un tiempo considerable hemos presenciado, salvo respuestas ocasionales de Hamas y el FPLP a las provocaciones, la retirada de la lucha palestina, ensombrecida por las agresiones y holocaustos impuestos a otros países árabes. El mérito de este favor a los gobiernos israelíes cada vez más represivos y expansionistas es para la cúspide de Al Fatah con el presidente de la OLP Abu Mazen (Mahmud Abbas), abusivo por haber negado las elecciones legislativas y presidenciales durante 15 años, desde que las había perdido.

Otra cancelación más de las elecciones, programadas para las próximas semanas, esta vez causó más exasperación que desesperación. El desaliento se transformó en entusiasmo y confianza por la candidatura del más prestigioso y querido exponente de Fatah y de todo el pueblo palestino: Marwan Barghuti (en prisión con cinco cadenas perpetuas). El colaborador del ocupante Abu Mazen, el liderazgo corrupto y cobarde de Fatah han encontrado un interés común con el vacilante primer ministro Benjamin Netanyahu. Una renovada explosión del conflicto habría distraído la atención, ya sea de los problemas judiciales de un primer ministro a la cabeza de la entidad sionista de Israel desde hace doce años, investigado por varios delitos patrimoniales, o de su incapacidad, después de una serie de elecciones, de conseguir la mayoría. Pero también por un liderazgo palestino renegado, corrupto y colaboracionista.

Así, aquí está el clásico enemigo externo (externo, aunque en la misma tierra, según la nueva ley que consagra a Israel “Estado de los judíos” y nadie más) para sacar las castañas del fuego. Pero tal vez la zancada sea más larga que la pierna. También hay fuerzas palestinas con ciudadanía israelí, el 21% de la población del estado, que incluso habían comenzado a seguir un camino de convivencia partidista. Los niños de Galilea participan en la resistencia al pogromo.

Grande es la vergüenza de la comunidad árabe en la ventana, en particular de los países del Golfo, Sudán y Marruecos, que habían pensado en instalarse en el carruaje después de todo ganar. Una vez más, el pueblo palestino ha dado la alarma.

¿Una tercera intifada?

Como olvidar Barghuti dirigir la segunda intifada, la de las piedras, y provocar una crisis incluso existencial en Israel: la sequía del flujo de inmigrantes, revertido en un flujo de emigración con la consecuente crisis económica. colapso de imagen y pérdida del consenso internacional. Esa intifada fue apuñalada por la espalda por los sucesores de un Arafat ahora insensible y ansioso por vivir juntos en la “Tierra Santa de todos”.

¿Ya se nos olvida a los israelíes ocupar el Líbano dos veces y cometer devastación y masacres allí? Y dos veces (2000 y 2006) para ser rechazados por Hezbollah, un ejército que se puede definir en harapos (que, en ese momento, ni siquiera contaba con grandes suministros de armamento del exterior). Tsahal, las fuerzas armadas del estado judío, la cuarta o quinta del mundo, tienen flota, aviación, supertanques, fuerzas especiales, bombas atómicas, los aliados más poderosos y cínicos. Tsahal es bueno contra los niños con piedras y haciendo volar casas palestinas. Pero para ganar, no han ganado desde 1967. Y si a finales de la década de 1990, Barghuti y todo un grupo de políticos y comandantes surgieron de los jóvenes palestinos y lograron poner en dificultades a una potencia como Israel, no es seguro que la historia no se repita. La marcha del retorno del pueblo palestino ya está en camino, y Barghuti es el presidente de todos los palestinos libres.

Alessandro Pagani

Alessandro Pagani: Historiador y escritor; doctorante en Teoría Crítica y Psicoanálisis en el Instituto de Estudios Criticos de México; autor del libro Desde la estrategia de la tensión a la operación cóndor; colabora con el Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research).

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