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Argentina – Notas sobre la ultraderecha neoliberal
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Global Research, septiembre 12, 2021
Página 12
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I- Después de la crisis de legitimidad del capitalismo tardío, crisis en donde las tradiciones liberales y conservadoras se tornaron insuficientes para sostener el despliegue corporativo y financiero del nuevo orden del capital, emerge con distintos niveles de intensidad, según la división geopolítica del mundo: el neoliberalismo.

Sus primeras mascaras epócales fueron la “posmodernidad” y la “globalización”, hasta que el dispositivo neoliberal por fin se reveló en su potencia. No era una mera estrategia económica del capitalismo, sino una mutación antropológica que ahora pretendía afectar a los seres humanos en su existencia singular.

II- Esta potencia neoliberal se fue traduciendo en los siguientes rasgos: el colapso de las instituciones liberales, la división de poderes, el juego político conflictual de las democracias, para ir gradualmente siendo reemplazado por un proyecto unificador y totalizante cuyo horizonte último era “el gobierno de las almas”. Promover una producción de subjetividades que estuviera a la medida de cumplir con las exigencias ilimitadas de la reproducción del capital bajo el modo neoliberal.

III- En este aspecto, el neoliberalismo es, valga la paradoja, el primer intento totalitario en el interior de las democracias; la aspiración de suturar la vida propia e intransferible de cada uno con las coerciones y exigencias, muchas veces imposibles de cumplir de la reproducción ilimitada del capital.

El significante “Libertad” juega un rol determinante y está al servicio de este proyecto de unificación totalizante. Libertad es el nombre que aparenta abrir a un espacio de posibilidades que a la vez esté mediatizado, intervenido, formateado por la lógica del mercado. De tal modo, que la aparente apertura es por un lado, una cancelación y por otro, cumple con la historia del capitalismo en el perfeccionamiento de los distintos modos de apropiación de aquellas luchas que en su día se presentaron como alternativas al sistema.

Por ello, en el neoliberalismo la libertad solo es compatible con un aparato psíquico absolutamente estresado, en tensión consigo mismo y nunca a la altura de las obligaciones que el poder le ha hecho contraer a las vidas singulares.

De tal modo, que en competencia con los otros y consigo mismo e interpretando a su propia existencia como puro valor de cambio, los sujetos ya no encuentran su lugar en ningún legado histórico, el término libertad sirve para interferir e interponerse con respecto a los legados y a las herencias simbólicas, promoviendo un nuevo modo de extensión del odio. Este Odio se irradia de un modo semejante al de la adicción a las drogas, de hecho, los aparatos mediáticos lo dosifican calculadamente para su consumo diario. Odio a los débiles, a los vulnerables, a las mujeres, al propio lugar natal, al estado si éste aún esta interesado en la cosa pública. Ese odio no sólo reemplaza a la lógica de las argumentaciones políticas tradicionales cuando éstas estaban en pugna, sino que es un factor de cohesión libidinal en la vida de la Masa. En este punto, se debe distinguir Masa como conjunto homogéneo, de pueblo que es el que constituye siempre un desafío en la articulación de diferencias en una causa común.

Los medios de comunicación en el neoliberalismo son medios de formación de masas.

IV- El poder neoliberal debe estar necesariamente acompañado de una lógica amenazante que ahora clausura la dialéctica oposición-oficialismo, la que siempre demanda un reconocimiento mutuo de las posiciones en conflicto. Ese reconocimiento mutuo debe ir desapareciendo progresivamente en favor de un nuevo tipo de racismo y xenofobia que ya no se dirige solo a los extranjeros o inmigrantes, ahora son los propios movimientos nacionales y populares o los de la izquierda progresista a los que se intenta presentar como extraños, intrusos. Por esta pendiente encontramos un punto de contacto con los fascismos históricos: la imputación de comunismo o populismo según las distintas geografías.

V- En esta lógica amenazante tiene lugar y cobra forma la nueva ultraderecha neoliberal, la que nunca se asume como tal, ya que ni siquiera sus propios agentes se pueden reconocerse en ella. La implantación de un totalitarismo en democracia, unos de cuyos rasgos distintivos es la extensión de un darwinismo social apenas sublimado ya no necesita ser ni siquiera disimulado en sus propuestas. El nivel de distorsión ideológica es tan intenso que grandes sectores de la población en lugar de descifrar un discurso, reciben una orden compulsiva que funciona como un automatismo propio de los instrumentos tecnológicos. Esa orden, en muchísimos casos, va en contra de los propios intereses objetivos de aquellos sectores que apoyan el plan de la derecha ultra derechizada, dado que están buscando mas que asegurar su propio proyecto vital, una identificación que les permita al menos situarse en ciertas coordenadas en medio del caos que el propio neoliberalismo ha generado.

VI- Por ello, la nueva ultraderecha neoliberal es una agenda, y no solo tal o cual partido, es el dispositivo que ha sido inventado por la propia estructura neoliberal que supervisa a las antiguas derechas liberales y conservadoras. Esta agenda corroe progresivamente a los distintos cimientos de la democracia republicana y constituye, al menos tendencialmente, un empuje al estado de excepción ahora diferenciado de los golpes militares clásicos. En este punto es donde el neoliberalismo contornea su propio impasse: construir un estado de excepción que guarde las formas de la democracia.

VII- Los representantes de la ultraderecha neoliberal son circunstanciales y aleatorios, sin embargo, no se debe concebir a la misma como un fenómeno residual. Constituye la palanca propulsora de las nuevas derechas mundiales que tienen que aumentar la extensión de las redes de captura de aquellas vidas sometidas en sus biografías a una devaluación interminable.

El fenómeno de la pandemia ha demostrado que advertir sobre una posible catástrofe, no sólo no la detiene, sino que el rumbo neoliberal se relanza en su sistema de apropiación de la misma para extender sus múltiples ramificaciones corporativas.

El péndulo derecha-ultraderecha no ha sido inventado por los actores políticos que lo representan, sino por aquellos algoritmos del sistema que se definen por la exigencia de conformar por primera vez un sistema político, económico, social aliado estrechamente a la pulsión de muerte. Es este poder totalizante, en donde paradójicamente reside su debilidad estructural. Al neoliberalismo no le resulta posible manipular la pulsión de muerte tal como su estructura lo dispone. Si bien colabora con ella, no cuenta con el hecho de que existen en los sujetos deseos que son los únicos capaces de organizar un itinerario simbólico a la ineliminable pulsión de muerte.

En definitiva, la invocación siempre impostergable a las politicas de la emancipación, está siempre amparada en el deseo de que el Otro del capital no nos expropie de la relación singular de cada uno con la muerte, la sexualidad, y la palabra.

Fue la pregunta de Freud en el malestar de la cultura: ¿Cuánta pulsión de muerte desatada y desanudada de todas las formas simbólicas puede soportar una civilización? Para las distintas ultraderechas esta pregunta es inasimilable, los diversos proyectos populares que han sabido defender la ética del cuidado en medio de la pandemia son el testimonio de que el único freno a este caótico gobierno de las almas del neoliberalismo, sólo se le opone el paciente tejido que anuda Duelo- Memoria y Deseo, con Comunidad- Sociedad y Estado. Este anudamiento constituye un principio civilizatorio que el neoliberalismo puede intentar destruir, pero jamás dar lugar al mismo.

Jorge Alemán

 

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