Es muy importante para los argentinos y argentinas reconocer este mensaje. Vamos a empezar una etapa nueva surgida de la voluntad popular clara y ampliamente expresada en las urnas. Una etapa surgida de las resistencias populares y de la lúcida interpretación de ese proceso ejecutada por quienes se pusieron al hombro el proceso de unidad contra el despojo clasista y la humillación nacional que significó el gobierno de Macri. Tenemos que sostener un proceso político claramente alternativo y antagónico a las políticas de estos últimos cuatro años. Tenemos que hacerlo con voluntad pacífica, con disposición al diálogo plural y constructivo. Y también con una clara e indoblegable decisión de que ningún poder fáctico, ninguna constitución no escrita, ninguna voluntad violenta ni desestabilizadora pueda desarrollarse en nuestra patria. Para eso hay que usar la ley. Para eso hay que legislar ahí donde pueda aparecer algún vacío jurídico que aliente el accionar ilegal y desestabilizador. Para eso hay que desplegar una gran capacidad de movilización popular. De nuestros trabajadores, de nuestras organizaciones sociales, estudiantes, profesionales, científicos. Del movimiento por la igualdad de género, por la plenitud del ejercicio de los derechos de todas y todos, en condiciones de autodefenderse de cualquier agresión.

Se terminó la etapa de la cándida confianza en el respeto por nuestra legalidad democrática, de parte de embajadas extranjeras y servicios de inteligencia de la gran potencia regional. De parte de supuestos “políticos” que viven en medio de carpetas serviciales y están siempre dispuestos a cumplir con deseos urdidos muy lejos de nuestra tierra. De parte de jueces absolutamente venales dispuestos a cumplir el papel de comparsa judicial de la desestabilización antidemocrática.

Hay que replantear la mirada y la consecuente agenda geopolítica que confía en la voluntad pacífica y democrática de la CIA y desconfía de potencias que no practican la democracia liberal (¿cuál es la democracia liberal en la que se inspiró la OEA en estas horas trágicas para el pueblo boliviano). Hay que terminar con el mito del “régimen dictatorial” de Maduro, para comprender la dura crisis que atraviesa el hermano pueblo bolivariano como una consecuencia de la agresión sistemática de quienes se revelan en estas horas como cómplices y lacayos del ataque más cínico a la autodeterminación democrática del pueblo boliviano.

Edgardo Mocca