¿Por qué tanta atención mediática para Venezuela?

La manipulación de los medios de comunicación no consiste sólo en lo que se dice, sino también de lo que se informa y lo que se calla. Los recientes acontecimientos en Venezuela son un buen ejemplo de ello. 

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Estimado lector, ¿conoce usted al presidente de Perú? ¿O al de Ecuador? Tal vez no. Sin embargo, es muy probable que conozca el nombre del presidente venezolano: Nicolás Maduro. Es curioso, porque hay al menos tanto que decir de los presidentes de Perú y Ecuador como de los de Venezuela. 

Empecemos por Dina Boluarte. Es la presidenta no electa de Perú y llegó al poder mediante un golpe de Estado contra el presidente izquierdista Castillo. El golpe ocurrió tras un periodo de inestabilidad prolongada que dejó decenas de muertos. 

Puso en libertad al ex dictador fascista Alberto Fujimori, condenado por crímenes contra la humanidad (genocidio de indígenas). Su régimen golpista de derechas es rechazado por más del 90% de la población. Todos hechos que los grandes medios consideran poco o nada dignos de mención.

Y luego está Daniel Noboa, el presidente de Ecuador. Bajo su mandato, ya se han cometido casi 500 asesinatos violentos este año. Al ex presidente se le ha prohibido participar en las elecciones. 

Noboa ordenó el asalto a la embajada mexicana hace varios meses para detener al ex vicepresidente. Un asalto a una embajada es muy excepcional y constituye una violación especialmente grave del derecho internacional. Debería haber sido noticia mundial, pero apenas fue recogida por los principales medios de comunicación. 

Lo que se calla

La manipulación de los medios de comunicación no consiste sólo en lo que se dice, sino también sobre qué se informa y lo que se calla. Cuando se habla de campos de desradicalización en Xinjiang, la provincia occidental china, la prensa se hace eco de ello extensivamente, pero cuando en el norte de la India se construyen campos para detener y deportar hasta dos millones de «inmigrantes ilegales», ni un gallo canta al respecto, salvo en la prensa especializada . 

Cuando estallaron las protestas en Irán en 2022 a raíz de la sospechosa muerte de una joven, se podían leer reportajes enteros al respecto en los principales medios de comunicación. Pero sobre Libia, que se hunde en el caos más absoluto tras la invasión militar occidental de 2011 y donde se están creando campos de esclavos, no se oye casi nada en esa misma prensa. 

En Cuba, si un día salen unos cientos de personas a la calle para protestar es noticia mundial. Pero cuando decenas de miles de personas se manifiestan en Argentina semana tras semana no se oye hablar de ello, salvo quizás en una de las últimas páginas, en un pequeño artículo abajo. 

Podríamos seguir así un buen rato. Si quiere acercarse a los medios de comunicación de forma crítica, una de las primeras preguntas que debe hacerse es: ¿por qué se informa de esto ahora, por qué se convierte en noticia y por qué se le presta tanta atención? Respondiendo a esas preguntas, acabará muy pronto con el juego de poder geopolítico y verá de qué lado están los medios de comunicación. 

El «bueno» González

De vuelta a Venezuela. Las noticias de hoy informan de que el líder de la oposición Edmundo González ha huido a España tras una orden de detención. En este proceso, se calla mucho. 

Por ejemplo, que el ultraderechista -este detalle también se está silenciando- González fue el único de los nueve candidatos de la oposición que se negó de antemano a reconocer los resultados de las elecciones, como lo hizo Trump en EEUU en 2020. Los grandes medios tampoco informan de que estas elecciones siguieran un estricto guión con la intención de provocar un levantamiento popular violento y un cambio de régimen si perdía la extrema derecha . 

Al no reconocer los resultados y publicar resultados falsos, González provocó disturbios al día siguiente de las elecciones. Los medios tampoco mencionan que estos disturbios fueron extremadamente violentos y, en un guión similar en 2014 y 2017, causaron decenas de muertos. 

Los medios de comunicación tampoco mencionan que Edmundo González participó en su momento en la formación de escuadrones de la muerte en El Salvador, que masacraron a miles de civiles, y que en 2002 firmó un decreto autorizando el golpe de Estado contra el presidente democráticamente elegido Hugo Chávez. Es muy probable que alguien con esos antecedentes estuviera entre rejas en un país occidental. 

El contraste con Ecuador

Para cualquiera que conozca la región, el contraste con Ecuador es sorprendente. Jorge Glas, vicepresidente en una administración anterior, había huido a la embajada mexicana para evitar su detención. En vano, el ejército ecuatoriano irrumpió en la embajada en contra de todas las normas internacionales y se lo llevó detenido. 

Edmundo González también buscó refugio en una embajada (primero la holandesa y luego la española) y solicitó asilo en España. El gobierno venezolano respetó el derecho internacional y, tras negociar con Madrid, permitió que el hombre saliera libremente hacia España . 

Al parecer, los principales medios de comunicación no se han percatado de este evidente contraste. El planteo está claro: Venezuela es la mala y en Ecuador no pasa nada. 

No hay que buscar muy lejos la razón de este planteamiento. Ecuador tiene en el poder un gobierno de derechas favorable a Occidente. En Venezuela es todo lo contrario. 

Los principales medios de comunicación afirman ser «neutrales» y «objetivos». Juzgue usted mismo.

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