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Problemas con la magia
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Global Research, enero 01, 2023
El Tábano Economista 28 December, 2022
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El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, probablemente pensó que en su papel de autoproclamado policía del mundo formaba parte de sus prerrogativas el verificar lo que estaba sucediendo entre Alemania, China y Rusia.

Su intención seguramente se encaminaba a recopilar detalles sobre dos intercambios de alto nivel que el presidente chino, Xi Jinping, tuvo en días sucesivos, uno con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y con el presidente del Partido Rusia Unida y expresidente ruso, Dmitry Medvedev, respectivamente.

La misión de Medvedev habría sido transmitir algún mensaje muy sensible del presidente ruso, Vladimir Putin, a su par chino. Moscú y Beijing estaban trabajando en una reunión entre mandatario a finales de este mes. Por su lado Steinmeier, diplomático experimentado que ocupó el cargo de ministro de Asuntos Exteriores de 2005 a 2009 y nuevamente de 2013 a 2017, se desconocía el fin de la llamada china, pero un político de alto rango perteneciente al Partido Socialdemócrata, al igual que el actual canciller Olaf Scholz, no hubiera realizado ningún encuentro sin la consulta con Scholz.

Lo más importante es que Steinmeier desempeñó un papel fundamental en la negociación de los dos Acuerdos de Minsk (2014 y 2015), que preveían un paquete de medidas para detener los combates en el Donbás con posterioridad al golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos en Kiev. Cuando los acuerdos de Minsk comenzaron a desmoronarse en 2016, Steinmeier intervino con una idea ingeniosa que luego se conoció como la Fórmula Steinmeier.

Los acuerdos de Minsk en 2014 y 2015, eran para establecer, supuestamente, un alto al fuego entre los separatistas respaldados por Rusia que controlan partes de dos provincias en lo que se conoce como Donbas y Ucrania. Se incluían en los acuerdos medidas como la retirada de las fuerzas y el equipamiento militar de ambas partes etc. En síntesis la fórmula de Steinmeier exigía que se celebren elecciones en los territorios controlados por los separatistas bajo la legislación ucraniana y bajo la supervisión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Por supuesto, todo eso es historia ahora que Merkel “confesó” en una entrevista con el periódico Zeit que, en realidad, el acuerdo de Minsk fue un intento occidental de ganar “un tiempo invaluable” para que Kiev se rearme.

Esto es historia y en la actualidad en un escenario complejo con el conocimiento que Estados Unidos nunca tuvo intención de pactar una paz, sino iniciar una guerra, Blinken habría sentido que algo andaba mal cuando Steinmeier tuvo una llamada con Xi Jinping de la nada, y Medvedev apareció repentinamente en Beijing al día siguiente y fue recibido por el presidente chino. En particular, las lecturas de Beijing fueron bastante optimistas sobre la relación de China con Alemania y Rusia.

A primera vista la llamada telefónica del presidente chino con el presidente alemán, sólo presentó propuesta de tres puntos sobre el desarrollo de las relaciones entre China y Alemania, nada extraño: desarrollo y cooperación, la segunda sobre comercio, el volumen comercial entre China y Alemania ha aumentado 870 veces en los últimos 50 años realizando esfuerzos conjuntos para guiar el desarrollo  de las relaciones. En la última propuesta China apoya la autonomía estratégica de la UE y espera que la UE mantenga el posicionamiento básico de las relaciones entre China y la UE como una asociación estratégica.

De igual manera, en la reunión con Medvedev , se subrayó que “China está lista para trabajar con Rusia para impulsar constantemente las relaciones entre China y Rusia en la nueva era y hacer que la gobernanza global sea más justa y equitativa” o sea nada fuera de lo común y lo protocolar.

De hecho, las recientes propuestas de Alemania a Beijing en rápida sucesión, la visita de alto perfil del canciller Scholz a China el mes pasado con una delegación de altos ejecutivos alemanes más la llamada telefónica de Steinmeier no han sido bien recibidas en Washington. La administración del presidente estadounidense Joe Biden espera que Alemania se coordine primero con Washington en lugar de tomar sus propias iniciativas hacia China, recordemos que Xi Jinping subrayó la importancia de que Alemania preserve su autonomía estratégica.

Aquí hay una serie de enigmáticas preguntas. China es el segundo destino de las exportaciones alemanas detrás de EEUU y el primer destino de las importaciones chinas, el total del comercio rondaría los 250.000 millones de dólares, pero obtiene superávit cercano a los U$S 50.000 millones con EEUU y un déficit mayor a los U$S 41.000 millones con China.

En el primer semestre de 2022, la inversión directa de las empresas alemanas en China alcanzó un nivel récord. La tasa de crecimiento aumentó un 30% en los primeros ocho meses de 2022. El puerto de Hamburgo es considerado la puerta de Alemania al mundo, solo en los primeros seis meses de 2022 recibió más de 1,3 millones de contenedores procedentes de China, por eso es una puerta a China, el comercio es clave y no quiere perderlo, la respuesta de la economía alemana a los riesgos geopolíticos actuales es, más China.

El inconveniente en este punto versa sobre el capitalismo, las ganancias, la maximización de beneficios y libre comercio se opondrían a la lógica geopolítica americana. Aislar a Alemania de Rusia y que Berlín sea un socio obediente es central para Estados Unidos, el problema es que tanto Alemania como Europa marchan al suicidio de seguir la lógica americana encerrados entre falta de energía y precios exorbitantes y políticas americanas “Ley contra la inflación” que atentan contra la industria europea.

El intento de réplica de la industria alemana a las políticas americanas, o su iniciativa de defensa directas están basada en un conjunto de empresas que quieren trasladar su negocio a China, El relato occidental es que a economía germana depende más del gigante asiático que China de Alemania. Esa asimetría germano-china en caso de colapso, Berlín sufriría un revés muy grave. Todos miran para el costado cuando se habla de beneficios de las empresas alemanas en china y cuáles son las más importantes en territorio asiático.

China es por ejemplo el principal productor de tierras raras (un conjunto de elementos químicos claves para los sectores de la electrónica y de defensa, y para la transición energética) y, a corto plazo, no se puede sustituir por otro proveedor. Pero hay algo fundamental en el juego, China no es Rusia, ni en población ni en monto de negocio, aunque el modelo de negocio alemán era con energía barata rusa y ahora este tridente se puede crear un círculo de negociación y eso no es bueno para EEUU.

¿Qué implicaciones tiene para Europa la nueva economía de bloques, el nuevo pensamiento de bloques? Esta nueva autonomía. Porque este puede ser un bloque, hasta para negociar la paz en Ucrania. El mundo de la empresa lo dice con otras palabras: sí a reducir la dependencia de Asia; pero sin molestar a China, la segunda economía del mundo y un importante socio comercial de Alemania. El 7% de las inversiones alemanas directas va para China.

Hay otra cara, mucho más oculta en este juego. Alemania ha estado internalizando su ira y humillación durante los últimos meses. Alemania no puede dejar de sentir que ha jugado en la cuenta regresiva del conflicto de Ucrania, algo particularmente mortificante para un país que es genuinamente atlantista en su política exterior. Los ministros alemanes han expresado públicamente su descontento porque las compañías petroleras estadounidenses están explotando descaradamente la consiguiente crisis energética para obtener ganancias inesperadas vendiendo gas a cuatro veces el precio interno en los EEUU.

El corte más cruel de todos ha sido la destrucción de los gasoductos de Nord Stream. Alemania debe tener una idea bastante buena de las fuerzas que estaban detrás de ese acto terrorista, pero ni siquiera puede denunciarlas y debe reprimir su sentimiento de humillación e indignación. La destrucción de los oleoductos Nord Stream hace que la reactivación de la relación germano-rusa sea un asunto extremadamente tortuoso. En cualquier caso, China es un puente y un socio crucialmente importante para la recuperación económica de Alemania. Alemania no puede permitirse que Estados Unidos destruya su asociación con China y la reduzca a un estado vasallo.

Mientras Estados Unidos hace negocios de manera descara con la guerra, Europa y Alemania sufren las consecuencias de la caída del nivel de vida de su población, del incremento de la deuda y de la desindustrialización. Estados Unidos no impulsa negocios europeos, no invierte en el continente, mientras que China si, y Rusia es la potencial vía de expansión alemana. Un ejemplo de esta batalla se da en los puertos: Bilbao, Valencia, Génova, Marsella, El Havre, El Pireo, Rotterdam, Amberes y, Hamburgo (el tercer complejo portuario europeo, ideal para la entrada y salida de mercancías). Todos, en parte, en manos de Pekín. El 10% de la capacidad de los puertos europeos está ya en manos chinas. China quiere el poder marítimo en Europa porque los puertos facilitan su entrada en el mercado europeo.

Alejandro Marcó del Pont

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