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Reacción popular en Canadá por genocidio en internados para niños indígenas
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Global Research, julio 05, 2021
estrategia.la
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Al celebrar el Día de Canadá, la indignación por el hallazgo, a fines de mayo, de 751 tumbas en tierras linderas a un internado indígena en Kamloops, en la Columbia Británica, se tradujo en el derribo de estatuas de las reinas Victoria e Isabel II. En la víspera se habían descubierto otras 182 tumbas anónimas de niños indígenas.

Los manifestantes derribaron las estatuas de las reinas Victoria e Isabel II en Winnipeg,  a medida que aumenta la ira por el descubrimiento de los restos de cientos de niños en fosas sin identificar en antiguas escuelas de integración, internados adonde menores indígenas arrebatados de sus familias eran obligados a asistir para separarlos de sus culturas originales. Una multitud coreaba sin orgullo por el genocidio.

La acción tuvo lugar el jueves en el Día de Canadá, cuando tradicionalmente hay celebraciones en todo el país. Muchas ciudades canadienses evitaron las celebraciones y no realizaron actos este año debido al escándalo. El primer ministro, Justin Trudeau, indicó que este día debería ser un momento de reflexión.

La llaga del genocidio cultural está abierta no sólo porque el último de los centros de internamiento cerró hace apenas dos décadas, sino también porque los efectos del desarraigo, el robo de identidad, el desplazamiento forzoso y el adoctrinamiento violento afectan por igual a quienes los padecieron de manera directa y al conjunto de sus comunidades.

La estatua de Victoria, que reinó entre 1937 y 1901, fue cubierta de manchas de pintura roja, así como de huellas de manos, con el mismo color, como homenaje a las víctimas de la red de internados que los británicos armaron en su antigua colonia con la idea de «reeducar» a los nativos.

Durante 165 años y hasta en1996, las escuelas separaban a la fuerza a los niños indígenas de sus familias, sometiéndolos a desnutrición y abuso físico y sexual, en lo que la Comisión de la Verdad y Reconciliación calificó de genocidio cultural en 2015. En Winnipeg, una multitud aplaudió cuando la estatua de la reina Victoria cayó frente a la legislatura provincial de Manitoba.

Otras protestas se llevaron a cabo el jueves en Toronto, el centro financiero de Canadá, mientras una marcha con el lema #CancelCanadaDay (#Cancela el Día de Canadá) en la capital, Ottawa, atrajo a miles de personas en apoyo a las víctimas y sobrevivientes del sistema escolar de integración de indígenas. Hubo vigilias y reuniones en otras partes del país. Muchos de los participantes vistieron ropa naranja, que se convirtió en el símbolo del movimiento.

El católico primer ministro Trudeau condenó los incendios y vandalizaciones de iglesias ocurridos a raíz del hallazgo de las fosas comunes en los terrenos de los colegios. Dijo que entiende la furia que muchas personas sienten hacia la Iglesia y el gobierno federal y  ofreció una tímida disculpa por las escuelas y Trudeau exhortó al papa Francisco a expresar también una disculpa formal.”Es real y completamente comprensible dada la historia vergonzosa que todos sabemos, más ahora”, señaló en una rueda de prensa.

Racismo colonial, y hoy también

Canadá y EEUU se encuentran inmersos en una obligada revisión del racismo y el colonialismo sobre el que se construyeron sus sociedades. «No celebraremos las tierras indígenas robadas ni las vidas indígenas robadas. En cambio, nos reuniremos para honrar todas las vidas perdidas por el Estado canadiense», declaró el movimiento social Idle No More, que llamó a movilizarse en solidaridad con los pueblos originarios.

Si hace un año el asesinato del afroestadounidense George Floyd por el policía blanco Derek Chauvin catalizó el mayor movimiento social que EEUU haya presenciado en más de medio siglo, el descubrimiento de tres sitios de enterramiento clandestino de niños ha conmocionado a Canadá y la ha obligado a mirar uno de los aspectos más oscuros de su pasado: la política de asimilación forzosa de amerindios e inuit.

El 29 de mayo, se informó el hallazgo de una fosa común con los restos de 215 niños, algunos de apenas tres años, en la comunidad de Kamloops. Menos de un mes después, 750 tumbas anónimas fueron descubiertas en la provincia de Saskachetwan y, apenas el miércoles pasado, se confirmó la presencia de otras 182 cerca de la ciudad de Cranbrook.

En esas zonas operaron centros de internamiento forzoso para menores indígenas, los cuales eran financiados por el Estado y gestionados por organizaciones religiosas con el propósito de forzar a los niños a aprender el idioma y las costumbres occidentales. Entre 1863 y 1998, más de 150 mil niños fueron secuestrados para recluirlos en esas instituciones donde se les prohibía hablar su idioma.

Allí, de acuerdo con los resultados presentados en 2015 por una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, y según el Parlamento canadiense sufrieron malnutrición, agresiones verbales, así como un abuso físico y sexual desenfrenado  por parte de directores y maestros.

Unos tres mil doscientos niños murieron por abuso y negligencia en los 139 centros que llegaron a existir, administradas por la Iglesia Católica, pero otras organizaciones cifran en seis mil las muertes ocurridas en lo que el jefe de la Federación de Naciones Aborígenes Soberanas de Saskatchewan, Bobby Cameron, llamó campos de concentración.

El hallazgo reavivó la indignación por las sistemáticas vejaciones sexuales contra menores ocurridas en su seno. Seis templos han sido incendiados en distintas localidades de mayoría indígena, pero la rabia social no se agota en la Iglesia de Roma: hace un mes, un grupo de manifestantes derribó la estatua de Egerton Ryerson, uno de los creadores del sistema de internados.

Ahora Winnipeg vio caer efigies tanto de la reina Victoria –bajo cuyo reinado se crearon esos centros– como la de Isabel II, actual monarca británica y jefa de Estado de Canadá.

Obviamente es positivo que el Estado canadiense reconozca esta política genocida y pida disculpas a sus víctimas, pero aún necesita un enorme trabajo de reivindicación y reconciliación para sanar la herida infligida a los habitantes originarios en un país que se publicita como respetuoso de los derechos humanos y a la diversidad.

Mirko C. Trudeau

Mirko C. Trudeau: Miembro del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de Norteamérica y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).

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