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Un nuevo títere del neoliberalismo para el Paraguay
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Global Research, agosto 20, 2017

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Tras el fracaso del proyecto de enmienda constitucional para habilitar la reelección  presidencial con miras a los comicios del 2018, el Presidente Horacio Cartes decidió elegir un sucesor, o más bien, un títere servil y a gusto con su modelo económico y político.

El economista Santiago Peña (ex-funcionario del Banco Central de Paraguay y segundo Ministro de Hacienda del actual Presidente), con maestría en la Universidad de Columbia (EEUU) y ex empleado del Fondo Monetario Internacional. Se afilió a la Asociación Nacional Republicana cuando Horacio Cartes amenazó con destituir a todo ministro que no lo estuviera. Estuvo afiliado al Partido Liberal Radical Auténtico durante años y ahora es postulado por el movimiento oficialista Honor Colorado.

No resulta para nada extraño que el modelo que aplicó como Secretario de Estado haya terminado en una gran precarización de la población, tal cual se está dando en la Argentina, una profundización radical del neoliberalismo a través de excesivos tarifazos y recortes  abominables en áreas importantes de bienestar social como salud, educación, pensiones a discapacitados, subsidios productivos, etc., que sólo han ocasionado recesión, alto desempleo y pobreza.

La gestión ministerial del candidato oficial se caracterizó principalmente por redoblar el tamaño de la deuda pública en poco tiempo, a tal punto de ser considerada insostenible (cayendo en el “bicicleteo”) y  alcanzando el 25% del PIB. El Estado debe financiarse y Cartes no aumentará la presión tributaria al poderoso sector agroexportador (que sólo tributa el 4% del total recaudado) ni tampoco hará justicia impositiva.

El modelo, desde ahora “peñacartista”, se basa en reducir el tamaño del Estado y “no cobrar impuestos”, aunque el cuento se aplique sólo para una minoría, pues el Estado sigue asumiendo obligaciones y el 80% de su recaudación la extrae de impuestos indirectos al consumo, que presionan esencialmente sobre los sectores con menores recursos, las mayorías.

Esta porción de habitantes, la que más tributa, se verá obligada a cubrir esa inmensa deuda; no lo hará el sector agroexportador, que será protegido nuevamente por el presidente. En 2017 se trató el proyecto de ley que grava la exportación de grano que, de ser aprobado, reduciría ínfimamente las rentas de la agroexportación. Ese mismo día la nueva Ministra de Hacienda Lea Giménez (sucesora de Santiago Peña), afirmó que el Poder Ejecutivo vetaría el Proyecto, como ya lo ha hecho en 2013.

Irónicamente, la población con más presión impositiva es la menos beneficiada por los servicios públicos. Con Peña, se pasó al último puesto en inversión social en la región. El promedio en Latinoamérica es del 14,5% del PIB, pero Paraguay invierte nada más que 12%. Los recortes llegaron hasta la Universidad Nacional, sustancialmente para la Facultad de Medicina, aunque haya sólo cinco médicos por cada 10.000 habitantes en el país.  Existe un alto contraste, pues, los más grandes productores de soja siguen adquiriendo gasoil subsidiado.

El relato de la propaganda neoliberal del “superministro” se remite siempre a la inversión en infraestructura, reducida a un par de obras de baja calaña. A pesar de todas las instituciones educativas que se han derrumbado y al gran déficit que tiene Paraguay en la materia, el Ministerio de Educación y Ciencia solo invirtió el 0,44% de su presupuesto en infraestructura.

 Pobreza y desempleo

La injusta y regresiva estructura tributaria creará siempre más pobreza y hará menos equitativa la distribución del ingreso.

La casi nula inversión social no ayuda a reducir las precarias condiciones. En promedio, Paraguay invierte 160 dólares per cápita, y aunque el país creció 3,4% de PIB en 2016, la pobreza  aumentó del 26,5% a 29% y la pobreza extrema de 5,4% a 5,7%. La primera ha sido más notoria en zonas rurales, donde aumentó del 37% al 40%. Con el desempleo pasó lo mismo, de 7,2% aumentó a 8,2%. Todo esto en un año. Observando lo que va del primer trimestre del 2017, comparando con el de 2016, el desempleo se elevó de 7,6% a 8,4%.

Crecer no siempre se traduce en mayor bienestar. Existe el crecimiento inclusivo y el exclusivo. Los sectores que crecen en Paraguay son altamente exclusivos, no crean empleo ni valor agregado y requieren de la extrema concentración de la tierra. Este es el caso de la agricultura mecanizada. Es la otra cara de la producción extractiva de materia prima. Además, su monetarismo pone todos sus esfuerzos en controlar la inflación como fin último de la política económica, que muchas veces sacrifica el empleo.

La gestión del sector más liberal del oligárquico Partido Colorado incentivó el modelo agroexportador, omitiendo la industrialización del país. Estimuló el agronegocio con subsidios, vetando impuestos, protegiéndolos con algunas obligaciones fantasmales (Caso del IRAGRO), aceptando sus semillas y poniendo la justicia a su orden.

Paraguay es un lugar que no hace demasiadas preguntas. El gran crecimiento de la soja mecanizada se hace obvia en la desigualdad de la tierra (2% de la población concentra el 85% de las tierras), el ya nombrado crecimiento de la pobreza rural y por supuesto, el alza en la importación de alimentos básicos como frutas y hortalizas (Ultima Hora, 2017).

Esta importación  no sólo tiene efecto en el desempleo y la pobreza, sino también en los propios precios de los alimentos. Nuestra matriz productiva se debilita, perdemos capacidad productiva y decidimos comprar de afuera. Los productos importados se encarecen y dependen de las economías externas. Los expertos de Dirección General de Encuesta, Estadísticas y Censos explicaron que el aumento en la pobreza extrema se debió al incremento de los precios de la canasta básica (inflación alimentaria) y la reducción del ingreso.

Las personas que ganan menos del salario mínimo ahora son más. En el 2016 eran 26% y en el 2017 son el 32%.  Los ingresos laborales disminuyeron del 86% al 85%, y aumentaron los ingresos totales en la parte más alta (10% más rico) del 37% al 38%. A los de arriba sí les está yendo muy bien.

En síntesis, el modelo “peñacartista” ha tenido un efecto tal que la población se encuentra aún más hundida en la precarización; gana menos, consume menos, hay menos empleos, menos servicios públicos, menos alimentos y se la presiona más en sentido impositivo. Antagónicamente, impulsa en su totalidad el crecimiento desigual y exclusivo de la agricultura mecanizada, sector que exporta más y obtiene cada vez una mayor fortuna.

Pero debemos entender que el problema final no es Peña (tampoco Cartes): es el modelo, el neoliberalismo. Para cambiar la situación no basta con cambiar de persona, solo será fructífero intentar diferentes políticas económicas.

Joaquín Sostoa

Joaquín Sostoa: Miembro de la Sociedad de Economía Política del Paraguay.

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