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Unión Europea y crisis del Covid-19: ¿Solidaridad europea?
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Global Research, marzo 28, 2020

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De todos es conocido que una de las consecuencias más visibles de la crisis de 2008 fueron los recortes impuestos en sanidad; hasta 56 países, ricos y pobres, recortaron sus presupuestos en este vital servicio. Hoy esos recortes, como la disciplina presupuestaria en general, se presuponen indefendibles… excepto en la Unión Europea (UE).

Existe un debate inconcluso en las ciencias sociales sobre si la verdad y la calidad de las instituciones de una determinada sociedad se conocen mejor en situaciones de funcionamiento corriente, o en situaciones excepcionales, de crisis. Para el caso que nos ocupa, la UE, ambos tipos de situación nos permiten conocer o revelar un inamovible patrón de actuación y conducta. Patrón que tristemente refleja el infame nivel que ostentan las instituciones de la Unión.

Mientras el Senado de los Estados Unidos acaba de aprobar el mayor rescate económico de su historia -dos billones de dólares en ayudas a empresas y ciudadanos- para afrontar la crisis descomunal que está desatando la pandemia del coronavirus, en la UE, sus ministros de Economía y Finanzas “han acordado” proponer al Consejo Europeo que la respuesta financiera a la catástrofe del Covid-19 sea que los países que lo necesiten recurran a un préstamo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

Este “acuerdo” es un absoluto mazazo a los millones de trabajadores del sur de Europa que van a sufrir una nueva terrible crisis económica impuesta por el egoísmo y la sinrazón de los dirigentes del norte europeo, encabezados, como siempre, por Alemania.

Frente a la petición de los países del sur, con Francia, Italia y España como líderes de ese grupo, para que la UE mutualizara la responsabilidad de los enormes gastos que deberán hacer frente los estados para evitar una grave crisis económica en cuanto termine la crisis sanitaria, Alemania y los Países Bajos han vuelto a imponer su egoísmo que condenará al sur de la UE a una recesión aún peor que la vivida en 2008.

Alemania asume posición egoísta en relación a la Unión Europea

Para razonar las acusaciones anteriores, el artículo va a argumentar la relevancia de que el mecanismo de “rescate” de las economías europeas vaya a ser dirigido por el MEDE, frente a otras alternativas propuestas por la mayoría de los países de la Unión -los llamados Coronabonos-; y posteriormente, plantear una hipótesis del porqué Alemania y los Países Bajos, entre otros países ricos del norte de la Unión, imponen esto a sus ¿socios? europeos.

El MEDE es una entidad financiera creada por los 17 estados miembros de la zona euro en 2012 con el propósito general de proporcionar ayuda financiera mediante préstamos a los gobiernos que lo necesiten. El problema radica en que el gobierno que lo solicite en realidad está pidiendo un “rescate”, que debe ser aprobado por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (incluso supervisado por el FMI); y para acceder a los fondos deberá aceptar un Memorándum de Entendimiento (MoU, Memorandum of Understanding-) por el cual se imponen al país una serie de condiciones de obligado cumplimiento en materia de política económica y fiscal, raíz de los recortes aplicados en sanidad, educación, empleo público, etc., que han provocado la década perdida en muchos países del sur de la Unión.

El golpe económico que va a provocar el coronavirus al conjunto de la UE va a ser exorbitado, con los bancos de inversión previendo las mayores caídas del PIB desde la II Guerra Mundial. Por tanto, el objetivo de todos los Gobiernos va a ser que una vez terminada la crisis sanitaria se ponga a toda velocidad la maquinaria económica y social para tener una recuperación en V (caída y recuperación rápida), frente a una en U (caída, estancamiento y recuperación) o, aún peor, una en forma de L (caída y estancamiento).

En este contexto, ¿por qué el norte de la Zona Euro está condenando a los países del sur de la Unión a recesiones en U o L al no aceptar mutualizar los enormes gastos que necesariamente se van a tener que llevar a cabo para reactivar la economía, tal y cómo van a hacerlo Estados Unidos?

Las respuestas pueden ser múltiples y variadas, aunque todas nos llevan a un lugar común: los países del norte de Europa son conscientes de que esta crisis va a ser mucho más difícil de superar para los países del sur que para ellos; y, por consiguiente, una vez más y al igual que hizo en la pasada crisis de 2008, Alemania no duda en abandonar a su suerte a sus “socios”.

A pesar de que la pandemia es global, la estructura económica de cada país miembro de la Unión influye, y mucho, sobre la velocidad con la que se pueden recuperar del parón económico asociado a la crisis sanitaria.

La mayoría de los analistas coinciden en que una vez acabada la crisis sanitaria, la industria será en motor de la rápida recuperación, ya que estos meses de parón tecnológico e industrial serán rápidamente recuperados. En este contexto, Alemania, con un sector industrial que en 2018 supone el 21% de su PIB, en España sólo es el 12,6%. Por tanto, el industrializado Norte confía en que una vez pasada la crisis sanitaria, podrán volver a poner a toda velocidad su maquinaria productiva, y superar rápidamente la crisis económica, consecuencia del obligado parón por la crisis sanitaria.

En lo que se refiere al peso de la industria con relación al PIB, España está muy por debajo de la media europea y su declinar ha sido constante desde el tratado de Maastricht, que impuso unas condiciones imposibles para el desarrollo de la manufactura en los países menos avanzados de la Unión. Así, actualmente el talón de Aquiles de la mayoría de los países del sur de la UE es la industria, fagocitada por el Norte de la Unión.

Mientras tanto, la Comisión Europea insiste desde hace años en la necesidad de crear planes específicos que consigan que el sector industrial alcance el 20% del PIB comunitario. Puros brindis al sol, ya que en el actual statu quo de la Zona Euro es imposible un desarrollo de tal envergadura sin ayudas oficiales que lo estimulen de manera correcta. Y los ricos países del norte de la UE no tienen ningún interés en perder ni sus privilegios, ni sus excedentes comerciales, desarrollando industrialmente a sus socios del sur.

Por otra parte, Francia, España e Italia son el primero, segundo y quinto país receptor del mundo de viajeros internacionales, con 89, 83 y 62 millones anuales; y países como Grecia y Portugal -con 30 y 23 millones de viajeros- dependen todavía más si cabe de la industria del turismo para cuadrar sus balanzas de pagos; especialmente Grecia, dada la precaria situación actual de su economía, resultado justamente de las políticas de rescate impuestas en 2012 con los mismos mecanismos que hoy se pretenden volver a implantar en la solidaria Unión Europea como solución a la mayor crisis que se va a enfrentar el mundo desde la II Guerra Mundial.

El sector turístico se va a ver gravemente dañado después de que se levante el Estado de Alarma. Dado el carácter novedoso e imprevisible de la enfermedad, ya se estima que ésta podría resurgir, por lo que los Estados tratarán de evitar un nuevo rebrote en otoño, imponiendo medidas preventivas que eviten un supuesto nuevo parón económico.

Por tanto, una vez superada esta primera crisis sanitaria, se entrará en una fase donde probablemente se tomarán medidas como evitar grandes reuniones (congresos, conciertos, playas abarrotadas…), mantener cierto distanciamiento social, etc. En China ya están aplicando este tipo de normas de comportamiento social como no viajar a los países afectados y poner en cuarentena de 14 días a cualquiera que venga del extranjero.

Es obvio que si un turista va a tener que estar 14 días confinado, simplemente no va a viajar; además, los Gobiernos recomendarán no viajar a España, Francia, Italia, etc., pues de esa manera, no solo aseguran la salud de sus compatriotas, sino que facilitarán la recuperación de la economía propia dado que el gasto turístico que anualmente se realiza fuera de sus fronteras, este año se hará en el propio país.

Italia, una de las naciones europeas más afectadas por el coronavirus

Por tanto, cuando España, Italia, etc., entren en esa fase, no volverán rápidamente a la normalidad. Para el caso de España, no existirán los 83 millones de viajeros que el año pasado gastaron 92.278 millones de euros. Y, por tanto, tampoco se habrá creado a final de año el 12% del PIB y el 13% del empleo directo de 2019. Este impacto lo sufrirán en mayor o menor medida todos y cada uno de los países del Sur de la Unión. Si bien se podría argumentar que Alemania también es un importante destino turístico, la realidad es que el gasto que sus nacionales efectúan en el exterior supera muy ampliamente al que reciben de viajeros internacionales, por lo que su saldo en estas condiciones será positivo para su balanza de pagos.

Estamos hablando de un parón casi completo del sector turístico, vacacional y de negocios, que en el caso de los países mencionados del sur de Europa va a suponer abocarnos a una crisis todavía peor que la de 2008, dada la ausencia de estímulos económicos que el resto del mundo sí van a implementar, dado que no dependen de la ideología ultra liberal que la moneda única impone.

Tal y como apuntan las cosas, la única posibilidad de que el sur de Europa tenga una recuperación en V –o al menos en U- es que se logren tratamientos efectivos y vacunas contra el coronavirus. Eso no es tarea fácil, ni rápida en el tiempo. Así que, nuestros “amigos” de la UE nos condenan a la miseria, ya que ningún tejido empresarial aguanta un año de inactividad. Por tanto, de no hacer nada, nuestra crisis será con toda probabilidad en forma de L.

Dada la estupidez, insolidaridad e intransigencia de los dirigentes de la UE que imponen estas normas, ya probadamente ineficaces, quizás éste sea el momento de que los países del Sur inviten a Alemania a abandonar la Zona del Euro y que recuperen su añorado Deutsche Mark. Así, las políticas que se apliquen en esa futura Unión Monetaria (o cualquier otro tipo de acuerdo de cooperación) sin los países excedentarios comercialmente, serían más acordes con las necesidades de todos los socios, evitando que unos pocos países ricos sean los únicos beneficiarios de este pésimo acuerdo.

Como ninguno de estos países querrá abandonar de motu propio su privilegiada situación, una vez más, la solución es romper con esta farsa que impide el desarrollo social y productivo de los países más atrasados de la Unión. Solo fuera de esté inútil corsé, los diferentes países europeos podrán encontrar un modelo de desarrollo sostenible y equilibrado que permita el desarrollo social y de las fuerzas productivas en Europa.

Luis Enrique Casais Padilla

Luis Enrique Casais Padilla: Doctor en Economía Internacional y Desarrollo, Actuario Matemático de Seguros y Licenciado en Economía por la Universidad Complutense de Madrid. 

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