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Venezuela, derrota gringa
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Global Research, mayo 07, 2020
La Jornada
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El 29 de abril Mike Pompeo, secretario estadounidense de Estado y ex director de la CIA, pidió con apremio y no poca alucinación, el alistamiento de su embajada en Caracas para cuando Maduro deje el poder. No es necesario ser estratega político para percatarse de que era un guiño al grupo de mercenarios entrenados desde hacía meses por ex boinas verdes de Estados Unidos en tres campamentos situados en la vecina Colombia para realizar una incursión militar en Venezuela, misma que 72 horas después recibió una soberana paliza de la unión cívico-militar-policial bolivariana y en la que participaban dos ex militares de Estados Unidos pertenecientes a la empresa de seguridad de ese país. Silvercorp USA.

La existencia de los campamentos había sido denunciada varias veces por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien ofreció detalles sobre la complicidad, el apoyo y el auspicio del gobierno colombiano a estas actividades. Poco después de la última visita a la Casa Blanca del presidente de Colombia, Iván Duque, Maduro, quien evidentemente tiene excelentes fuentes en Bogotá, sentenció que éste había regresado con orden de Trump de poner en práctica una agresión contra Venezuela.

Justamente, a la sazón había estallado un escándalo en el país vecino al declarar el ex general y desertor del ejército de Venezuela Cliver Alcalá, que un alijo de armas ocupado por la fiscalía colombiana estaba bajo su responsabilidad y destinado al ingreso en Venezuela de tres grupos de ex militares venezolanos que atentarían contra la vida de Maduro y los principales líderes bolivarianos. Alcalá, quien residía en Colombia hacía tres años, hizo esta declaración a la emisora de radio W desde su casa y fue muy preciso: Las armas incautadas en Colombia pertenecían al pueblo venezolano, en el contexto de un pacto o de un convenio firmado por el presidente (Juan) Guaidó, el señor JJ Rendón, el señor (Sergio) Vergara y asesores estadounidenses.

Añadió que había informado este extremo a las autoridades colombianas. La firma del contrato y la participación de Silvercorp USA fue confirmada el domingo pasado en un video por el dueño de la firma, el también ex boina verde Jordan Goudreau. Curiosamente, Alcalá no sólo no fue molestado por los cuerpos de seguridad colombianos, sino que éstos facilitaron su entrega al gobierno de Estados Unidos, que extrañamente acababa de ofrecer una recompensa por su captura, por haber pertenecido al inexistente “ cártel de los soles” cuando tenía posición de mando militar, un invento de la ruin campaña de difamación antivenezolana de Estados Unidos.

Después de todo esto, cuando no es secreto que Duque sea un lacayo de Trump ni que existen siete bases militares estadounidenses en Colombia, habría que ser muy ingenuo para creer que el pupilo de Uribe y Trump no está perfectamente informado de los planes subversivos contra Venezuela. Vamos, que éstos se cocinan en el Palacio de Nariño con aliño directo de la Casa Blanca. Por ello tiene una importante carga política el fulminante desmantelamiento por el chavismo de la incursión mercenaria procedente de Colombia y confirma su unidad, cohesión y alta combatividad. Ha sido una acción de unidades navales y militares bolivarianas en la que han tenido un destacado papel la inteligencia popular y las milicias. Es muy aleccionadora la captura de uno de los grupos mercenarios por un puñado de pescadores milicianos y policías municipales que rindieron a los invasores a bordo de la misma lancha en la que pretendían desembarcar. Macuto, en el estado de La Guaira, el punto de la costa del estado de la Guaira, por donde pretendía penetrar el grupo terrorista desarticulado el domingo pasado con varias bajas, se encuentra a menos de 50 kilómetros de Caracas. Ese dato y la composición comando del contingente, que viajó en dos lanchas rápidas, tiende a confirmar los informes de los servicios de inteligencia bolivarianos, de que el plan de los terroristas era atacar el Palacio de Miraflores y asesinar el presidente Maduro. Sin embargo, llama la atención la declaración de uno de los dos ex militares estadounidenses del grupo capturado en Venezuela, quien afirmó que tenía órdenes de su jefe de apresar al Ejecutivo venezolano y conducirlo a Estados Unidos. ¿Desinformación? ¿Delirio?

Estos hechos se producen en un contexto muy vicioso, cuando Trump acaba de lanzar la mayor operación antidrogas realizada en el Caribe. Pero con inaudito cinismo dirigida contra Venezuela. No contra Colombia, que produce 90 por ciento de la cocaína del mundo. En medio de la pandemia el grupo delictivo de la Casa Blanca siembra odios, racismo, supremacismo blanco y conflictos. Acusa a la OMS y China por la extensión mundial del coronavirus en el intento de desviar la atención de su irresponsable, inepta y criminal gestión de la pandemia en Estados Unidos. Todo, en busca de la relección del peor presidente de la historia de Estados Unidos.

Ángel Guerra Cabrera

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