Acabar con la OTAN : ¿Un Ejército de la UE pensado para reducir la influencia estadounidense en Europa?

Se ha justificado la creación de un Ejército de la UE como el modo de protegerse de Rusia, pero también puede ser una manera de reducir la influencia estadounidense ahora que la UE y Alemania están en desacuerdo con EE.UU. y la OTAN respecto de Ucrania.

En declaraciones al periódico alemán Welt am Sonntag, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, anunció que había llegado el momento de crear un Ejército de la UE. Juncker empleó la retórica sobre “defender los valores de la Unión Europea” y matizó la polémica anti-Rusia para promover la creación de dicha fuerza militar, lo cual enviaría un mensaje a Moscú.

La polémica y los motivos para un Ejército de la UE pueden girar en torno a Rusia, pero en realidad la idea apunta directamente contra EE.UU. La historia que subyace a estos planteamientos son las tensiones que se están produciendo entre EE.UU. por un lado, y la UE y Alemania por el otro. De ahí que Alemania reaccionara de manera entusiasta a la propuesta, respaldando un Ejército conjunto de la UE.

Anteriormente se había meditado mucho sobre un Ejército de la UE: fue durante la preparación de la invasión ilegal anglo-estadounidense de Irak en 2003, cuando Alemania, Francia, Bélgica y Luxemburgo se reunieron para tratar la cuestión como una alternativa a una OTAN dominada por EE.UU. La idea fue resucitada después bajo circunstancias similares. En 2003, el roce tuvo que ver con la invasión de Irak liderada por EE.UU. En 2015, se trata de un creciente desacuerdo entre Alemania y EE.UU. sobre la crisis de Ucrania.

¿Se están repensando las cosas en Berlín y París?

Para entender los hechos detrás de las voces a favor de un Ejército común de la UE tenemos que mirar lo ocurrido entre noviembre de 2014 y marzo de 2015. Todo comenzó cuando Alemania y Francia dieron las primeras muestras de estar replanteándose el camino bélico por el que EE.UU. y la OTAN les estaban llevando en Ucrania y Europa del Este.

Las diferencias franco-alemanas con EE.UU. surgieron después de que el 19 de noviembre de 2014, durante la sesión del Congreso sobre su nombramiento, Tony Blinken, ex viceconsejero de Seguridad Nacional de Obama y actual vicesecretario de Estado, el diplomático número dos del Departamento de Estado estadounidense, anunciara que el Pentágono iba a enviar armas a Ucrania. Como señalo el Fiscal Times, “Washington asestó un golpe doble a Rusia y a los europeos cuando reveló que está pensando en enviar armas a Ucrania”.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso respondió a Blinken anunciando que si el Pentágono proveía de armas a Ucrania, Washington no solo estaría agravando seriamente el conflicto, sino enviando una señal clara que cambiaría la dinámica del mismo dentro de Ucrania.

Advirtiendo que el asunto podía escapárseles de las manos, la respuesta de Francia y Alemania fue iniciar una ofensiva de paz a través de conversaciones diplomáticas que eventualmente conducirían a un acuerdo de alto el fuego en Minsk, Bielorrusia, bajo el “formato Normandía”, un cuarteto del que forman parte Francia, Alemania, Rusia y Ucrania.

Los pesimistas alegarán que Francia y Alemania optaron por la diplomacia en febrero de 2015 porque los rebeldes de Ucrania del Este o Nueva Rusia, como ellos mismos la denominan, estaban derrotando al Ejército de Kiev. En otras palabras, el motivo principal para apostar por la diplomacia habría sido salvar al Gobierno de Kiev sin una solución justa para el Este. Esto puede ser verdad hasta cierto punto, pero el tándem franco-alemán tampoco quiere ver a Europa convertida en un infierno que reduzca a cenizas a todos sus miembros.

Las diferencias transatlánticas se pusieron de manifiesto en la 51ª Conferencia de la Seguridad de Múnich, que se celebró en febrero. Durante la sesión de preguntas, el senador estadounidense Robert Corker, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, comentó con la canciller alemana Ángela Merkel que el Congreso estadounidense pensaba que Berlín estaba impidiendo que Washington aumentara la ayuda militar de EE.UU. y la OTAN a las autoridades de Kiev.

La canciller alemana fue muy explícita en su respuesta y le dijo al senador Corker que la crisis latente en Ucrania no podía solucionarse por medios militares y que el camino emprendido por EE.UU. no conducía a ninguna parte y serviría para empeorar la situación en ese país. Y cuando Merkel fue presionada por el diputado Malcolm Rifkind, presidente del Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento británico, para que militarizara el conflicto en Ucrania, volvió a insistir en que enviar armas a Kiev era inútil e irrealista. Merkel le dijo al diputado británico que tenía que “mirar la realidad a los ojos”. La canciller alemana también señaló que no puede haber seguridad en Europa sin Rusia.

La posición pública alemana en la Conferencia de la Seguridad de Múnich desafió abiertamente la exigencia estadounidense de que sus socios europeos participaran en la militarización del conflicto en Ucrania. Aunque el secretario de Estado estadounidense John Kerry hizo todo lo posible durante el encuentro para asegurar a los medios y a la audiencia que no existía ninguna divergenciaentre la postura de Washington y la franco-alemana, se informó ampliamente de que el belicista John McCain perdió los papeles estando en Bavaria. Según se dice, tachó la iniciativa de paz franco-alemana de sandeces de Moscú“.  Posteriormente, McCain habría criticado a Ángela Merkel en una entrevista emitida por el canal alemán Zweites Deutsches Fernsehen (ZDF), lo que empujó al diputado alemán Peter Tauber, secretario general de la Unión Democrática Cristiana (CDU), a exigir una disculpa por parte del senador estadounidense.

El resquemor alemán por el control estadounidense de la OTAN

El pasado mes de febrero, en un artículo de Bloomberg podía leerse: “Pese a la retórica alarmista sobre la inminente llegada de los bárbaros rusos, los países de la OTAN se muestran reacios a acompañar sus declaraciones con dinero. Solo los países más próximos a la frontera rusa han aumentado este año su gasto militar, mientras que otros, los más grandes, están recortándolo. A pesar de lo que sus dirigentes digan sobre Vladimir Putin, no parecen pensar que sea una amenaza real para Occidente“.

Washington, sin embargo, no se rindió. Cuando comenzó la ofensiva de paz franco-alemana ese mismo mes, el general Philip Breedlove, máximo responsable militar de la OTAN, dijo en Múnich que “no creo que debamos descartar la posibilidad de la opción militar en Ucrania. El general Breedlove es general de la Fuerza Aérea de EE.UU. y recibe órdenes del Gobierno estadounidense, por lo que la estructura militar de la OTAN se encuentra bajo la supervisión de este país. Mientras Berlín y París trataban de distender la situación, Washington aumentaba la presión valiéndose de Breedlove y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Después de dirigirse al Comité de Servicios Armados del Senado de EE.UU, el general Breedlove insistió en el aumento de la presencia militar rusa en el este de Ucrania. Alemania, sin embargo, rebatió las declaraciones de Breedlove tachándolas de “propaganda peligrosa“.

“Los dirigentes alemanes en Berlín estaban atónitos. No entendían de lo que estaba hablando Breedlove. Y no era la primera vez. De nuevo, el gobierno alemán, basándose en información reunida por la Bundesnachrichtendienst (BND), la agencia de inteligencia exterior alemana, no compartía la opinión del comandante supremo de la OTAN en Europa  (SACEUR)”, informó Der Spiegel el 6 de marzo.

Aunque Berlín ha intentado quitar importancia a las noticias sobre el distanciamiento con la OTAN por los comentarios engañosos del general Breedlove, el pasado 7 de marzo, mientras se encontraba en Letonia, el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, admitió abiertamente que era verdad que los alemanes estaban en desacuerdo con EE.UU. y la OTAN. Lo que hizo Steinmeier muy diplomáticamente fue reprochar y rechazar las declaraciones tanto de EE.UU. como de la OTAN sobre la “agresión rusa” en Ucrania.

En Letonia, la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, sumó su voz a la de Steinmeier y explicó a los periodistas en Riga que la UE buscará un acercamiento realista con Moscú y no será arrastrada hacia una relación de confrontación con Rusia. Sus palabras contenían un mensaje tácito para Washington: la UE sabe que no puede haber paz en Europa sin Rusia y no quiere ser un instrumento de EE.UU. contra Moscú.

Desestabilizar Eurasia

Para EE.UU. el premio final en el conflicto de Ucrania es la propia Alemania, pues Berlín tiene una enorme influencia en la dirección que toma la UE. EE.UU. seguirá avivando las llamas en Ucrania para desestabilizar Europa y Eurasia. Hará todo lo que pueda para impedir que la UE y Rusia se unan y formen un “Espacio Económico Común desde Lisboa hasta Vladivostok, que en el Washington Beltway [el corazón del poder federal dentro de la carretera de circunvalación de Washington]   se descarta calificándolo de universo paralelo.

El Fiscal Times aclaró perfectamente los distintos anuncios realizados por los funcionarios estadounidenses sobre el envío de armas a Ucrania. “Dado el despliegue coreográfico, dicen los analistas de Washington, con toda probabilidad estamos ante maniobras de opinión pública para garantizar el apoyo a un programa armamentístico que ya está en marcha”, podía leerse en ese medio el 9 de febrero.

Después de la Conferencia de la Seguridad de Múnich se descubrió que se estaban realizando envíos de armas a Kiev de forma clandestina. El presidente ruso Vladimir Putin lo hizo público en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro húngaro Viktor Orbán en Budapest, cuando dijo que ya se estaban suministrando armas secretamente a las autoridades de Kiev.

Ese mismo mes apareció un informe titulado Preserving Ukraine’s Independence, Resisting Russian Aggression: What the United States and NATO Must Do [Preservar la independencia de Ucrania, resistir la agresión rusa: lo que EE.UU. y la OTAN deben hacer], en el que se plantea la necesidad de enviar armas a Ucrania –desde piezas de repuesto y misiles hasta equipo pesado– para, en última instancia, combatir a Rusia. El informe había sido realizado por un triunvirato de destacados think-tanks: el Brookings Institute, el Atlantic Council y el Chicago Council on Global Affairs, los dos primeros pertenecientes a esa torre de marfil independiente conocida como “think-tankistan” que es el Washington Beltway. Se trata de la misma camarilla que ha defendido las invasiones de Irak, Libia, Siria e Irán.

¡Ten cuidado OTAN! ¿Un Ejército conjunto de la UE a la vista?

Es en este contexto de divisiones entre la UE y Washington donde tanto la Comisión Europea como Alemania se manifiestan a favor de crear un Ejército europeo.

La UE y los alemanes se dan cuenta de que no hay mucho que ellos puedan hacer para frenar a Washington mientras este tenga voz y voto en la UE y la seguridad europea. Tanto Berlín como una parte representativa de la UE están molestos por la manera como Washington utiliza la OTAN para promover sus intereses e influir en los asuntos internos de Europa. Si no como una forma de presión en las negociaciones a puerta cerrada, los pronunciamientos a favor de un Ejército europeo están pensados para reducir la influencia de Washington en Europa y posiblemente acabar con la OTAN.

Un Ejército de la UE que eliminara a la OTAN tendría un enorme coste estratégico para EE.UU. En ese contexto Washington perdería su posición privilegiada en la periferia de Occidente: “significaría automáticamente el fin de la participación de EE.UU. del tablero de juego eurasiático”, en palabras del ex asesor de seguridad nacional estadounidense Zbigniew Brzezinski.

Los intelectuales en EE.UU. ya están preocupados por el peligro que comportaría para la influencia estadounidense un Ejército de la UE. Así, por ejemplo, Commentary Magazine, la influyente publicación del Comité Judío Americano (afiliado a los neoconservadores del Washington Beltway), aprovecha el título de un artículo de Seth Mandel para lanzar la siguiente pregunta “¿Por qué Alemania está desautorizando a la OTAN?; en tanto que el Washington Examiner, valiéndose del título del articulo de Hoskingson, quiere saber “¿Dónde está la influencia de EE.UU.?“.

Es por eso que los vasallos de EE.UU. en la UE –concretamente Gran Bretaña, Polonia y los tres Estados bálticos– han expresado claramente su oposición a la idea de una fuerza militar común de la UE. Y mientras que París se ha mostrado reacio a sumarse al llamamiento para crear un Ejército de la UE, la presidenta del Frente Nacional en la oposición, Marine Le Pen, ha anunciado que ha llegado el momento de que Francia salga de la sombra de EE.UU.

Por su parte, el Gobierno del primer ministro británico David Cameron respondió a Jean-Claude Juncker con duras críticas, tachando su idea de fantasía estrafalaria y declarando que el Ejército es una responsabilidad nacional y no una responsabilidad de la UE. Polonia y Letonia también reaccionaron con escepticismo ante la propuesta. Todas esas declaraciones sirven para consolidar los intereses de EE.UU. de mantener la OTAN como una herramienta que le permita conservar su influencia en Europa y Eurasia.

El número 10 de Downing Street se ha contradicho a sí mismo al referirse al Ejército como un asunto nacional y no del conjunto de la UE. En fecha tan reciente como 2010, Londres firmó una serie de tratados para, básicamente, crear unidades navales conjuntas con Francia y compartir portaaviones en lo que no es otra cosa que una fusión de ejércitos. Además, el Ejército británico y el sector militar-industrial mantienen distintos grados de integración con EE.UU.

Hay aquí un par de cuestiones importantes. En primer lugar, ¿están los llamamientos a favor de crear un Ejército de la UE dirigidos a presionar a EE.UU., o se trata de un intento real de reducir la influencia de Washington dentro de Europa? Y, en segundo lugar, ¿están Berlín y sus socios realizando movimientos para echar a Washington de Europa desactivando la OTAN con un Ejército común de la UE?

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Mahdi Darius Nazemroaya es sociólogo, analista geopolítico y un reconocido autor.

Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza

Fuente: RT, 12 de marzo 2015.

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Sobre el Autor

An award-winning author and geopolitical analyst, Mahdi Darius Nazemroaya is the author of The Globalization of NATO (Clarity Press) and a forthcoming book The War on Libya and the Re-Colonization of Africa. He has also contributed to several other books ranging from cultural critique to international relations. He is a Sociologist and Research Associate at the Centre for Research on Globalization (CRG), a contributor at the Strategic Culture Foundation (SCF), Moscow, and a member of the Scientific Committee of Geopolitica, Italy.

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