Acuerdo Transpacífico, un cambio en reglas del comercio mundial

Sin estridencias, varias de las dinámicas economías del sudeste asiático se mostraron exultantes con la firma del llamado TPP-11, mientras tres actores de América Latina, México, Perú y Chile, se sentían en las grandes ligas.

Un resumen lacónico y más bien a priori de los resultados finales de las negociaciones del Acuerdo Progresivo y Global Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), firmado en Santiago de Chile.

Ministros de Canadá, Japón, Australia, México, Nueva Zelanda, Malasia, Singapur, Vietnam, Perú, Chile y Brunei fueron los encargados de rubricar el texto en un acto protocolar encabezado por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.

El pacto es una respuesta vertical a los defensores del proteccionismo y de igual forma, envía un mensaje directo a Estados Unidos, que se desmarcó del TPP hace un año y ahora mira como varios de sus mejores aliados se unen de forma independiente.

La mandataria, que concluye su período presidencial el domingo, aprovechó la ocasión para destacar la proyección de su administración de potenciar la mayor cantidad de tratados de libre comercio, ‘porque creemos en la integración’.

‘Estamos muy contentos con este convenio que envía un mensaje a quienes desean restringir el comercio y restan oportunidades al desarrollo de las naciones’, comentó Bachelet en su última actividad internacional de su mandato.

Significativamente, Japón remarcó su compromiso con el intercambio abierto, regulado pero sin restricciones excesivas, y ofreció su liderazgo, como parte del Grupo de los Siete, para impulsar la colaboración entre el CPTPP y nuevos interlocutores.

Vietnam calificó el arreglo como un mensaje potente al libre comercio y al igual que Japón, Malasia, Singapur y Brunei, expresó su esperanza de que hacia el final de 2018 ya habrá sido adoptado por su Asamblea Nacional.

México y Canadá, enfrentados a difíciles cabildeos con la administración de Donald Trump por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aplaudieron los progresos conseguidos a partir del TPP-11, considerado un modelo del siglo XXI.

El retiro del pacto de Washington por decisión de Trump, tomó otro camino enfocado en 11 países de la Cuenca del Pacífico del lado de Asia, Oceanía y Latinoamérica.

La pregunta ineludible surgió, empero, acerca de los aranceles a las importaciones de acero y aluminio anunciados por la Casa Blanca y que pudieran desatar una guerra comercial.

El secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, subrayó que su país aguardará por la aplicación de las medidas adelantadas por EE.UU. que califico de inaceptables, y puntualizó que defenderá los derechos del sector con respuestas adecuadas.

A su turno, el ministro de Comercio Exterior de Canadá, Francois-Philippe Champagne, señaló que Ottawa tampoco ve con buenos ojos el anuncio de la Casa Blanca y se mantendrá firme si bien esperará por saber las consecuencias reales.

En estos momentos EE.UU. posee un superávit en el aluminio respecto a Canadá, lo cual convierte en un contrasentido establecer cargos impositivos, apuntó Champagne.

Cabe resaltar que el TPP-11 concentra una población sobre los 500 millones de habitantes con PIB global de 10,5 billones de dólares.

El CPTPP deberá ser ratificado por lo menos por seis de los 11 integrantes, con lo cual entraría en vigencia en 60 días.

Atractivos como el e-commerce (comercio electrónico), la propiedad intelectual e industrial, el internet de las cosas, lucha contra la corrupción, y la preservación de los patrones culturales y laborales destacan en el convenio.

El CPTPP mantiene las regulaciones originales pero excluye disposiciones de resguardo de la propiedad intelectual impuestas por Estados Unidos y que habían generado un fuerte rechazo en la sociedad civil.

Por lo pronto, ya Colombia expresó su deseo de incorporarse al grupo cuando ya esté en funcionamiento el convenio, mientras China lo observa detenidamente y dice que está en línea con su proyección de futuro.

Fausto Triana

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