Arde el Amazonas, peligra el mundo

El gigante sudamericano fue tomado por las llamas. Las imágenes de la selva amazónica brasilera que salieron en los medios de comunicación en forma masiva, conmueven a miles de personas en todo el mundo. Líderes políticos, artistas y activistas llenan las redes sociales con fotos, noticias y relatos sobre lo que muchos llaman “accidente ambiental”.

Mientras las autoridades brasileras avanzan velozmente con el objetivo de crear en Brasil un espacio propicio para el desarrollo de negocios vinculados a los sectores del agronegocio y de la ganadería, el resto del mundo clama por el control de focos de incendio en la región amazónica.

La selva amazónica es llamada el “pulmón del mundo” —lo que no es un hecho ya que las selvas consumen casi todo el oxigeno que producen—, sin embargo es cierto decir que sí es la que puede salvar el planeta de los efectos del calentamiento global, ya que un 50% de la biodiversidad mundial está allí concentrada y es capaz de garantizar la humedad a través del agua vaporada por los árboles, cada arbol de gran porte de la Amazonia evapora más de mil litros de agua por día. El rol de regulación climática de la amazonia es clave para equilibrar las temperaturas. Según el científico Antonio Nobre del Instituto Nacional de Pesquisas de la Amazonía (INPA) y del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), todos los días 20 mil millones de toneladas de agua son evaporadas por la selva. La energía solar consumida en esta evaporación es equivalente a la producción de energía total de 50 mil represas hidroeléctricas de Itaipu, una única represa de Itaipu tendría que operar por 150 años para lograr hacer lo que la selva amazónica hace en un solo día, afirma el científico.

El calentamiento global y la destrucción de los bienes comunes llegaron a límites que ya no permiten que la naturaleza pueda regenerarse. De hecho, el planeta ya sobrepasó 4 de los 9 procesos fundamentales para la estabilidad del Sistema Tierra. En su último informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC -por sus siglas en inglés-) informa que es necesario disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 45% para el año 2030 y reducirlas a cero hasta el año 2050 para evitar una catástrofe ambiental sin precedentes. Además, el IPCC planteó un escenario de ecocidio –genocidio del planeta–  más allá de un calentamiento planetario de 1.5°C. No obstante, con la forma de producción y de consumo del sistema actual, este número se está dirigiendo a los 4°C, lo que pondría en riesgo toda forma de vida en la Tierra.

Las evidencias científicas que señalan los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero como responsables por los eventos extremos que han sucedido en el mundo en la última década: sequías, huracanes, desertificación, aumento del nivel del mar, extinción de especies animales, derretimiento de los glaciales, olas de calor, propagación de enfermedades, acidificación oceánica, entre tantas otras consecuencias del cambio climático. Estos eventos extremos no ocurren en la región amazónica porque toda su dinámica natural funciona como un regulador de la energía de los vientos y del calor.

A pesar de la evidencia de que la preservación de la selva amazónica es clave para garantizar la vida en el planeta, la deforestación de la región sigue a pasos agigantados. Con el objetivo de garantizar el crecimiento económico, la devastación de zonas ambientales protegidas es un imperativo entre todos los gobiernos del mundo. En Brasíl, el 80% de los asesinatos a activistas ambientales se dieron en la región amazónica, según informe de la Global Witness. El informe también relata que Brasil es uno de los países más peligrosos del mundo para actuar en defensa de la tierra, selvas y ríos.

Más allá de las performances discursivas que ponen en debate la necesidad de mitigación y adaptación, frente a un escenario de crisis civilizatoria, y el “desarrollo sostenible” como forma tibia de reconocer que es necesario un cambio en las formas de producción y consumo, lo que se nota es el incentivo deforestación de forma indirecta.

En los últimos meses, el gobierno brasilero autorizó el comercio de 290 nuevos agrotóxicos, 32 de ellos prohibidos en la Unión Europea. En el mes de julio, los bloques económicos Unión Europea y Mercosur anunciaron intenciones de avanzar con un tratado de libre comercio y, si ratificado, el acuerdo impulsará una mayor producción de commodities desde los países del Mercosur hacia el bloque europeo.

Bajo la administración del Bolsonaro, los dos más importantes órganos de fiscalización que garantizan la protección de la selva amazónica, el Instituto Nacional de Investigación Espaciales (INPE) e Instituto Brasilero del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables (IBAMA), fueron fragilizados. El científico Ricardo Galvão, ex director del INPE, fue demitido por el gobierno días antes del inicio de las quemas en la región amazónica después que el órgano difundió investigaciones que mostraban un aumento en las tazas de deforestación en la zona. Según el Ministro del Medioambiente, Ricardo Salles, el monitoreo desarrollado por el órgano —hasta entonces manejado por Galvão—  era insuficiente y, por lo tanto, el gobierno contratará una empresa para suministrar el servicio en el próximo mes de septiembre. Frente a las críticas del ministro, parte de la comunidad académica especializada afirmó que el sistema brasilero está entre los mejores y más avanzados del mundo.

La ministra de Agricultura, Tereza Cristina, criticó a la prensa y afirmó que hay una “histeria” respecto de las quemas en la Amazonía, a las que ella apunta como “normales”. La ministra también dijo que los recursos financieros ofrecidos por el G7 para la Amazonía son bienvenidos, pero no deben ser utilizados para la reforestación de la selva, ya que ésta, según la ministra, se regenera por sí misma.

Días antes del inicio de las quemas, el Ministerio Público de la Provincia del Pará —en la región norte del país—,  recibió una denuncia de grupos que estarían organizando una quema en la región donde se inició el incendio que ahora se extendió selva adentro. La alerta llegó al ministerio de Justicia, presidido por el ex juez Sergio Moro, y fue ignorado.

Vanessa Dourado

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