Argentina: En la cubierta del Titanic ya no se baila

En Argentina las cosas no andan bien, y no es ninguna novedad. A la pandemia macrista le siguió la del virus, la profundización del drama social y la desarticulación de la economía.

Es como si estuviéramos en el Titanic, en camino a riesgos inimaginables. La gran diferencia con aquellos viajeros y otras experiencias históricas es que -aquí y ahora- casi nadie puede festejar, mucho menos bailar en la cubierta en medio de esta ruina; ella es compartida, por amplias franjas de nuestra sociedad. De allí la angustia que acompaña a una incertidumbre que parece desparramarse por todas partes.

Los sectores más explotados y empobrecidos, conocidos como “los más vulnerables” están atravesando situaciones de extrema gravedad. Con una población mayoritariamente sostenida por la asistencia estatal (los casi nueve millones de beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia, lo prueban).

La perspectiva de la pos pandemia viene acompañada por un generalizado malestar que –a pesar de la continuidad de las cuarentenas y restricciones para la circulación- se está manifestando.

En estos tiempos, dos son los reclamos más importantes que, por fuera de inocuas “grietas” e inconducentes debates, ocupan el centro de la escena. Ellos giran en torno a la provisión de alimentos para combatir el avance del hambre y los reclamos por tierras para las viviendas.

Hambre y tierra son símbolos de esta realidad. En la resolución de esas dos cuestiones, absolutamente solucionables, está el futuro argentino. Por ahora desde el poder estatal no alumbran las respuestas. Ambos problemas son el reflejo de una Argentina y un modelo social inviables e insostenibles.

Desde el sistema de poder se indignan y asustan por la punta del iceberg que estos reclamos encierran. Temen a estas movilizaciones –en plena pandemia- por comida y “tomas de tierra”. Saben que son una manifestación de reclamos aún mayores y temen por sus privilegios. No quieren darse cuenta que han sido las nefastas políticas seguidas por décadas las que generaron estas condiciones.

En el momento que quienes reclaman por alimento o tierra identifiquen que ambas demandas se pueden solucionar integrándolas en un único plan y en nuevo modelo social, habremos resuelto la mitad del problema.

La misma tierra que da dignidad para la vivienda también da comida para la vida.

Estas ideas pueden ser el centro de un nuevo tipo de pensamiento. Éste debe contemplar el modo de ir resolviendo el tema que el 93% de los argentinos somos urbanos, vivimos en ciudades –muchas veces hacinados- en pésimas condiciones. Mientras tanto las tierras que producen gran parte de nuestros alimentos están despobladas.

La tierra debe estar al servicio de todos, ya el Artículo 38 de la Constitución de 1949 establecía la “función social de la propiedad”. Pero…como cantara Atahualpa Yupanqui: “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”.

Juan Guahán

Juan Guahán: Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).

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