Argentina – La soberanía, la tierra y el agua

Nuestro calendario marca que el 2 de abril es el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. La ocasión es propicia para preguntarnos dónde estamos parados con relación a la cuestión malvinense. La respuesta es que hemos quedado, lamentablemente, sujetos a las condiciones dadas a conocer por el documento conjunto firmado el 13 de septiembre del año pasado por la canciller Susana Malcorra y el ministro de Estado para Europa y las Américas británico, Alan Duncan, en visita oficial a nuestro país.

En ese marco, tres asuntos merecen destacarse. El primero de ellos es un apreciable objetivo humanitario: identificar a los combatientes argentinos enterrados en Puerto Argentino como soldados no identificados. Los dos restantes, en cambio, no tienen nada de encomiable:

(a) Inexplicablemente, la parte argentina admitió el propósito compartido de “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las islas Malvinas incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”. Esta es una concesión absolutamente innecesaria rayana en lo indigno. ¿De veras es parte de nuestro interés nacional promover el desarrollo de las islas bajo dominio británico? ¡¿Concedemos graciosa y gratuitamente pesca y petróleo?!

(b) Se reafirmó el criterio de mantener las cuestiones de soberanía bajo un paraguas, acordado en 1989. Sorprendentemente, se continúa sin comprender –o quizá se trata de una equivocación deliberada– que a partir de la decisión británica de explotar la pesca en escala amplia y explorar la existencia de petróleo y gas en aguas reclamadas por nuestro país cambió por completo el sentido de aquel recaudo. Bajo estas condiciones, el antedicho paraguas ha convertido a ese espacio marítimo en coto de caza privado de los ingleses. No sólo concedemos ya  pesca y petróleo gratuita y graciosamente, como se viene de decir; más bien estamos remachando esa entrega. Es obvio: una cosa es neutralizar la cuestión de la soberanía mientras ninguna de las partes se queda con nada y otra es aceptarla cuando una de las partes se autoarroga la facultad de llevarse lo que quiera.

Asombra y asusta tanta falta de criterio en las autoridades argentinas. La soberanía que reclamamos los argentinos no es solo una abstracción a la que llamamos derecho, contenida en gruesos volúmenes encuadernados en cuero. Es también algo tan elementalmente material como la tierra y el agua. Y aún más: son los diversos recursos contenidos en ellas. La soberanía es también  bienes públicos que deben ser resguardados, lo que como bien se sabe es un deber de los funcionarios del Estado.

En fin, es una fecha para recordar a los caídos, a los que ya no están pero continúan con nosotros como demorándose aun después de haberse ido (robo una bellísima imagen de Olga Orozco). Y para recuperar a ese Jauretche que supo decir: es malo que el gringo te compre pero peor es que el criollo te venda.

Ernesto López

Ernesto López: Ex embajador en Haití y en Guatemala (concurrente en Belice).

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