Armamento ruso y el nerviosismo de Washington

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Pese a las sanciones impuestas por Occidente, Rusia mantiene intacta la modernización de sus fuerzas armadas e incursiona con éxito en la exportación de armamentos, algo que desespera cada vez más a Estados Unidos.

La salida de Rusia con nuevos pedidos al mercado de armamentos, después de 2014, cuando se impusieron severas sanciones contra este país, es un elemento que preocupa a Washington, sobre todo al presentar Moscú su carta de triunfo: el complejo S-400.

El sistema antiaéreo, compuesto por ocho elementos, incluidas una estación de radiolocalización, una torre para radar, un puesto de mando y una instalación de lanzamiento y carga de misiles, está preparado para destruir casi cualquier blanco.

La capacidad del S-400 para luchar al mismo tiempo contra al menos 10 objetivos en un rango de altura de cinco metros a 30 kilómetros y una distancia de hasta 400 kilómetros, lo hace un arma letal y lo pone por encima de los Patriot PAC-3.

El sistema coheteril norteamericano, incluso después de su modernización, para nada se acerca a las características del S-400 que puede destruir desde cohetes alados hasta cazabombarderos estratégicos con tecnología Stealth u objetivos terrestres.

Lo cierto es que ante la impotencia para competir de forma transparente Washington apela a las presiones, chantaje o amenaza de aplicación de sanciones, como ocurrió de forma efectiva en el caso de Arabia Saudita, que debió desistir de la compra del S-400.

En el caso de China, con un contrato por tres mil millones de dólares para cuatro divisiones, la transacción se realizó con éxito, pero a partir de ahí, Estados Unidos ejerce presión contra la India y Turquía que parecen persistir en la compra.

En su momento, Marruecos mostró interés, pero luego desistió, mientras Iraq acaba de expresar su intención de adquirir los referidos complejos que por sus características operativas siempre convierte su adquisición en una complicada maniobra.

Para el caso de Turquía, que firmó un contrato con Rusia en 2017 por unos dos mil 500 millones de dólares, la presión es aún mayor, pues se trata de un crucial miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y viejo cliente de Estados Unidos.

Washington amenazó a Ankara con sanciones económicas, además de dejarlo fuera de un contrato para comprar los cazas de quinta generación F-35, elaborado con participación turca.

Sobre la India, las presiones ejercidas sacan a la luz el uso de la fuerza de la Casa Blanca en las relaciones económicas, al obligar a ese país a pagar a Rusia en otra moneda que no sea el dólar, por lo cual Nueva Delhi lo hará en euros, rublos o rupias.

En total, los especialistas rusos consideran que unos 13 estados expresaron en algún momento su intención de adquirir los S-400, incluidos Arabia Saudita, Qatar, Argelia, Marruecos, Egipto y Vietnam, entre otros.

Pero, además del mencionado complejo, que primero deberá sustituir al S-300 en la guardia combativa rusa, las fuerzas armadas de este país mostraron en su reciente desfile por el Día de la Victoria otros ‘juguetes’.

Así, el modernizado complejo coheteril táctico TOR-M2U, montado en esteras y destinado para proteger a las tropas, puede detectar 40 objetivos y seleccionar los cuatro más peligrosos para su destrucción.

El sistema móvil Kornet-D1 cuenta con dos juegos de cuatro misiles 9M133FM-3 cada uno y puede destruir objetivos terrestres, marítimos y aéreos, con una radio de acción de 50 kilómetros.

La aviación rusa mostró sus cualidades en Siria, con los cazas SU-35 de generación 4++ y los bombarderos SU-34, entre los aparatos más respetados por la aviación aliada occidental que actúa en ese país bajo la batuta de Estados Unidos.

Rusia ya prepara sistemas avanzados con nuevos misiles, incluso de alcance ilimitado, drones-submarinos y otros medios para responder al desafío norteamericano de crear un sistema global antimisil que pone en duda la paridad estratégica mundial.

Antonio Rondón García

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