Boric nacionalizó el litio: ¿Cómo sería si hubiera una estrategia regional?

El reciente anuncio del mandatario chileno sobre la Estrategia Nacional del Litio ha vuelto a poner de manifiesto las encrucijadas en los caminos del desarrollo para América Latina, en medio del boom de este recurso natural, escencial para el tránsito mundial hacia una nueva matriz energética.

En cadena nacional, el mandatario presentó el contexto global como una oportunidad para el crecimiento económico de su país, al tiempo que informó sobre la creación de una empresa nacional para la futura articulación de los esfuerzos público privados, sin rescindir los contratos ya existentes.

“Chile tiene las mayores reservas de litio del mundo, un mineral que, al estar en las baterías de almacenamiento de energía, de autos y buses eléctricos, resulta clave en la lucha contra la crisis climática y una oportunidad de crecimiento económico que difícilmente se vuelva a repetir en el corto plazo. Junto al desarrollo del hidrógeno verde y al conocimiento que se genera en nuestras universidades y comunidades, es la mejor chance que tenemos para transitar hacia una economía sostenible y desarrollada. No podemos darnos el lujo de desaprovecharla”, observó.

La estrategia presentada avizora la participación del Estado chileno “en todo el ciclo productivo” y aspira a desarrollar una industria alrededor del llamado “oro blanco” cuidando el medioambiente, favoreciendo la participación de la comunidad y proponiendo “traer riqueza” al pueblo chileno que, según proyectó el Presidente “podrá financiar nuevas escuelas, hospitales, comisarías”.

Asimismo, los lineamientos proyectados por el Presidente, si bien descansan sobre la reafirmación de que el Estado chileno es dueño del litio, se basan en el reconocimiento de la inexistencia en el país de las capacidades tecnológicas y científicas para impulsar la industria, tal como lo afirmó la ministra de Minería, Marcela Hernando frente al Congreso, para justificar la necesidad de una alianza con el sector privado.

En la actualidad la explotación de este valioso recurso, se encuentra en manos de Albemarle, empresa estadounidense y la Sociedad Química y Minera, Soquimich, bajo el control, hace 30 años, de Julio Ponce, un ex yerno del dictador Augusto Pinochet. La actividad se realiza en el salar de Atacama, que representa el 30% del mercado global.

En noviembre de 2022, SQM reportó resultados históricos, con utilidades sobre los US$2.700 millones, diez veces más que el año anterior, aportando al Estado, alcanzaron un acumulado US$3.600 millones. Albemarle, por su parte aportó 600 millones.

Ante tales cifras, que revelaron el boom en la demanda de este recurso, Joaquín Villarino, presidente del Consejo Minero chileno que nuclea a las empresas del sector, criticó en  una entrevista televisiva la parálisis del gobierno en el otorgamiento de nuevos permisos de explotación “por razones políticas, por una discusión básicamente ideológica, que es sí constituimos o no una empresa nacional de litio».

A fines de febrero de este año, según se conoció a través de un acta publicada en la plataforma de Ley de Lobby del estado chileno, una delegación del mayor productor mundial de autos eléctricos Tesla, compuesta por el encargado de Política y Desarrollo de Negocios para América Latina, Eugenio Grandio, y la gerenta de Desarrollo de Negocios y Política en la Unión Europea, Marjolaine Blondeau, viajó a Chile y mantuvo una reunión con el vicepresidente ejecutivo de Corfo (Corporación de Fomento), José Miguel Benavente.

El acta informó sobre un saludo protocolar y la visita de plantas de producciones de litio en el país. «Se plantea interés por conocer los planes de desarrollo de Corfo en la industria del mineral blanco e I+D, así como las oportunidades de colaboración con Tesla y Albemarle» constó en el documento.

El diario El Mercurio informó además sobre una reunión entre Blondeau, Matt Severson, miembro del equipo de cadena de suministro de baterías de Tesla y Simpon Accorsi, el director de estudios de Cancillería, para conocer «aspectos generales de la política nacional del litio».

Luego de la cadena nacional en la que Boric realizó el anunció de manera formal, Elon Musk, el magnate que domina el sector industrial que demanda este recurso opinó respondiendo a un tuit que difundía la noticia de la nacionalización: “El litio es muy común en toda la Tierra. Lo que importa es la capacidad de refinación”, observó.

SQM y Albemarle, tampoco se mostraron exaltados: “Como SQM esperamos ser parte de este diálogo y conversación que ahora se inicia”, dijo la empresa en un comunicado, mientras que Albemarle  afirmó: “No esperamos ningún impacto material, ya que el Gobierno chileno ha dejado claro que respetará plenamente los contratos existentes”.

Los mercados chilenos, en cambio, no reaccionaron con la misma calma. Al día siguiente del anuncio las acciones de SQM, se desplomaron al rededor de 15%. En Chile, según describió Boric, existen unos 60 salares más, que podrían explotarse, bajo la articulación pública privada, con control del Estado.

Dependerá de un conjunto de relaciones de fuerzas y un complejo equilibrio la posibilidad que tenga el Estado chileno, para llevar adelante el programa propuesto.  Si lo logra, habrá dado una vuelta de página interesante en la histórica relación extractiva y extranjerizante -salvo contadas excepciones- ha transitado la región con sus recursos naturales.

Integración, disgregación

El ya famoso “triángulo del litio”, compuesto por Bolivia, Argentina y Chile, concentra el 65% de los recursos de litio a nivel mundial según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos, y ese porcentaje asciende a 67% si se suman México y Perú. En relación con la producción, Chile, Argentina y Brasil ocupan el 2°, 4° y 5° lugar respectivamente en el ranking mundial, cuyo podio lo completan Australia y China.

Además, según la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) y la secretaría de Minería, Argentina podría convertirse en el segundo proveedor mundial del litio para 2025, mientras que JP Morgan publicó un informe que estima que la producción argentina pasará en ocho años de un aproximado de 44.000 toneladas de carbonato de litio a 487.000 toneladas. En cuanto a las proyecciones para Chile, el informe estima que la producción chilena pasará en ocho años de un aproximado de 82.000 toneladas a 1 millón. Para Bolivia, las proyecciones son mucho mayores ya que es quien mayores reservas concentra.

Estos datos muestran rápidamente un panorama del peso de la región en el mercado mundial de este mineral altamente codiciado en el marco de una transformación en curso de la estructura productiva de un sistema cada vez más digitalizado y que tiende a la transformación, también, de su matriz energética.

Sin embargo, en un mundo que, sumido en una profunda crisis, demanda alimentos, energía y minerales, la tendencia en las respuestas de los países de América Latina es hacia la negociación individual. Así, tanto China como EEUU, en la disputa principal por el control de las riquezas del mundo, que se expresa en el conflicto que hemos denominado el G2, avanzan cómodos sobre los recursos de la región, en la negociación uno a uno y la imposición de condiciones, por por la vía que habilita la disgregación.

Visto desde este punto, no parece casual el anuncio de Boric, poco después del periplo de Tesla a lo que se sumó la visita este mes, de Laura Richardson, quien expresó sin tapujos los intereses de Estados Unidos sobre el litio, el petróleo, el cobre y el oro latinoamericncia Cabe mencionar que Argentina y Chile concentran el 91 % de importaciones totales a EE. UU. entre 2016 y 2019 (de ahí la alta dependencia estratégica por este recurso).

En este contexto la medida chilena, parece casi una reacción al avance de capitales chinos en la región del triángulo del litio. En enero de este año, el gobierno boliviano firmó un contrato con las empresas chinas CATL BRUNP & CMOC (CBC), que deben entregar un informe en este mes sobre las condiciones en que ejecutarán la “producción directa del litio” en los gigantescos lagos de sal, o “salares” de Uyuni y Coipasa, con una inversión estimada de U$S 1.000 millones.

Hace casi dos meses, el presidente mexicano López Obrador firmó un decreto que estableció la nacionalización del litio en México y declaró como zona de reserva 234.855 hectáreas, a la vez que determinó que las concesiones ya otorgadas serán reguladas y vigiladas por la Secretaría de Economía, por un lado, y el Estado a través de una empresa estatal se encargará de la exploración y explotación desde la reforma, por el otro.

La estrategia del litio anunciada por Boric para Chile no dista mucho de la mexicana, aunque los aspectos particulares de cada país configuren relaciones comerciales y productivas diferentes.

No podemos dejar de preguntarnos qué pasaría si todo esto funcionara en el marco de una estrategia de integración, si quiera de mínima, en el plano comercial para hacer valer el peso económico real de una región tan rica como explotada por el extractivismo y socialmente desigual.

Las estrategias individuales por parte de los gobiernos de la región, condicionadas por sus situaciones particulares y sin poder pensar y construir un proyecto político o al menos comercial regional, sólo da lugar a seguir sosteniendo un modelo extractivista en el que los capitales chinos o estadounidenses vengan a llevarse las materias primas sin poder generar las condiciones para el desarrollo científico-tecnológico y productivo que nos permita pensar una estrategia soberana. Integración y soberanía, o disgregación y subordinación siguen siendo las posibilidades.

Es necesario retomar el legado de San Martín y Bolívar, o, para no tener que ir tan lejos en la historia, de Chavez, Nestor y Cristina Kirchner.

Paula Giménez

Matías Caciabue

Paula Giménez: Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos.

Matías Caciabue: Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).

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