Caracas: Un desenlace anunciado
Aquí lo establecimos el 20 de febrero y no era indispensable mucha ciencia para acertar: “La combinación de Trump de la defensa de su propio gobierno ante múltiples investigaciones por corrupción, obstrucción de la justicia y presunta colusión con un gobierno extranjero; con su campaña releccionista y la operación de cambio de régimen en Venezuela con la imposición de su encargadoJuan Guaidó, quien participó en el mitin de Florida por medio de un video, así como la intensificación de la histeria del ataque a todos los que lo cuestionan es un gravísimo error de cálculo de Trump y sus asesores.”
Tampoco para pronosticar que “Fracasará en su ‘ayuda humanitaria’ del viernes 22. Tan simple como retirar el embargo a Venezuela si realmente le interesara entregar la ‘ayuda’ de la que no participan la Organización de las Naciones Unidas ni la Cruz Roja Internacional.”
Si a lo anterior se añade la firmeza y habilidad del liderazgo político e institucional –con frecuencia subestimado hasta el insulto y no ajeno a errores–, personificado en Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, a los que Washington inventa desencuentros, así como la extraordinaria unión cívico-militar, frente a ello fueron insuficientes los 40 gobiernos occidentales (casi todos con embajadas abiertas en Caracas), los 300 mil asistentes al espectáculo musical para recabar “ayuda humanitaria” y los 900 mil venezolanos que prometió Juanito (por pequeño y torpe) que entrarían al país desde Colombia, Brasil y Paraguay para distribuirla entre venezolanos.
Imposible negar las carencias en el país del Caribe, incluidas las políticas, pero si fueran del interés de la Casa Blanca –y no tanto el petróleo y el oro venezolanos y el cambio de régimen para acceder a ellos–, y los gobiernos europeos aliados y los subordinados del Grupo de Lima, con la excepción de México y ahora de Costa Rica, Guyana y Santa Lucía que no asistieron a la cumbre del lunes tras el fracaso dominical, pues tan sencillo como reunir harta ayuda humanitaria y distribuirla como lo marcan las convenciones internacionales, por medio de la ONU y la CRI. Y sobre todo levantar el embargo financiero y comercial impuesto desde Barack Obama y agudizado en extremo con los 40 mil millones de dólares retenidos por Londres y Washington.
La Oficina Oval y su equipo de halcones y criminales como Elliott Abrams, John Bolton, Mike Pompeo, Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, subestimaron al gobierno y al pueblo venezolanos, a sus fuerzas armadas leales; supusieron que con las bravatas de Trump a los altos mandos –sin referente en las políticas estadunidenses–, y el reparto de dólares, más el desplazamiento de portaaviones nucleares y cantantes y bandas, sería suficiente para coronar al “presidente encargado” que recibió honores de jefe de Estado por Iván Duque, el alumno de Álvaro Uribe.
Guaidó despacha en Colombia y su jefe intelectual, Leopoldo López, permanece bajo arresto domiciliario, ambos y sus esposas no obtuvieron el apoyo de fuerzas de oposición que gobiernan varios estados, y otras que si bien son severas críticos del gobierno bolivariano no comparten la conducta “aventurera” y “entreguista” a USA del pequeño Juan que de “presidente encargado” ahora no preside ni su colonia.
Al mal tiempo buena cara, es la máxima con la que actúan los representantes de Donald John en el Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde exigen con arrogancia impar lo que no fueron capaces de articular en Cúcuta con todo y la parafernalia montada y el fracaso cosechado a pulso.
Eduardo Ibarra Aguirre
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