¿Causó el brexit la turbulencia política que vive el Reino Unido?
Hace algunos años, el Reino Unido era considerado un país políticamente estable, pero ahora, con cinco primeros ministros en seis años, tres de ellos en los últimos dos meses, es claro que algo está funcionando mal dentro del parlamento de Westminster. Seis años después del Brexit, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el país no ha logrado encontrar el camino.
Alarmada, la British Broadcasting Corporation (BBC), el servicio público de radio y televisión, reconoce que el mayor «punto de inflexión» en la historia política, económica y diplomática reciente de Reino Unido ocurrió en 2013, cuando el entonces primer ministro conservador, David Cameron, prometió que si ganaba la elección general iba a celebrar un referendo sobre la pertenencia de Reino Unido a la Unión Europea (UE), que le exigían sus propios parlamentarios, amenazados con el ascenso del UKIP, un partido populista y antieuropeo que estaba ganando cada vez más simpatizantes.
Más allá de los temerosos de la competencia, estaban siempre vigentes los eternos conservadores antieuropeos que estaban aprovechando esos temores para favorecer su causa. Lo extraño es que Cameron apoyaba la permanencia en la UE, pero esperaba que el referendo pusiera fin a esa confrontación dentro de su partido y mantuviera a los conservadores en el poder.
También creía que podía ganar. Pero fue un error de cálculo de enormes proporciones, porque David Cameron subestimó el poder de la campaña a favor del Brexit, que fue capaz de movilizar a sus seguidores para que salieran a votar, incluso aquellos que normalmente no solían hacerlo. A ello hay que sumar esa tendencia británica de sentirse superiores o al menos distintos que los europeos continentales.
El Reino Unido tenía un imperio. Perdió un imperio y encontró a la UE. Dejó a la UE y ahora realmente no sabe hacia dónde va o por qué debe ir hacia algún lado.
Y una oleada de realidad y desorientación cundió en el Partido Conservador. Los propulsores del proyecto para salir de la UE, incluido su defensor más famoso, Boris Johnson, no tenían un plan real para desenredar décadas de vínculos económicos, comerciales y legales con Europa, carecían de una visión de Reino Unido tras el Brexit, y de cómo mantener un sitio relevante en un mundo en pleno cambio.
Y la crisis no se debe a algún vacío producido por la muerte de la anciana reina Isabel II, quien desde las elecciones generales del Reino Unido en 2015, que ganó el Partido Conservador, debió conocer a múltiples ocupantes en la residencia oficial de Downing Street. En poco menos de un mes, se sucedieron tres primeros ministros.
Y tampoco le ayuda al país que no solo es el partido en el poder, el Conservador, el que atraviesa inestabilidad e incertidumbre. También el principal partido de oposición, el Laborista, se muestra debilitado y sin un propósito claro. Según un sondeo a principios de octubre de YouGov cuando se le preguntó a la gente si pensaba que el Partido Laborista tenía un sentido de propósito claro, solo el 34% respondió que sí.
Yo renuncio, tú renuncias, ella renuncia
En 2016 Theresa May fue nombrada líder del Partido Conservador y primera ministra cuando David Cameron anunció su dimisión en 2016. Antes de la llegada del actual primer ministro, Rishi Sunak, Liz Truss reemplazó a Boris Johnson, sucesor de May. Truss ocupó el cargo durante solo 45 días, el período más corto en la historia del país.
Para explicar la inestabilidad del Partido Conservador y de la política británica uno debe regresar a 2016, cuando se votó para dejar la Unión Europea. Desde entonces el Reino Unido careció de un período largo de estabilidad, viviendo en una situación políticamente volátil. Pero el verdadero caos llegó en los últimos dos meses.
El resultado también cambió el curso de la política exterior, económica y comercial del país y aún hoy subsiste una falta de visión nacional coherente sobre lo que se desea lograr y cómo hacerlo, lo que ha producido el vacío político.
Las disputas sobre la relación del Reino Unido con Europa dentro del Partido Conservador ya existían décadas antes del Brexit, pero la salida de la UE puso de manifiesto las distintas visiones y las ideologías opuestas sobre el rumbo que debía seguir el país. Cameron tuvo que renunciar al no lograr persuadir a los votantes de permanecer en la UE.
May se vio obligada a dimitir cuando muchos dentro de su partido consideraron que estaba promoviendo un «Brexit suave», mostrándose demasiado conciliadora sobre el compromiso que el Reino Unido debía aceptar para salir de la unión.
Y con Boris Johnson, que dirigió la campaña para salir de la UE, quedaron al frente los conservadores de línea dura que abogaron siempre por un «Brexit duro». Liz Truss tampoco logró unir a su partido con una visión clara sobre el rumbo del país post Brexit.
La pregunta que muchos se plantean ahora es si los conservadores podrán decidir qué rumbo debe seguir el país y, sobre todo, se cuestionan si el país podrá salir de este caos político y la inestabilidad que ha dañado la economía del país, su credibilidad en los mercados y su reputación alrededor del mundo.
El Reino Unido padece un problema sistémico y estructural en el sistema de gobierno británico -un sistema parlamentario que favorece el bipartidismo- que no está alineado con las necesidades de una población cada vez más diversa y progresista. Pero los políticos británicos no dan señales de renovarse y restaurar la credibilidad global y la confianza de sus ciudadanos.
Ni conservadores ni laboristas tienen intención alguna de cambiar nada, pero todo no sigue igual que antes del Brexit. Lo que hace falta es, al menos, una reforma electoral, ya que ni hablar de modernizarse, desmpolvarse las pelucas y convertirse en una república.
Isabella Arria
Isabella Arria: Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).
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